¡°Le calentaron la cabeza y dispar¨® al holand¨¦s para agradar a su padre y a su hermano¡±
El fiscal rebaja de asesinato a homicidio la muerte de Martin Verfondern. Carlos Rodr¨ªguez, discapacitado mental, dispar¨® un tiro "devastador" empujado por el odio de su familia al forastero
Nunca se llegar¨¢ a saber si Martin Verfondern muri¨® en el acto o se desangr¨® lentamente y a¨²n estaba vivo cuando su cuerpo fue abandonado por Julio Rodr¨ªguez, hijo mayor de Manuel O Gafas, en el inh¨®spito paraje nevado de As Touzas da Azoreira (A Veiga, Ourense). Lo que se sabe es que hoy, tras el alegato final, el principal acusado por el crimen del "holand¨¦s de Pet¨ªn", Juan Carlos, hijo peque?o y minusv¨¢lido de O Gafas, lloraba en su silla, con la cabeza enterrada entre las manos. Mientras en los bancos de atr¨¢s, en la Audiencia Provincial de Ourense, Margo Pool, la viuda de Verfondern, ya no pod¨ªa aguantar m¨¢s el llanto al que ha tratado de poner barreras durante ocho a?os y medio. Sentado al lado de Juan Carlos, discapacitado mental y eslab¨®n d¨¦bil de la familia Rodr¨ªguez, su hermano Julio aprovechaba la ¨²ltima palabra como acusado de encubrimiento para pedir "excusas" a la vecina por tanto dolor, y al fin parec¨ªa respirar aliviado.?
El crimen de Santoalla (Pet¨ªn, Ourense), en el que perdi¨® la vida en enero de 2010 Martin Verfondern solo por reclamar sus derechos sobre el monte en mano cum¨²n que dominaba por completo la familia nativa del pueblo, llega a su recta final. El fiscal ha reducido el delito de Carlos de asesinato a homicidio porque su "retraso mental leve" no le impide tener "malicia" y distinguir "el bien del mal", pero lo incapacita para premeditar. No obstante ha insistido en que la muerte se debi¨® al odio inculcado por la familia gallega, d¨ªa tras d¨ªa, a?o tras a?o, en el acusado. "Le calentaron tanto la cabeza que dispar¨® al holand¨¦s para agradar a su padre y a su hermano", ha resumido el representante del ministerio p¨²blico, Miguel ?ngel Ruiz, al jurado popular que ahora delibera el veredicto y esta noche dormir¨¢ aislado en un hotel de Ourense.
La convivencia entre los Rodr¨ªguez y los vecinos que rompieron su soledad en el pueblo se enrareci¨® poco a poco durante muchos a?os. Tras un primer momento "id¨ªlico", los problemas comenzaron a aflorar cuando Martin Verfondern, que lleg¨® con su esposa a Santoalla en 1997 para construir su proyecto de vida ecol¨®gica, empez¨® a rehabilitar la casa que hab¨ªa comprado, situada al lado contrario que la de O Gafas en el pueblo casi abandonado. La "gota que colm¨® el vaso de la paciencia de Manuel, un hombre con mal car¨¢cter, agresivo, violento; de su esposa Jovita, de Julio y de Juan Carlos", defiende la fiscal¨ªa, "fue el asunto del monte comunal".
En diciembre de 2009 la Audiencia de Ourense confirmaba los derechos por los que luchaba el vecino holand¨¦s, siempre consciente de que, con esta reivindicaci¨®n en el territorio del que O Gafas se sent¨ªa amo y se?or, pon¨ªa en riesgo su existencia. En diciembre quiso contratar un seguro de vida pero la due?a de la agencia le recomend¨® que se lo pensase unos d¨ªas porque a su edad, casi 52 a?os, era muy caro y hab¨ªa que hacer an¨¢lisis m¨¦dicos. El 19 de enero de 2010, el d¨ªa en que Jovita Gonz¨¢lez estaba atareada en casa con la matanza del cerdo, Juan Carlos dej¨® supuestamente la encomienda que le tocaba, atar los chorizos, y sali¨® a pasear en la ma?ana helada, como tantas veces con su escopeta, por donde nunca sol¨ªa hacerlo. Poco despu¨¦s del mediod¨ªa, a la entrada de la remota y desolada Santoalla, coincidi¨® en el estrecho camino con Verfondern, que sub¨ªa a bordo de su viejo Chevrolet Blazer de hacer recados en los pueblos grandes del valle.
"El holand¨¦s ven¨ªa como un loco. Cog¨ª la escopeta. Bum, bum... me escond¨ª y que me busquen", relataba Carlos en una charla distendida en la aldea, casi cinco a?os despu¨¦s y entre risas, a dos perplejos guardias civiles vestidos de paisano. En aquel momento su hermano Julio, y no ¨¦l, era el verdadero sospechoso, pero el peque?o de la casa se hab¨ªa delatado sin quererlo. "Puede que no hubiera un plan preconcebido, que no le tendiese una emboscada. Pero Carlos ven¨ªa de casa con la cabeza caliente y se le encendi¨® el chip por una discusi¨®n tonta de tr¨¢fico" contra aquel vecino reivindicativo que "solo quer¨ªa sus derechos" sobre las 355 hect¨¢reas del monte en mano com¨²n, asegura el fiscal del caso.
