?Qu¨¦ Gobierno?
El independentismo adquiere aires de revuelta popular, los mossos han perdido autoridad, los polic¨ªas y guardias civiles no quieren venir a Catalu?a¡ ?La calle es suya?
La situaci¨®n pol¨ªtica en Catalu?a est¨¢ en el l¨ªmite. La tensi¨®n en la sociedad catalana es extrema, el bloqueo pol¨ªtico sigue y no se atisban salidas claras. Quiz¨¢s estamos en el peor momento. Nadie parece poner en duda que desde el Gobierno de la Generalitat se intent¨® un golpe de Estado. Cuando un poder p¨²blico intenta sustituir el orden constitucional democr¨¢tico por medios ilegales, como sucedi¨® en septiembre y octubre, estamos ante un golpe de Estado. No hacen falta asonadas militares ni tanques en las calles, todo es m¨¢s sutil, postmoderno y tecnol¨®gico. Lo que se va descubriendo, lo que se detalla en los autos judiciales sobre los presuntos responsables del golpe, es que hab¨ªa una trama bien preparada con mucha antelaci¨®n.
Se pretend¨ªa poner al Estado contra las cuerdas para obtener mediante la fuerza una nueva posici¨®n constitucional de Catalu?a en Espa?a. No creo que a nadie medianamente enterado de c¨®mo funciona el mundo de hoy le cupiera en la cabeza que la independencia, la creaci¨®n de un Estado soberano catal¨¢n, fuera posible. Era evidente desde el principio que Catalu?a dejar¨ªa de formar parte de la UE y no ser¨ªa reconocida por el resto de Estados de la comunidad internacional, con letales repercusiones econ¨®micas y sociales.
As¨ª pues, no se pretend¨ªa en serio la independencia sino doblegar la voluntad del Estado por m¨¦todos ilegales para cambiar el modelo constitucional. Para ello, desde una posici¨®n de fuerza, se ten¨ªa que llegar a una negociaci¨®n con el objetivo de establecer un r¨¦gimen especial para Catalu?a sustancialmente distinto al de las dem¨¢s comunidades aut¨®nomas. En el lenguaje nacionalista a esto se le denomina una nueva relaci¨®n con Espa?a: pactar de naci¨®n a naci¨®n y establecer un sistema confederal de soberan¨ªa compartida.
Al final, tras angustiosas semanas, el orden democr¨¢tico se impuso mediante la aplicaci¨®n del art. 155 de la Constituci¨®n. Aparentemente, all¨ª se acab¨® el proc¨¦s. Pero, ?ha sido as¨ª o bien se trata de un simple par¨¦ntesis para reanudar las actividades golpistas tras formarse un Gobierno? En ese caso, quiz¨¢s estar¨ªamos en peor situaci¨®n que a primeros de septiembre pasado porque muchas cosas se han agravado por varias razones.
En primer lugar, como los m¨¢ximos dirigentes presuntamente golpistas est¨¢n procesados, en la c¨¢rcel o fugados al extranjero, se ha levantado una ola de sentimentalismo que acrecienta el apoyo al bloque nacionalista. El principal lema del programa electoral independentista en los comicios del 21 de diciembre fue el de ¡°libertad para los presos pol¨ªticos¡±, aunque esta condici¨®n sea una evidente falsedad. Hay pol¨ªticos presos, no presos pol¨ªticos. Otegui fue un pol¨ªtico preso, no un preso pol¨ªtico.
En segundo lugar, de la agresividad en las redes sociales se ha pasado a la agresividad en la calle: cualquier d¨ªa, a cualquier hora, puede producirse alg¨²n altercado violento con riesgo de que llegue a ser tr¨¢gico. Son cada vez m¨¢s habituales los ataques a los pol¨ªticos y a las sedes de los partidos, las pintadas ofensivas, los escraches, las amenazas a los jueces, los moralmente intimidatorios lazos amarillos, los cortes de carreteras. El independentismo adquiere aires de revuelta popular, los mossos han perdido autoridad, los polic¨ªas y guardias civiles no quieren venir a Catalu?a¡ ?La calle es suya?
En tercer lugar, las medidas en aplicaci¨®n del art. 155 CE no han resultado eficaces. Se interpret¨® este precepto de una manera extrema al cesar al presidente de la Generalitat, disolver el Parlament y convocar elecciones. Todo ello, sin duda, con justificaci¨®n constitucional: atentar gravemente contra el inter¨¦s general de Espa?a, tal como prev¨¦ el citado precepto de la Constituci¨®n. Ahora bien, su rendimiento posterior ha sido muy pobre: la Generalitat intervenida casi se ha limitado a resolver asuntos de tr¨¢mite.
La ¨²nica nota optimista a esta situaci¨®n es una notable reacci¨®n de los sectores sociales constitucionalistas. La multitudinaria manifestaci¨®n del 8 de octubre fue un gran ¨¦xito. Esta inyecci¨®n de moral ha tenido continuidad en los meses siguientes y actualmente afloran en p¨²blico posiciones de aquellos que hasta ahora permanec¨ªan callados. El miedo, a veces, resulta estimulante. ?Qu¨¦ se forme un Gobierno es la mejor salida? Depende. Si es un Gobierno con voluntad de detener el proc¨¦s y volver a la normalidad auton¨®mica, sin duda. Si es para continuarlo, saltarse de nuevo las leyes y ocupar la calle, mejor seguir con el 155 hasta restablecer definitivamente el orden democr¨¢tico.
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