El luto permanente
Los independentistas parecen sumergidos en el resquemor de un luto permanente que les impide obrar con la racionalidad imprescindible
¡°No aguanto m¨¢s. Ya estoy harto de luto¡±, le replica Rafael a Roc¨ªo. Cansado de tretas y escaramuzas, el novio intenta acercarse a su joven prometida que por azares del destino ha congelado la relaci¨®n. El duelo por la muerte de sus familiares se va solapando oblig¨¢ndola a seguir el ritual impuesto por la tradici¨®n. La indumentaria de negro riguroso la obliga a encerrarse en casa llorando las p¨¦rdidas que no puede alterar ni siquiera el canto del canario. Por eso se enfunda tambi¨¦n de negro al p¨¢jaro en su jaula mientras se retiran las macetas de los balcones, se silencia la m¨²sica y se reducen las salidas del domicilio salvo las visitas a la iglesia, eje de su vida cotidiana y de su educaci¨®n sentimental. All¨ª, escondido en el confesionario, el novio impaciente intentar¨¢ hablar con la novia frustrada mientras las devotas creen que est¨¢ bajo los auspicios del sacramento. Momento de reproches y lamentos de una pareja que ve escapar su juventud sin tener la fuerza ni la convicci¨®n necesarias para quitarse de encima el yugo que ahoga sus ilusiones. Eternos periodos de verbenas anuladas, besos prohibidos y roces furtivos. Tiempo rancio que marcaba a fuego a sus supervivientes y que hablaba de la progresiva muerte de los vivos ante el cuerpo presente del difunto. Y eso tambi¨¦n pasaba en Catalu?a.
Bas¨¢ndose en hechos reales, Manuel Summers film¨® esta comedia negra con gracia y realismo. Revolc¨®n a una sociedad pacata y ¨¦xito cinematogr¨¢fico consiguiendo que La ni?a de luto compitiera en el mismo festival de Cannes que encumbr¨® Los paraguas de Cherburgo. Cara y cruz de la misma Europa. Muerte y alegr¨ªa, recato y melancolia, letan¨ªas y baile. Ni la nostalgia es ya lo que era, afortunadamente. Hoy sabemos que el mundo requiere ser observado en los colores vibrantes que desprende, lejos de aquel binario blanco y negro que nos impon¨ªan. Pero los resquicios de la tradici¨®n son dif¨ªciles de anular totalmente cuando las emociones que se imponen a la raz¨®n se ven renovadas por motivos diversos.
Esto les est¨¢ pasando a los diputados independentistas. Que parecen sumergidos en el resquemor de un luto permanente que les impide obrar con la racionalidad imprescindible. Evitar repetir comicios parece que ser¨¢ ahora su objetivo real. Seguramente, porque como dijo Marta Pascal, ser¨ªa una verg¨¹enza ir a nuevas elecciones por no haberse puesto de acuerdo. Pero, como los protagonistas de aquella pel¨ªcula, la mayor¨ªa de nuestros representantes han sido hasta hoy incapaces de superar los escollos que desprende el dolor por el castigo sufrido en las personas de sus compa?eros ausentes. Y han dejado de actuar como deb¨ªan, a pesar de los pesares.
Envuelta entre los pa?os de una democracia descriptiblemente mejorable, Catalu?a vive uno de los momentos m¨¢s bajos de su autogobierno. Tanto que ni siquiera tiene gobierno y el que ejerce est¨¢ a 600 kil¨®metros y sin ganas de entender el problema ni inter¨¦s en resolverlo. Retrasar su recuperaci¨®n por causas que ya tienen m¨¢s que ver con el orgullo que con la necesidad, supone alejarse de la virtud p¨²blica imprescindible para acomodarse en los brazos de la tristeza permanente de unos, cosa que provoca la altaner¨ªa de los otros.
Como dictan los libros de autoayuda, la ¨²nica cura para el dolor es la acci¨®n. Apl¨ªquense pues, y entiendan que esto es lo que el pa¨ªs necesita y reclama. Por supuesto que una parte de la ciudadan¨ªa puede estar comprando la idea de que cuanto peor mejor, una opci¨®n presente. Y puede hacerlo desde la buena fe y la mejor intenci¨®n de creer que el arco iris del fin de la tormenta est¨¢ en la esquina. Que ahora o nunca. No lo ven as¨ª, en cambio, los presos quienes, a diferencia de los huidos, entienden que el camino se hace al andar. Si ellos que lo sufren en sus carnes lo pregonan a los vientos de las redes y lo imploran a quienes les visitan ?a qu¨¦ se debe tanta dilaci¨®n?
Las astucias ret¨®ricas y parlamentarias seguidas hasta hoy han sido tan leg¨ªtimas como inoperantes. A los hechos cabe remitirse. Excepto si lo que persiguen sus dise?adores es prolongar la agon¨ªa con el deseo perverso de cargarse de vanas razones cuya culpa atribuir¨¢n a sus contrarios. Pero los ojos han visto, los o¨ªdos han escuchado y la mente ha entendido que la crisis interna del independentismo no ha dejado de cabalgar. Que los electos desconf¨ªan y sus partidos recelan. Y que a la vista de la retransmisi¨®n en directo de lo acontecido y el pron¨®stico de las encuestas, las dudas sobre su propia reelecci¨®n mayoritaria est¨¢n en el aire. A ver si es cierto que ahora va la vencida, que se han hecho budistas y siguen el consejo del sabio: no lastimes a los dem¨¢s con lo que te causa dolor a ti mismo.
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