El tiro que mat¨® a Martin Verfondern fue "devastador", seg¨²n han explicado esta ma?ana por videoconferencia los agentes de bal¨ªstica que reconstruyeron todas las posibilidades de aquel fatal encuentro. Cuando aparecieron los restos, en medio de una fogata, en As Touzas da Azoreira, las alima?as hab¨ªan devorado el t¨®rax de la v¨ªctima y no aparecieron costillas ni v¨¦rtebras que revelasen al antrop¨®logo forense Fernando Serrulla el tipo de munici¨®n utilizada. La familia Rodr¨ªguez atesoraba entre dos casas en Pet¨ªn y Santoalla 14 armas diferentes, pero Carlos sol¨ªa llevar al hombro, alternativamente, dos escopetas del calibre 12. Seg¨²n los peritos de la Guardia Civil pudo tratarse de "un proyectil ¨²nico" o bien de un cartucho "con perdigones o postas". De cualquiera de las maneras, en aquella v¨ªa estrecha flanqueada por un terreno en ca¨ªda y teniendo en cuenta el ancho del Chevrolet de Verfondern (una tanqueta que hab¨ªa tra¨ªdo de Holanda y hab¨ªa sido utilizada antes por el Ej¨¦rcito de Estados Unidos) la distancia del disparo no pudo ser de m¨¢s de "un metro o metro y medio". Por debajo de los 10, cualquier munici¨®n del calibre 12 tiene "un potencial lesivo alt¨ªsimo, devastador", han insistido varias veces los agentes. Si el impacto se produce en ¨¢reas vitales "la v¨ªctima muere sin lugar a dudas", y si no "las lesiones son enormemente serias y se genera much¨ªsima sangre".
En aquella zona de pinos y lobos donde yacieron a la intemperie los restos de Martin Verfondern cuatro a?os y medio, en junio de 2014 ya no apareci¨® m¨¢s que el 13% de su esqueleto. Todas las respuestas sobre su forma de morir "estaban en el 87% restante", dice el fiscal. Se sabe que muri¨® de un tiro por lo que revel¨® Carlos hasta que se sumi¨® en el silencio que ha mantenido durante toda la semana de juicio. Si Juan Carlos solo acert¨® a darle en un hombro, Verfondern se habr¨ªa desangrado pero su muerte no habr¨ªa sido instant¨¢nea.
A eso de la una de la tarde, Julio Rodr¨ªguez lleg¨® a la aldea con su tractor cargado de hierba. Se encontr¨® el coche del holand¨¦s encendido y con la ventanilla del piloto bajada. La v¨ªctima aparec¨ªa derrumbada sobre los asientos. Al momento comprendi¨® lo que hab¨ªa pasado, supo que su familia ten¨ªa un grave problema, y "en vez de llamar a la ambulancia", seg¨²n ¨¦l sin ver sangre en el vecino decidi¨® hacer desaparecer las pruebas del delito, llev¨¢ndose el autom¨®vil y el cuerpo, vivo o muerto, a 19 kil¨®metros. Hasta el lugar m¨¢s solitario que conoc¨ªa. All¨ª, solo, ascendi¨® por un cortafuegos y logr¨® empujar al hombre de 95 kilos hasta un terreno en pendiente, plantado de pinos j¨®venes. Abandon¨® todo y regres¨® a casa caminando sin ser visto por caminos forestales que nadie transita y ¨¦l conoce como la palma de su mano.
A Julio Rodr¨ªguez el encubrimiento "le sale gratis", ha dicho el fiscal, porque aunque es "moralmente reprobable" el C¨®digo Penal en Espa?a exime a los parientes cercanos. Y tanto este como su hermano, con una minusval¨ªa del 65%, fueron perfectamente capaces de ver sufrir a la viuda de Martin Verfondern en la otra casa habitada del pueblo. Y disimular y callar, y desviar la conversaci¨®n hacia otros derroteros cuando alguien les preguntaba por el holand¨¦s hasta finales de 2014, cuando tras el hallazgo fortuito del Chevrolet y los huesos en junio se precipit¨® la investigaci¨®n que hab¨ªa estado estancada. Jovita y Manuel O Gafas segu¨ªan entonces vivos. Ahora ya han muerto los dos.
Al comienzo de esta semana de juicio, el fiscal reclamaba para Juan Carlos 17 a?os y para Julio Rodr¨ªguez planteaba una alternativa: si solo hab¨ªa colaborado como encubridor escondiendo el cuerpo, quedaba exento de pena por ley, pero si se confirmaba que hab¨ªa orquestado con su hermano la muerte del vecino tendr¨ªa que pasar entre rejas 18 a?os. Adem¨¢s, ambos deber¨ªan permanecer lejos de todo el municipio de Pet¨ªn durante 25 y 26 a?os, respectivamente, e indemnizar a Margo Pool con 200.000 euros.
Hoy, Miguel Ruiz ha librado de la c¨¢rcel al hermano mayor y ha menguado la pena del menor, que ya tiene 51 a?os, hasta una d¨¦cada y media. Los abogados que defienden por separado a los hermanos acusados han manifestado su conformidad con esta decisi¨®n. Si tras el veredicto del jurado popular la sentencia del magistrado Antonio Pi?a coincide con la petici¨®n de la fiscal¨ªa, Juan Carlos saldar¨¢ el haber disparado a Verfondern cuando lleg¨® a la aldea conduciendo "como un tolo" con 10 a?os por homicidio y seis meses por tenencia il¨ªcita de armas, una vez aplicada la atenuante de su discapacidad intelectual leve. De este tiempo hay que restar la prisi¨®n provisional que cumple desde diciembre de 2014 en Pereiro de Aguiar. Adem¨¢s, Ruiz reclama que durante 11 a?os y medio no pueda pisar Santoalla, pero s¨ª Pet¨ªn, para facilitar que sea acogido por su hermano ahora que no tiene padres. Margo Pool se conforma con una indemnizaci¨®n de 50.000 euros porque, como dice ella, "el dinero" no le va a "devolver la vida con Martin". Al acabar la ¨²ltima sesi¨®n del juicio, la viuda se ha vuelto a Santoalla do Monte, donde ahora habita sola, con sus perros, sus gatos y sus cabras.
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