Ponga un Churchill en su cita
Puigdemont, conocedor de la tendencia ciudadana a desconfiar de los partidos, busca su propia alternativa engendrando un movimiento sustitutorio
Dicen que nadie es perfecto y tambi¨¦n que la pr¨¢ctica te hace perfecto. Quisiera que se pusieran de acuerdo¡± ironiz¨® Winston Churchill acerca de quienes jugaban con la contradicci¨®n. Es posible que se refiriera a los que hablaban de ¨¦l porque si algo consigui¨® en vida aquel l¨ªder fue provocar sentimientos encontrados sobre su persona y sus pol¨ªticas. Son incontables los documentos de todo tipo que as¨ª lo reflejan. Desde sus propios libros que le valieron el premio Nobel de literatura por su dominio de la descripci¨®n hist¨®rica y su oratoria a biograf¨ªas, ensayos, documentales, series y pel¨ªculas como la reciente El instante m¨¢s oscuro.
Tan excesivo fue en todo aquel ingl¨¦s que sus estudiosos publicaron un volumen de falsas citas para que dejaran de atribuirle lo que nunca hab¨ªa dicho. Y es que a Churchill se le usa para un barrido y un fregado. Y aunque es cierto que en su dilatada vida p¨²blica dio cancha suficiente para facilitarlo gracias a sus prol¨ªficos chascarrillos, sentencias, sarcasmos y ocurrencias, tambi¨¦n lo es que ¨¦l recelaba de este tipo de menciones advirtiendo que era bueno que tales recopilaciones las leyeran las personas sin formaci¨®n.
La aparici¨®n de Quim Torra en lo que se pretend¨ªa que fuera el r¨¦quiem del PDeCAT con una fotograf¨ªa en el bolsillo superior de su chaqueta del gran vencedor de la Segunda Guerra Mundial, sirvi¨® a unos cuantos para especular acerca del motivo. ¡°Me dar¨¢ fuerza. No surrender¡±, explic¨® el President de la Generalitat relacionando su necesidad y la del independentismo con el m¨¦todo del premier brit¨¢nico para insuflar ¨¢nimos a sus compatriotas durante aquellos largos y dram¨¢ticos a?os en los insisti¨® incansablemente que nunca, nunca, nunca hay que rendirse.
Es obvio que el paralelismo hist¨®rico es una exageraci¨®n en toda regla. A pesar de las expresiones b¨¦licas que se han acu?ado tanto desde Catalu?a como desde Espa?a nada aguanta la comparaci¨®n. Afortunadamente. Como tampoco sirve relacionar nuestra situaci¨®n con la de Irlanda del norte a pesar de quienes insisten desde hace meses del riesgo de ¡°ulsterizaci¨®n¡± que m¨¢s parece que lo desean a que sea cierto. Y algunos hacen mucho para que se cumpla su pron¨®stico.
Llevo semanas recorriendo la Pen¨ªnsula Ib¨¦rica, de norte a sur y de este a oeste, para contrastar si el proc¨¦s ha roto familias y ha distanciado amigos. Y aunque he dado con algunos casos pero que acumulaban razones previas de otra ¨ªndole para la tirantez, lo cierto es que la cordura se impone a la intransigencia. Y que antes se decreta el silencio del grupo a permitir que este gran dislate arrase con todo. Vayan con cautela los pol¨ªticos de ambos lados porque es a ellos a quienes se?alan los ciudadanos mucho m¨¢s sensatos que sus representantes. Tanto independentistas o simpatizantes como constitucionalistas o unitarios. Los unos por decepci¨®n al no haberse cumplido las promesas, los otros por su poca capacidad de previsi¨®n. Y todos por incompetencia al no querer dialogar ni hacer frente al problema.
Mientras, una tensi¨®n partidista disparada va cavando unas trincheras irreconciliables. Puigdemont ha reencontrado en Casado la horma del zapato que le hab¨ªa desaparecido con el desalojo de Rajoy de la Moncloa. Y el aznarista ha recuperado para el eje del conservadurismo espa?ol el eslab¨®n perdido que tanto r¨¦dito electoral les hab¨ªa aportado. La prueba la tenemos en la cita en Barcelona de la ejecutiva del PP para demostrar que el partido vuelve por donde sol¨ªa: a sacar pecho sin entender el conflicto.
Puigdemont, conocedor de la tendencia ciudadana a desconfiar de los partidos, busca su propia alternativa engendrando un movimiento sustitutorio. Y como para ello necesita una base legal y consolidada ha intentado hacerse con la estructura del mismo artefacto que quiere dinamitar. Apartada la Duran Lleida del PDeCAT, seg¨²n su descripci¨®n de Marta Pascal, los asociados le responden a la catalana: s¨ª pero no. Independencia pero no inmediata, transparencia pero no connivencias, primarias pero no dedazo. Tan interesante se puso la cita que alg¨²n asistente record¨® a Churchill evocando que una naci¨®n que olvida su pasado no tiene futuro. Y ciertos revenidos asesores del expresident parecen decididos a querer borrar la historia de su partido quiz¨¢s porque tambi¨¦n forma parte de su propio curr¨ªculo. Y no necesariamente por sus mejores momentos ni sus p¨¢ginas m¨¢s brillantes. En ellos parece habitar la constante persecuci¨®n del ¨¦xito. Ese horizonte que consiste en ir de fracaso en fracaso sin perder el entusiasmo. Tambi¨¦n lo dijo Churchill. El l¨ªder que cambi¨® el rumbo de la historia, seg¨²n Boris Johnson. El que defini¨® al fan¨¢tico como aquella persona que no cambia ni de opini¨®n ni de tema. El referente en el que se escud¨® Puigdemont para negarse a conceder entrevistas a medios espa?oles porque tampoco lo hizo durante la guerra el hombre que toler¨® y apuntal¨® a Franco.
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