El miedo al estigma retrasa 10 a?os la petici¨®n de ayuda de las mujeres que consumen drogas
Las pacientes proponen que se promueva una educaci¨®n en g¨¦nero desde el colegio y reclaman m¨¢s recursos y programas para madres con menores a su cargo
¡°La sociedad no juzga de la misma manera a una mujer que toma alcohol u otras drogas que a un hombre, porque tambi¨¦n est¨¢n muy arraigadas las percepciones machistas en el consumo¡±. Maribel tiene 43 a?os y hace escasos d¨ªas que ha iniciado tratamiento en la fundaci¨®n Patim, con sede en Castell¨®n, por su adicci¨®n a la coca¨ªna. Lo ha intentado por s¨ª misma durante varios meses, desde esa retaguardia en la que se mueven las mujeres que, como ella, esconden por ¡°verg¨¹enza¡± su consumo. Hasta que ha dado el paso.
Forma parte de ese 14% de pacientes femeninas del total de personas atendidas durante el ¨²ltimo a?o por Patim, organizaci¨®n especializada en el tratamiento de adicciones t¨®xicas y no t¨®xicas, la inserci¨®n laboral de colectivos en riesgo de exclusi¨®n y la intervenci¨®n en otros comportamientos como violencia de g¨¦nero. Un porcentaje bajo en comparaci¨®n con los usuarios masculinos y que desde la entidad explican por la ¡°invisibilidad¡± que azota a las mujeres que consumen drogas. Mujeres que, adem¨¢s, tardan entre seis y diez a?os m¨¢s que los hombres con una adicci¨®n en iniciar un tratamiento en un centro especializado. Los estereotipos y estigmas sociales son, reconocen los propios pacientes de la comunidad terap¨¦utica Los Granados de Patim en Castell¨®n, factores que retrasan la decisi¨®n de pedir ayuda. En un 30% de los casos, las mujeres no llegan a acceder a un recurso asistencial.
Son algunos de los datos y reflexiones que profesionales y pacientes de la comunidad terap¨¦utica han puesto sobre la mesa durante las actividades internas organizadas dentro del 33 aniversario de Patim, con varios centros en la capital de La Plana y Valencia.
¡°Los prejuicios est¨¢n ah¨ª, siguen colg¨¢ndonos etiquetas que provocan que las mujeres sintamos la necesidad de refugiarnos, de esconder lo que hacemos por verg¨¹enza o miedo al qu¨¦ dir¨¢n, a que desaprueben lo que hacemos y nos pensemos mucho si pedimos ayuda porque eso supone hacer visible lo que nos pasa¡±, a?ade esta paciente.
Las cargas familiares que se les asignan por su condici¨®n de mujer representan un freno adicional e incrementan su vulnerabilidad. ¡°Dar este paso es todav¨ªa mucho peor si eres madre porque tienes miedo de que te quiten a tus hijos o te alejen de ellos¡±, a?ade.
Las cuatro compa?eras de la comunidad terap¨¦utica que rodean a Maribel asienten sus palabras. Todas son madres tambi¨¦n y llevan varios meses en tratamiento. Admiten que durante su etapa de consumo han llegado a utilizan las drogas ¡°como un autoenga?o¡± para afrontar episodios de violencia de g¨¦nero.
Para combatir la ¡°doble discriminaci¨®n¡± que supone ser mujer y consumidora de drogas, las pacientes proponen que se promueva una educaci¨®n en g¨¦nero desde el colegio, y tambi¨¦n reclaman m¨¢s recursos y servicios donde se desarrollen programas para madres con menores a su cargo. ¡°Es muy poco habitual encontrar un centro como Patim, en el que se realizan talleres sobre masculinidades que nos permiten reflexionar sobre lo que podemos hacer para construir una sociedad m¨¢s igualitaria¡±, reconocen varias pacientes.
Los datos recogidos en el ¨²ltimo a?o confirman que los hombres son m¨¢s j¨®venes cuando acuden a tratamiento: 37 a?os, frente a los 44 a?os que rondan las mujeres cuando pisan por primera vez el centro. Una distancia m¨¢s abismal si se comparan los datos sobre las adicciones sin sustancia en las personas que visitan el centro de d¨ªa. El perfil de las mujeres que acuden por un problema vinculado con el juego o las compras compulsivas marca una edad media de 45 a?os, mientras que en el caso de los hombres es de 34 a?os, explican desde Patim.
Adem¨¢s de las brechas en cuanto a la edad, tambi¨¦n hay diferencias en lo que a las principales causas por las que se demanda tratamiento se refiere. En el caso de Patim, las mujeres los hacen por consumo de coca¨ªna, alcohol y adicci¨®n a las compras o al bingo. Por su parte, los hombres demandan tratamiento por juego (m¨¢quinas tipo B, las tradicionales tragaperras), cannabis y coca¨ªna.
La fundaci¨®n cuenta con recursos espec¨ªficos para mujeres: una Vivienda de Apoyo a la Incorporaci¨®n Sociolaboral (VAIS) y la Vivienda de Apoyo al Tratamiento (VAT). Financiadas por la consejer¨ªa de Sanidad, cada una cuenta con seis plazas y responden a dos fases distintas del tratamiento. ¡°No existen muchos recursos en adicciones pensados para las mujeres que tienen problemas de abuso en el consumo de drogas, m¨¢s bien ocurre todo lo contrario, que existe una masculinizaci¨®n de los servicios por ello estos dos recursos parten de una sensibilidad distinta para ofrecer una respuesta pensada en ellas¡±, reconoce el presidente de Patim, Francisco L¨®pez y Segarra.
Consumidores que se inician en la infancia
Patim atendi¨® a 227 personas el a?o pasado a trav¨¦s de sus servicios asistenciales. La ¨²ltima memoria presentada por la entidad este verano, relativa al ejercicio 2017, ha puesto de relieve un dato inquietante: la precocidad en la edad de inicio en el consumo de sustancias.
Un 19% de las personas atendidas en tratamiento en la comunidad terap¨¦utica Los Granados reconoce que la primera vez que probaron las drogas ten¨ªan entre 11 y 14 a?os. Y un 69% lo hizo antes de cumplir la mayor¨ªa de edad. El presidente de Patim matiza adem¨¢s que en el ¨²ltimo a?o el 6% de quienes han acudido a los diferentes recursos de la entidad son menores de edad que demandan atenci¨®n por consumo de cannabis y en la mitad de los casos hab¨ªan dejado de estudiar. ¡°Resulta inquietante que exista un grupo de ni?os y adolescentes que reconocen haberse iniciado tan pronto en las sustancias t¨®xicas y que ya tienen problemas de abuso, eso nos hace replantearnos que es necesario revisar c¨®mo estamos haciendo las campa?as de prevenci¨®n y el protagonismo que les damos en su construcci¨®n a los j¨®venes, que no pueden ser meros sujetos pasivos de la planificaci¨®n de los adultos sino implicarse en la construcci¨®n de acciones 365 d¨ªas al a?o¡±, asegura.
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