¡°Me quita el sue?o la gente que no piensa en colectivo¡±
Marta Ill es la portavoz del Sindicato de Inquilinos que, entre otros objetivos, persigue generar un parque p¨²blico de alquiler en Barcelona
Cuando hace dos a?os Marta Ill se quiso emancipar, descubri¨® que los alquileres estaban por las nubes. Hab¨ªa vivido en Londres, de Erasmus, con la ayuda de sus padres; y en Amsterdam, haciendo un m¨¢ster con una beca. ¡°All¨ª los alquileres son car¨ªsimos, pero los salarios son m¨¢s altos. Siempre hab¨ªa pensado que Barcelona ten¨ªa cosas negativas, pero que los alquileres eran accesibles. Y se han puesto imposibles, acceder a un piso de alquiler es casi m¨¢s dif¨ªcil que encontrar trabajo¡±.
Unos precios que han impactado en la tasa de emancipaci¨®n, se?ala. ¡°Es impensable alquilar, y m¨¢s con los salarios de los primeros empleos¡±. Desde que volvi¨® del extranjero, Ill ha encadenado contratos temporales. Los ¨²ltimos, como gestora cultural en el CCCB y ahora en el Observatorio de la Deuda en la Globalizaci¨®n. Una trayectoria muy distinta de la de sus padres, que s¨ª se beneficiaron del ascensor social: ¡°Tienen profesiones liberales, un piso de compra, tendr¨¢n pensiones... est¨¢n protegidos, aunque son pesimistas, ni se les pasa por la cabeza que mi hermano o yo nos hipotequemos y han entendido que tienen que acostumbrarse a que no tengamos empleo estable. Han asumido que el panorama es el que es. Yo todav¨ªa pude ver lo que se nos echaba encima con cierta perspectiva, pero a otros les lleg¨® la crisis de golpe. Mi hermano no pudo encontrar trabajo aqu¨ª y vive en Brasil. Y la gente que se marcha, si no tiene el colch¨®n de una familia que le resuelva el futuro, cuando vuelve se encuentra en la misma situaci¨®n. Al final, si te quedas aqu¨ª, como yo, est¨¢s haciendo una apuesta emocional: la sociedad est¨¢ da?ada y lo m¨ªnimo es comprometerse¡±, reflexiona.
Estudiando Ciencias Pol¨ªticas, Ill hab¨ªa participado en el movimiento estudiantil, y con compa?eros de la etapa universitaria crearon el colectivo Desllogades, para analizar y hacer visible el drama que comenzaba a vivir la ciudad con el precio del alquiler y la expulsi¨®n de vecinos. ¡°Quer¨ªamos hacer agitprop, movilizar a la gente¡±. ¡°Ten¨ªa inter¨¦s en la geograf¨ªa y la sociolog¨ªa urbana y r¨¢pidamente hice un clic: vi que pasaba algo grave y la ¨²nica forma de luchar es organizarse, porque ya hemos visto lo que ha pasado en otras ciudades con la vivienda¡±, relata.
En paralelo, se enteraron de la creaci¨®n del Sindicato de Inquilinos y de que comenzaba a haber grupos de barrio activos en la lucha por el derecho a la vivienda. Y lleg¨® la primera manifestaci¨®n de los colectivos agrupados bajo el paraguas de Barcelona no est¨¤ en venda, la que reconquist¨® La Rambla para los vecinos en enero de 2017. ¡°All¨ª ya salimos con pancarta propia, con el tema de los alquileres¡±. Con el Sindicato y los grupos de los barrios en marcha, Desllogades se disolvi¨® para integrarse en estos colectivos.
El Sindicato de Inquilinos se present¨® en mayo de 2017. Con tres grandes objetivos: ¡°Regular los precios, regular los contratos y generar un parque p¨²blico de alquiler¡±. Ill insiste varias veces durante la conversaci¨®n en que ¡°el sindicato es un proyecto colectivo, no es algo de personas en concreto y que el liderazgo es compartido¡±. Y que su protagonismo como portavoz ¡ª¡°coportavoz¡±¡ª es coyuntural.
Ill est¨¢ razonablemente satisfecha con el trabajo del Sindicato. Tienen m¨¢s de un millar de afiliados y voz cuando se habla de emergencia habitacional. Son un referente, asegura, para organizaciones similares de otras ciudades espa?olas o en Reino Unido o Argentina. ¡°Lo que perseguimos no es tanto una reacci¨®n al conflicto extremo que representa un desahucio; sino una estrategia previa para forzar la negociaci¨®n colectiva¡±, explica. Y detalla: ¡°Forzar negociaciones y a trav¨¦s de acciones con peque?os propietarios generar musculatura para tener capacidad de organizar movilizaciones m¨¢s estructurales¡±.
?Hacer de lobby? ¡°No, de Sindicato. Un lobby act¨²a en esferas m¨¢s institucionales, nosotros debemos tener presencia en la calle, a partir de los conflictos, generar acci¨®n que acabe forzando la regulaci¨®n¡±, responde. Y pone un ejemplo: ¡°No tiene sentido recoger firmas para reformar la LAU¡±, la ley que regula los alquileres. ¡°La ley la cambias organizando el conflicto en la calle, explicando a los inquilinos que es un problema colectivo y oponer resistencia¡±, dice. En este sentido, asegura que lo que peor lleva ¡°es hablar con gente que no piensa hacer nada para evitar la subida, que no se organiza, que no piensa en colectivo, es lo que me quita el sue?o¡±.
Ill cree que el sindicato y su entorno crecer¨¢n: ¡°Tengo esperanza de que el movimiento por la vivienda se cohesione, el potencial es enorme, hay mucha gente y muy variada implicada. Si no hacemos el tonto y trabajamos bien y juntos, lo conseguiremos. El a?o que viene nos toca organizarnos porque estamos todos en el mismo barco y tenemos que remar en la misma direcci¨®n¡±. ¡°Modificar la ley y alargar los alquileres de tres a cinco a?os [como ha anunciado el gobierno de Pedro S¨¢nchez] no es la soluci¨®n, es una broma de mal gusto. La soluci¨®n es sacar la vivienda del mercado, como ocurre con la sanidad o la educaci¨®n¡±. Por cierto, Marta Ill vive de alquiler. Comparte piso en Gr¨¤cia con otras tres personas y pagan 800 euros.
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