La viuda de Martin Verfondern: ¡°En Santoalla hicimos nuestro sue?o. Vivir¨¦ y morir¨¦ all¨ª¡±
Margo Pool reconstruye en el juicio la lucha por la que muri¨® su marido en la aldea ourensana y acepta una dr¨¢stica rebaja en su indemnizaci¨®n: "El dinero no puede devolverme la vida con Martin"
La viuda de Martin Verfondern, el vecino holand¨¦s de Santoalla do Monte (Pet¨ªn) asesinado en enero de 2010 y cuyos restos fueron recuperados en junio de 2014, se ha sentado en el juicio a apenas un par de metros de los acusados por la muerte, los hermanos Juan Carlos y Julio Rodr¨ªguez, hijos de la ¨²nica familia nativa con la que los extranjeros compart¨ªan la apartada aldea de las monta?as. Aunque ellos bajaban la vista, en especial Carlos, que no ha levantado la cabeza en ninguna sesi¨®n, no es para ella dif¨ªcil mirarles a los ojos. Despu¨¦s de la misteriosa desaparici¨®n de Verfondern, Margo Pool sigui¨® conviviendo con la familia que odiaba a su marido. Y lo hizo siempre "sin miedo", porque el que ten¨ªa esp¨ªritu reivindicativo y luchaba contra los Rodr¨ªguez en los juzgados reclamando la mitad que le tocaba de las ganancias del monte comunal era Verfondern. A ella, tras una ausencia temporal, sigui¨® visit¨¢ndola Juan Carlos cuando paseaba con la escopeta al hombro por la aldea. Hablaban "del tiempo y de los animales", con el parco lenguaje del gallego con discapacidad intelectual y las dificultades idiom¨¢ticas de la holandesa que desde que lleg¨® en 1997 no ha logrado dominar la lengua. Tambi¨¦n Julio, seg¨²n dijo este en la primera sesi¨®n del juicio, le encargaba cabritos. La viuda del asesinado y los supuestos asesinos siguieron compartiendo el reducido espacio de la aldea pr¨¢cticamente arruinada donde ya casi solo se manten¨ªan en pie las propiedades de ambas familias. Y ahora que ya no queda nadie m¨¢s que ella, porque Juan Carlos cumple prisi¨®n preventiva, Julio vive en Pet¨ªn y los padres de estos fallecieron recientemente, tras las detenciones, Margo Pool quiere quedarse para siempre. "Santoalla es muy hermosa. Martin y yo hicimos all¨ª nuestro sue?o. Por eso sigo viviendo all¨ª y all¨ª morir¨¦, si es posible", ha explicado hoy al fiscal.
A lo largo de su declaraci¨®n, Margo ha descrito la transformaci¨®n de su esposo desde que empezaron los continuos choques con la familia oriunda, despu¨¦s de un primer a?o y medio de amabilidades y buena vecindad. Antes ¨¦l era alegre y bromista, y con el tiempo, sobre todo al final, viv¨ªa preocupado, entregado solo a dar la batalla por sus derechos y por lo que consideraba que era justo. "Martin no era obsesivo, pero no pod¨ªa convivir con la injusticia", ha explicado la viuda. De tal manera que instal¨® para proteger sus propiedades de aquello que ¨¦l llamaba el "terrorismo rural" ejercido por la familia rival un par de c¨¢maras disuasorias, y nunca sal¨ªa de casa sin otra c¨¢mara de mano con la que grabar cualquier posible "agarrada" con Manuel Rodr¨ªguez, O Gafas, el padre de Julio y Juan Carlos. "Yo a Martin le dec¨ªa que dejase esas cosas para que pudi¨¦ramos vivir en paz", ha recordado esta ma?ana Pool. Pero ¨¦l no cesaba en su empe?o.
El d¨ªa que desapareci¨® Martin, el 19 de enero de 2010, ella estaba en Alemania, el pa¨ªs natal de Verfondern, nacionalizado holand¨¦s. Llevaba all¨¢ mes y medio, cuidando de un t¨ªo de su esposo enfermo de c¨¢ncer y gestionando el ingreso en una residencia de otros dos con alzheimer. Al llegar la noche, alarmado, un voluntario israel¨ª, Michael Levy, la telefone¨® para alertarla. Al d¨ªa siguiente, Margo emprendi¨® el regreso en su coche a trav¨¦s de Europa y ah¨ª comenz¨® su espera de cuatro a?os hasta que apareci¨® el cuerpo.
Pese a que Martin Verfondern era buen conductor y conoc¨ªa profundamente aquella carretera de monta?a aupada entre precipicios que llevaba de Pet¨ªn a Santoalla, en lo primero que pens¨® la viuda fue en un accidente. Todo esto a pesar de que su esposo, en sus ¨²ltimos meses de vida, hab¨ªa escrito una carta al juzgado advirtiendo de que, si le pasaba algo, los culpables ser¨ªan los miembros de la otra familia. Un tribunal acababa de darle la raz¨®n en la guerra por el monte comunal, reconoc¨ªa sus plenos derechos sobre la mitad de los beneficios y la convivencia se hab¨ªa vuelto imposible. Martin sol¨ªa recordar que en la casa de los Rodr¨ªguez hab¨ªa "escopetas y una pistola". ?l s¨ª ten¨ªa miedo. Por s¨ª mismo y por ella. Pero con aquella carta al juzgado, de la que Margo Pool hall¨® luego copia entre los papeles de su marido, nunca se supo qu¨¦ pas¨®.
Adem¨¢s de una orden de alejamiento de Carlos y Julio Rodr¨ªguez durante un cuarto de siglo, en el escrito de acusaci¨®n, el fiscal, Miguel Ruiz, reclamaba a favor de la viuda una indemnizaci¨®n de 200.000 euros. Hoy en el juicio le ha preguntado por esto: "?Usted quiere ser indemnizada?". "Creo que el dinero es simb¨®lico", ha respondido ella. "?Y le parece bien si yo reclamo 50.000?", ha vuelto a preguntar el fiscal. Y ella ha asentido. Margo Pool ha aceptado ante los acusados, el jurado popular y el presidente del tribunal, Antonio Pi?a, una rebaja radical en la cantidad exigida para resarcir la p¨¦rdida de su pareja.? "El dinero no puede devolverme la vida con Martin", ha dicho.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.