Editar un Nebula desde casa
Christian Rodr¨ªguez es el fundador de Ins¨®lita Editorial, el sello que caz¨® el fen¨®meno Charlie Jane Anders
En la que podr¨ªa considerarse la sala de reuniones de Ins¨®lita Editorial, el min¨²sculo sello que ha editado a Charlie Jane Anders en Espa?a, esto es, Todos los p¨¢jaros del cielo, la novela ganadora del Premio Locus y Nebula de este a?o ¡ª nominada al Hugo ¡ª, hay una cocina de juguete, una mesa con un mantel amarillo y un viejo espejo. Tambi¨¦n hay una caja de pl¨¢stico en la que puede leerse 'Kelar 18'. Las paredes son de madera. El sof¨¢, de un blanco tirando a gris. En la puerta del despacho del editor jefe, Christian Rodr¨ªguez, el hombre orquesta, el tipo que ha nacido, dice, para editar, porque lo suyo, insiste, es vocaci¨®n, hay un par de dibujos de sus hijos. Formas m¨¢s o menos sim¨¦tricas coloreadas en tonos intensos. ¡°Esto es Ins¨®lita¡±, dice. Hay un ventilador en marcha. El calor es insoportable en la oficina de la editorial que es, a la vez, e inevitablemente, la casa de su editor. El lugar desde donde se contrat¨® la novela fant¨¢stica m¨¢s esperada del a?o.
Pero ?qu¨¦ lleva a un joven padre de familia ¨CChristian es a¨²n treinta?ero¨C a montar una editorial capaz de cazar a Anders antes de que los grandes grupos supieran de su existencia? ¡°Coincidieron un mont¨®n de cosas. Me di cuenta de que era posible, porque otros, como Hugo Camacho, de Orciny Press, lo estaban haciendo, y a la vez ten¨ªa el dinero, y el tiempo, y me lanc¨¦¡±, contesta. Ten¨ªa dinero y tiempo porque el proyecto Stella Maris fracas¨®. Christian era uno de los editores del sello. ¡°All¨ª aprend¨ª todo lo que no deb¨ªa hacerse¡±, dice. Pero antes de eso hab¨ªa pasado nueve a?os en Planeta, en concreto, en el sello GeoPlaneta. Y antes, medio a?o en Libros del Asteroide. ¡°Estuve cuando la editorial empez¨®. Si arranc¨® en mayo, yo empec¨¦ las pr¨¢cticas en octubre, y vi c¨®mo se hac¨ªa todo con poco. Aprend¨ª much¨ªsimo en ese tiempo¡±, cuenta. El inesperado cierre de Stella Maris le dej¨® en la calle y con algo de efectivo para probar suerte. No se lo pens¨® dos veces.
¡°Este julio se ha cumplido un a?o que empezamos¡±, habla en plural, pero en realidad es un plural mayest¨¢tico, Christian est¨¢ solo, s¨®lo cuenta con el apoyo de su mujer y el de una persona que, dice, le ayuda con la prensa. En ese a?o han publicado seis libros. De al menos tres de ellos se ha hablado much¨ªsimo. El primero fue El archivo de atrocidades, de Charles Stross, ganador, en dos ocasiones, del Premio Hugo, y toda una celebridad en el submundo de la ciencia ficci¨®n de culto. Luego vinieron El largo viaje a un planeta iracundo, de Becky Chambers, otro peque?o fen¨®meno mundial, y el de Charlie Jane Anders. ¡°La verdad es que cuando empezamos a ver que la nominaban a todo, no nos lo pod¨ªamos creer¡±, dice, refiri¨¦ndose a Anders. Rodr¨ªguez contrat¨® la novela antes de que ganara, claro. Si lo hubiera hecho despu¨¦s, el precio se habr¨ªa ¡°multiplicado por tres o cuatro¡±. He aqu¨ª la ¨²nica arma del peque?o editor: el olfato.
