La ¡°cara B¡± de los Veranos de la Villa
El festival veraniego propone iniciativas inesperadas, con un mismo fin: llevar el espect¨¢culo a los distritos
No es habitual que por un festival que organiza un Ayuntamiento, en su mayor¨ªa gratuito, pasen artistas de la talla de Matthew Herbert, ?lafur Arnalds, Atom TM o Javier Perianes. Pero Veranos de la Villa no son solo relumbrosos nombres de la electr¨®nica, el pop o la m¨²sica cl¨¢sica. La programaci¨®n veraniega municipal dura todo el verano y da para mucho, tambi¨¦n para iniciativas menos bomb¨¢sticas, pero igual de eficaces a la hora de animar a los vecinos a invadir el espacio p¨²blico de los 21 distritos. Especialmente, a los que vienen de otros barrios.
Son la ¡°cara b¡± del cartel, propuestas sorpresivas, que logran que Veranos de la Villa no caiga en la obviedad de otros festivales. ¡°No est¨¢ destinado solo a llenar¡±, explica su directora, la madrile?a Maral Kekejian, ¡°sino a que la gente se sienta parte del espacio p¨²blico. Que lo asimile como propio¡±.
No todas las propuestas pasan necesariamente por un escenario. Sergio Fanjul, poeta, periodista, colaborador en este peri¨®dico y cronista a pie de adoqu¨ªn, es el paseador oficial de la Villa de Madrid hasta el 1 de septiembre. ¡°El verano pasado fui a los conciertos del festival a pie, y escrib¨ªa mi experiencia en Facebook. Le propuse a Veranos de la Villa ser su paseador este a?o¡±, explica Fanjul. Sus cr¨®nicas, con su habitual verbo inmediato y afilado, pueden leerse en la web del festival y los pasquines que entregan en los espect¨¢culos.
La almendra no est¨¢ en lo descriptivo, sino en las conclusiones de alguien (tal vez la ¨²nica persona del mundo) que se recorrer¨¢ los 21 distritos a pie. ¡°Madrid no existe como tal, es un conglomerado. Cada persona lo vive desde su barrio de una forma diferente, y la ciudad es la suma de todos los madrides subjetivos¡±, resume Fanjul, testigo, por sus odiseas urbanas, de las diferencias de clases: ¡°La imagen cosmopolita se reduce al centro. Alrededor hay zonas realmente pobres, con una arquitectura monol¨ªtica de ladrillo visto. Se da la paradoja de que en estos barrios se usa mucho el espacio p¨²blico, los parques son lugares de encuentro. En los ricos, apenas se usan, pero reciben m¨¢s inversi¨®n para el mantenimiento de sus calles¡±, explica el andador, cuya mayor pateada ha sido, por el momento, de tres horas y media: desde su casa de Lavapi¨¦s hasta Barajas.
Otra de la iniciativas venideras (22 y 23 de agosto) tiene un t¨ªtulo imprevisible: Drag¨®n, descansa en el lecho marino. Tampoco tira de un escenario convencional: ser¨¢ en la piscina del Centro Deportivo Municipal Palomeras, donde seis nadadoras coreografiar¨¢n de los movimientos del animal mitol¨®gico. ¡°Queremos a?adir el concepto de arte a la nataci¨®n sincronizada¡±, cuenta Pablo Esbert, director junto a Federico Strate, que tambi¨¦n crea la m¨²sica electr¨®nica que acompa?ar¨¢ la obra. Unas luces subacu¨¢ticas dar¨¢n onirismo del espect¨¢culo.
Otra iniciativa s¨ª recurre a un escenario habitual; no es habitual quien lo pisa. En Vivir en videoclip, t¨², yo, nosotris y un karaoke (16 de agosto, parque Huerta del Obispo), el investigador en artes esc¨¦nicas Anto Rodr¨ªguez se convierte en cantante de repertorio pachanguero, y anima al p¨²blico a tomarle el relevo. ¡°Les ponemos humo, ventiladores, atrezos varios... Para jugar ser estrellas¡±, explica. Esto forma parte de su tesis doctoral, en la que quiere demostrar que ¡°la denostada cultura popular est¨¢ incardinada en todos nosotros¡±. Y zanja, retador: ¡°Que levante la mano quien no haya cantado a Raffaela Carr¨¤¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.