Una belleza inabarcable
El fundador de Pink Floyd recurre a un repertorio muy cl¨¢sico, pero ser¨¢ dif¨ªcil experimentar algo mejor
?Pink Floyd visita Madrid en pleno siglo XXI? El titular resultar¨ªa falsario y su materializaci¨®n, ya del todo inviable. Pero lo de anoche no fue ning¨²n suced¨¢neo, sino la m¨¢s leg¨ªtima de las recreaciones posibles. Y una sacudida sonora como no se conoce igual: si no queda m¨¢s remedio que despellejarse los t¨ªmpanos, que acontezca en una ocasi¨®n as¨ª.
Nadie dir¨ªa de ¡®Is this the life we really want?¡¯, el ¨¢lbum que en 2017 le sirvi¨® a Roger Waters para acabar con 25 a?os de silencio discogr¨¢fico, que es una colecci¨®n endeble. Al contrario, cualquier jovencito que se acerque a ella quiz¨¢ colija que nunca ha escuchado nada tan abrumador. Pero ?qui¨¦n quiere escuchar repertorio de estreno si el hombre que se nos hizo carne anoche en el WiZink consta como fundador de una de las bandas m¨¢s apote¨®sicas de la historia?
No sabemos qu¨¦ grado de frustraci¨®n le producir¨¢ a un caballero de 74 primaveras que solo trascienda aquello que concibi¨® como treintea?ero, pero es evidente que transige y lo asume. La gira se denomina ¡®Us + Them¡¯, como uno de sus celeb¨¦rrimos cl¨¢sicos, y anoche entreg¨® a los 15.000 asistentes 18 piezas de Pink Floyd sobre un total de 22. Extraigan ustedes la media, pero el futbolero lo resumir¨ªa as¨ª: goleada.
Lo vivido fue, ante todo, una experiencia colosal, una bofetada audi¨®fila como la memoria no atina a encontrar otra semejante. El sonido supone una sacudida abrumadora que abarca todas las orientaciones espaciales, y todo ello no se restringe a una mera cuesti¨®n t¨¦cnica. Desde?ar su valor ser¨ªa tan absurdo como el panadero que no le concede importancia a la harina.
Waters no aporta novedades: hemos escuchado ¡®The dark side of the moon¡¯, ¡®The wall¡¯ y ¡®Animals¡¯ millones de veces y las variaciones sobre los originales son muy sutiles. El soporte audiovisual es llamativo pero no inaudito. ?Y qu¨¦? El d¨²o vocal de las dos coristas (Jess y Holly, del grupo Lucius) en ¡®The great gig in the sky¡¯ fue, como tantos momentos, de una belleza inabarcable. ¡®Wish you were here¡¯ siempre llenar¨¢ las cuencas de l¨¢grimas. Y los mensajes de ¡°resistencia¡± del intermedio, contra el neofascismo o el fundador de Facebook, representaban un grito en letras rojas justo cuando en cualquier gran evento solo cotiza al alza la cerveza. Waters ser¨¢ un viejito rico, pero no acomodado.
Los 20 minutos de pausa conducen a un amplio repaso de ¡®Animals¡¯ a partir de ¡®Dogs¡¯ y ¡®Pigs¡¯, dos piezas extensas, inc¨®modas, perturbadoras y, 41 a?os despu¨¦s de publicadas, quiz¨¢ m¨¢s vigentes que nunca. La pasarela central que desciende del techo, parecida a la de U2 en la gira de ¡®Innocence + Experience¡¯, es una virguer¨ªa solo equiparable a la del trabajo a la guitarra del mism¨ªsimo Jonathan Wilson (¡°ese jipi residente que debe haber en toda banda¡±, seg¨²n Waters), un fichaje que ni el de Iniesta por el f¨²tbol japon¨¦s.
Pigs¡¯ sirve, ya se sabe de antemano, para ridiculizar a Trump con la inquina de unas fotos grotescas y, a¨²n peor, la mera reproducci¨®n consecutiva de algunas de sus afirmaciones m¨¢s est¨²pidas. Pero es m¨¢s rese?able todav¨ªa la t¨®rrida org¨ªa del saxo que garabatea a lo largo de todo ¡®Us and them¡¯, otro de esos solos ante los que seguir¨¢n relami¨¦ndose nuestros tataranietos. Esos mismos a los que el nombre de Donald solo les sonar¨¢ a un antiqu¨ªsimo dibujo animado.
Podemos estar de acuerdo con ¨¦l en todo o en nada, pero Waters no se calla y su discurso tras las dos piezas finales de ¡®The dark side of the moon¡¯ (con el ic¨®nico prisma dibujado en l¨¢ser sobre la audiencia) es de un apasionamiento formal muy hermoso. Nuestro hombre lo tendr¨ªa muy f¨¢cil para no meterse en berenjenales, pero jam¨¢s, y menos ahora, ha tenido intenci¨®n de callarse. Si adem¨¢s su esfuerzo por acerc¨¢rsenos y enardecernos se prolonga durante casi tres horas, resulta muy dif¨ªcil adjudicarle alg¨²n reproche. Roger ha envejecido bien; su m¨²sica, a¨²n mejor. Que ¨¦l y que todos nosotros.
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