En tan s¨®lo un a?o, y con seis t¨ªtulos, Rodr¨ªguez ha conseguido que Ins¨®lita tenga un car¨¢cter ¨Cpor cierto, el nombre de la editorial, dice, se le apareci¨® de repente, mientras le¨ªa, ten¨ªa otro, pero al leer la palabra pens¨® que todo encajaba, porque dir¨ªa que define como ninguna otra el esp¨ªritu del proyecto¨C y ese car¨¢cter tiene que ver con los t¨ªtulos elegidos. ?C¨®mo los definir¨ªa? ¡°Buena ficci¨®n, de g¨¦nero, y con un algo especial, una vuelta de tuerca, un algo ¨²nico¡±, contesta. ?La receta para dar con ellos? Leer mucho y dejarse aconsejar. Christian est¨¢ muy cerca del fandom, esto es, otros lectores que, como ¨¦l, aman el g¨¦nero y est¨¢n siempre buscando cosas nuevas y cosas verdaderamente buenas. Uno de sus principales c¨®mplices es Antonio Torrubia, uno de los libreros de Gigamesh. Espa?a ha llegado 30 a?os tarde a distop¨ªas como El cuento de la criada, de Margaret Atwood, que es lo que andan buscando los grandes sellos, ¡°cuando lo que se est¨¢ haciendo ahora no tiene nada que ver¡±, asegura. Y no le falta raz¨®n.
?Es, un proyecto como Ins¨®lita, rentable? ¡°Por el momento, s¨ª. Cubrimos gastos. Unos libros ganan y otros pierden, pero el equilibrio se mantiene¡±, responde. Christian se encarga de todo menos de traducir y corregir. ¡°Hablo con los proveedores mientras pongo una lavadora y vigilo a mis hijos mientras maqueto, pero no me quejo, as¨ª es el mundo del editor de guerrilla¡±, dice.
?En el futuro se ve en una oficina, lejos de casa? ¡°Eso ser¨ªa lo ideal. Poder separar tu casa del trabajo. Pero no es tan sencillo. Ahora mismo todos trabajamos as¨ª. Hace 10 o 15 a?os algo as¨ª hubiera sido impensable. Hoy en d¨ªa cualquiera con un ordenador y un equipo de software concreto puede editar un libro. Yo mismo he enviado libros a imprenta con la conexi¨®n del tel¨¦fono, desde la monta?a¡±, relata. Tambi¨¦n tiene claro que en el g¨¦nero hay un techo, y que no puede superarse. Pero editando a grandes como los que est¨¢ editando sabe que siempre tendr¨¢ las puertas abiertas en todas partes. ¡°Lo primero que te preguntan es qu¨¦ has publicado antes y qu¨¦ tipo de distribuci¨®n tienes. La agente de Charlie Jane Anders no dud¨® un segundo cuando le dije que hab¨ªa publicado a Charles Stross, dice. Hablando de Stross, en el futuro m¨¢s cercano de Ins¨®lita hay un nuevo volumen de Los expedientes de la lavander¨ªa, el ya tambi¨¦n nominado Jade City, de Fonda Lee, y lo ¨²ltimo de Edgar Cantero.
Ins¨®lita no est¨¢ sola
Barcelona est¨¢ siendo el motor de una suerte de nueva ola de la edici¨®n de ciencia ficci¨®n. Junto a los grandes que, por supuesto, operan desde aqu¨ª ¡ª y con nuevas colecciones, como la Runas de Alianza, y la Nova, de Ediciones B ¡ª, est¨¢n surgiendo peque?as editoriales a veces comandadas por una ¨²nica persona, como en el caso de Christian, que suponen a todas luces un paso adelante ¡ª y uno enorme ¡ª en lo que a edici¨®n de futuros, a veces inst¨¢ntaneos, cl¨¢sicos del g¨¦nero se refiere. Est¨¢ Hugo Camacho, al frente de Orciny Press, editando los muy recomendables noirs salvajes de Laura Lee Bahr o el terror¨ªfico Ciudad Revientacr¨¢neos, de Jeremy Robert Johnson. Y tambi¨¦n est¨¢n los chicos de Males Herbes, haciendo lo propio en catal¨¢n, con cl¨¢sicos que jam¨¢s hab¨ªan sido traducidos ¡ª desde el primer Jonathan Lethem hasta un Ray Bradbury ¡ª. "El g¨¦nero es un nicho peque?o y muy fiel. Para una gran editorial no es rentable, pero para nosotros s¨ª lo es. Para un gran grupo vender 2.000 ejemplares es un fracaso, para cualquiera de nosotros es un ¨¦xito de los de descorchar champ¨¢n y brindar en la terraza. Si el g¨¦nero puede funcionar, lo har¨¢ desde una editorial peque?a e independiente", dice Christian Rodr¨ªguez. Por eso no es casualidad, apunta, que cada vez haya m¨¢s. El mercado est¨¢ ah¨ª, esper¨¢ndoles.
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