Caf¨¦ de Verdad
El autor prueba por primera vez la bebida colombiana y jura "no volver a tomar brebajes descafeinados ni bebidas embotelladas"
Vine a Colombia porque me dijeron que aqu¨ª serv¨ªan un tal caf¨¦, tan caf¨¦ que era caf¨¦ de verdad. Al buscarlo, Bogot¨¢ fue abriendo sus calles con aromas como anuncios y en no pocas esquinas an¨®nimas vi que aparec¨ªan arc¨¢ngeles con cafeteras al calce. Al pedirlo, un paisano me corrigi¨®: una cosa es caf¨¦ de Colombia que se exporta por los Siete Mares y se puede degustar en cualquier polo como si estuvieras en Valledupar y otra cosa, muy diferente, es el Caf¨¦ de Verdad con may¨²sculas que te hace callar y te abre los ojos, que lejos del insomnio te permite so?ar, el caf¨¦ cargado que no precisa az¨²car porque las Verdades que revela son a veces ¨¢cidas o acres, pero incontestables. Caf¨¦ de Verdad para los mentirosos irremediables y los pol¨ªticos corruptos, los empresarios abusivos y las maestras que enga?an; una probada de la infusi¨®n morena y se abatir¨ªan las trincheras de la simulaci¨®n y del enga?o, los espejos revelar¨ªan su verdadero reflejo y no quedar¨ªa t¨ªtere con cabeza en la espesa selva de la improvisaci¨®n y la mentirita.
Tanto me habl¨® del mentado Caf¨¦ de Verdad que cu¨¢ndo vi que se acercaba con una porci¨®n humeante en su mano izquierda, la cara ladeada y el paso de ballet folcl¨®rico pens¨¦ que estar¨ªa por iniciar una tortura de interrogatorios variados y confesiones impensables; el hombre sonre¨ªa quiz¨¢ porque sab¨ªa que con solo probar el Caf¨¦ de Verdad quedaba yo expuesto de perfil y de frente al pared¨®n inconfundible donde se diluyen toda falsedad y s¨ª, as¨ª fue: al primer trago jur¨¦ no volver a tomar brebajes descafeinados ni bebidas embotelladas y poco a poco, fui reconociendo el verdadero color del azul y el peso de las nubes que enmarcan los cerros de Bogot¨¢ y el nombre de una flor aparentemente desconocida. Empezaron a desfilar todos los fantasmas de los tiranos impunes, los plagiarios potentados y las faldas de todas las mentiras que se iban encordando como raro peinado sobre la almohadilla que ofrecen en el avi¨®n para el despistado turista que duerme sobre el mar todas las pesadillas que se han de aliviar en cuanto va floreciendo lentamente en el alma del elegido ese primer Caf¨¦ de Verdad que hasta parece que nos peina y nos cambia la piel del rostro y nos eleva por encima de los cansancios y nos ayuda a caminar despacio y todo se vuelve una psicod¨¦lica nube en medio de la nada¡ ?o acaso ser¨¢ que me dieron un th¨¦ de Coca?
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