Lo que el fara¨®n no querr¨ªa que supieras
La exposici¨®n en CaixaForum sobre los reyes de Egipto permite asomarse al mundo verdadero detr¨¢s del mito y la propaganda
La palabra ¡°fara¨®n¡± conjura im¨¢genes de poder omn¨ªmodo y soberana majestad. Los reyes del Antiguo Egipto son el gran modelo de la monarqu¨ªa absoluta y divinizada. Gobernantes que inspiraban un temor reverencial y eran capaces de asombrar al mundo construyendo las pir¨¢mides o code¨¢ndose con los dioses. Y sin embargo... La fin¨ªsima exposici¨®n Fara¨®n, que puede verse hasta el 16 de septiembre en el CaixaForum de Barcelona y viajar¨¢ luego al de Madrid, muestra que detr¨¢s de la pompa, el aparato, los monumentos, los rituales y las grandiosas proclamas se escond¨ªa a menudo un mundo en realidad muy diferente: la verdad que el fara¨®n seguramente nunca hubiera querido que supi¨¦ramos.
A trav¨¦s de una cuidad¨ªsima selecci¨®n de piezas de los fondos del British Museum nada menos (la mayor colecci¨®n de antig¨¹edades fara¨®nicas fuera de Egipto), la exposici¨®n, que incluye esculturas (impresionante Sejmet), joyas, relieves, ushebtis, estelas, dinteles, papiros y otros objetos, incluido un capitel hath¨®rico y un trozo del sarc¨®fago colosal de Rams¨¦s VI, invita a un paseo por los elementos y conceptos que compon¨ªan la imagen de los se?ores de las Dos Tierras, los signos y s¨ªmbolos de identidad del fara¨®n y su poder. Pero al mismo tiempo, desvela sutilmente c¨®mo muchas veces en la historia del Antiguo Egipto la monarqu¨ªa qued¨® literalmente en evidencia, mostrando que, por as¨ª decirlo, el fara¨®n estaba desnudo. Guerras civiles, victorias por los pelos y derrotas (con la muerte incluida del rey), conspiraciones, golpes de estado, asesinatos, apropiamiento de los monumentos de otros, gobernantes extranjeros (m¨¢s de mil a?os) o sin derechos din¨¢sticos, pillaje de las momias reales...
La propaganda trat¨® de tapar todo eso en aras de la idea de unos reyes serenos, omniscientes e inmutables, como muestran sus retratos, grand¨ªsimos guerreros (el fracaso no se documentaba) y garantes de Maat, el equilibrio c¨®smico. Cuando resulta que Rams¨¦s II, por poner el ejemplo de un fara¨®n ic¨®nico, no solo estaba siempre en un tris de perder sus batallas sino que de viejo el muy pillastre se te?¨ªa, como demuestra su momia.
En el maravilloso paseo por la majestad del fara¨®n, en penumbra, con una m¨²sica evocadora de fondo, aparecen aqu¨ª y all¨ª, indicios de esa realidad que nos permiten no solo ver la cara oficial de lo que era ser fara¨®n, sino asomarnos a la otra, y entender mejor Egipto. La comisaria, Marie Vandenbeusch, ha trazado un camino muy perspicaz a trav¨¦s de temas como la relaci¨®n con los dioses, los templos, los s¨ªmbolos de poder (nombres, coronas, cetros), los festivales, la guerra, la administraci¨®n o la vida de palacio, que funciona como un reloj suizo. Es una exposici¨®n sin concesiones a la espectacularidad, qiue apuesta por el detalle, aunque hay piezas que quitan el hipo, como un trozo de relieve arrancado de la tumba de Seti I, tres tabilllas de la correspondecia oficial de Amarna, un anillo de oro de Tauseret, un palo arrojadizo de fayenza azul de Akenat¨®n, un fragmento del papiro Abbot sobre el el saqueo de tumbas reales, o el arco de un comandante. No hay momias, cierto, y algunos las echamos de menos: es un vicio.
A destacar en la atm¨®sfera tan sobrecogedora el espacio dedicado espec¨ªficamente a los ni?os y en el cual puedes dejar a un fara¨®n en pa?os menores, lo cual, si bien se piensa, no est¨¢ nada re?ido con la idea de la exposici¨®n...
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