La canci¨®n del verano
Hace a?os que la pol¨ªtica ya no cierra por vacaciones, En agosto, los portavoces pugnan por hacerse o¨ªr y velan por hacerse notar
¡°Se considera que la canci¨®n del verano est¨¢ pensada para ganar dinero sin necesidad de apelar a la calidad. Son prejuicios¡±, dec¨ªa ?lvaro Soler en estas p¨¢ginas hace unos d¨ªas. Ese barcelon¨¦s que encadena ¨¦xitos latinos haciendo mover La cintura a?ad¨ªa que ¡°se pueden hacer buenas canciones comerciales que expliquen algo¡±. Exactamente lo mismo que replicaban los grupos y cantantes de los setenta y ochenta del siglo pasado al ser tildados sus triunfos estivales de horteras por parte de aquellos esnobs que predicaban un falso rigor envuelto en c¨ªnicas trascendencias existenciales.
La realidad, sin embargo, produc¨ªa preludios aznaristas, ya que ninguno de ellos dejaba de tararear en la intimidad aquellas melod¨ªas pegadizas que tanto fustigaban en p¨²blico. Han pasado los a?os y no hay fiesta mayor que se precie que no las incluya en el repertorio de su orquesta, o dj que se postule que no mezcle alguno de aquellos estribillos con su insistente matraca pinchada a fuerza de decibelios. As¨ª, lo que fueron pecados de juventud para algunos se ha reconvertido en la banda sonora de muchas vidas reconquistadas por el ritmo de la noche canicular. Cuando todos los gatos son pardos.
La diferencia entre aquella doble dimensi¨®n y la actual es que ahora los ¨¦xitos populares no conocen estaci¨®n, se pretenden transversales, no son necesariamente musicales, se trabaja con insistencia y asiduidad en lo pegadizo y van a la b¨²squeda incesante de repercusi¨®n, cuando no de notoriedad, a trav¨¦s de las redes sociales. Nuestro sino habitual.
Ni siquiera las informativas serpientes de verano han sobrevivido a los tiempos convulsos que superamos peligrosamente porque la actualidad no descansa. El acceso inmediato a las noticias de cualquier rinc¨®n del mundo golpea las vacaciones y sus consecuencias nos alteran el descanso. Terremotos en escenarios ex¨®ticos y puentes ca¨ªdos en ciudades pr¨®ximas se solapan con provocaciones de l¨ªderes tan indeseables como aplaudidos por millones de votantes. Insufribles olas de calor con decenas de v¨ªctimas se suman a los m¨²ltiples cad¨¢veres extendidos sobre el asfalto fundido por el sol. La inseguridad aumenta y la violencia de g¨¦nero se mantiene. El machismo del reguet¨®n contrasta con la denuncia del sexismo. Los migrantes no cesan porque la oportunidad de su vida va mucho m¨¢s all¨¢ que las pol¨ªticas que pretenden usurparles el futuro. Tensiones internacionales motivadas por perversas razones pol¨ªticas dom¨¦sticas ponen en riesgo estabilidades econ¨®micas mundiales. Y nosotros, sentados en el patio de butacas, observamos la representaci¨®n mientras nos enzarzamos en discusiones m¨¢s o menos banales porque, en el fondo, seguimos pensando que esas melod¨ªas no son para el verano, esa estaci¨®n convertida en la antesala del oto?o. Cuando llegar¨¢ la agitaci¨®n de nuestras ilusiones y el castigo de nuestros desasosiegos.
Hace a?os que la pol¨ªtica ya no cierra por vacaciones. En agosto los portavoces de guardia pugnan por hacerse o¨ªr y velan por hacerse notar. Y como sus aportaciones distan de ser interesantes, convierten sus reflexiones en pron¨®sticos y suavizan sus amenazas en previsiones. Y como si de recriminar nuestra necesidad de distancia y distensi¨®n se tratara, nos advierten de que no hay descanso que valga ante la provocaci¨®n que nos aguarda. En Catalu?a especialmente.
Superada la etapa en la que los proleg¨®menos de la Diada se convert¨ªan en punto de arranque de la tensi¨®n pol¨ªtica, hemos entrado en otro estadio: aquel en el que la reivindicaci¨®n pol¨ªtica provoca tensi¨®n social. La conmemoraci¨®n del primer aniversario de la terrible masacre yihadista lo ha puesto de manifiesto. Han sido m¨¢s las voces ciudadanas que han pedido cordura a los pol¨ªticos, empezando por las familias de las v¨ªctimas, que pol¨ªticos que han sabido guardar las formas. Incluso quienes lo han aparentado por delante, mov¨ªan los hilos por detr¨¢s para no perder la oportunidad de hacer valer su posici¨®n ante sus fieles. Porque de eso se trata. De alentar a los incondicionales a costa de soliviantar a los distantes. No son tiempos para ellos. Al contrario. Se les provoca para que se posicionen de una vez como si la racionalidad no pudiera convivir con la emoci¨®n. Como si la cordura tuviera que sucumbir ante la locura. Cualquier locura.
Dicen que el pr¨®ximo ser¨¢ otro de los oto?os determinantes de nuestra vida. Aunque los unos lo pronostiquen en sentido contrario a los otros. Motivos no faltar¨¢n. El calendario se ha llenado de fechas a recordar y acciones a reivindicar. En eso se ha convertido nuestra canci¨®n del verano. En repetir, como si de un estribillo estival se tratara, lo que quisi¨¦ramos que fuera nuestro tr¨¢nsito hacia el invierno. Aquel momento en el que, como canta Ornella Vanoni, la nieve lo cubrir¨¢ todo. O no.
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