La Universidad que necesitamos
Se hace necesario modificar las formas de ense?ar, puesto que la revoluci¨®n tecnol¨®gica ha superado las formas de relaci¨®n profesor-alumnado
La Universitat Aut¨°noma de Barcelona, al igual que otras universidades espa?olas, se ha consolidado en los ¨²ltimos a?os en posiciones avanzadas en diversas clasificaciones de prestigio internacional y est¨¢ contribuyendo de forma destacada en la formaci¨®n de las personas que se incorporan al mundo laboral, contribuyendo al progreso econ¨®mico y social del pa¨ªs.
La educaci¨®n es esencial para que una sociedad prospere y es la base de la mejora socioecon¨®mica de un pa¨ªs. Es en las universidades donde se han producido la mayor¨ªa de los descubrimientos cient¨ªficos m¨¢s importantes de los ¨²ltimos siglos, que han permitido a la sociedad avanzar. Tanto es as¨ª, que la mayor¨ªa de los pa¨ªses de nuestro entorno hoy tienen claro que invertir en sus universidades repercute directamente en la mejora de la calidad de vida y el futuro de sus ciudadanos. Desafortunadamente, esto no es as¨ª en nuestro pa¨ªs.
La sociedad est¨¢ viviendo un momento decisivo de transformaciones sociales y tecnol¨®gicas que suponen un reto para aquellas universidades que tengan capacidad para adaptarse al medio y mejorarlo. En un entorno de competencia por el monopolio del conocimiento, las universidades deben aportar su experiencia y compromiso social para dar respuesta a los problemas que la comunidad plantea, ya sea proponiendo nuevas l¨ªneas de investigaci¨®n, titulaciones o metodolog¨ªas educativas.
Hoy, la tecnolog¨ªa permite compartir conocimientos de manera m¨¢s eficaz. El universo digital ampl¨ªa lo que la ciencia y educaci¨®n pod¨ªan ofrecer por v¨ªas convencionales, disparando el valor de lo que las universidades crean y difunden. Ya es posible el acceso libre a cursos ¡°online¡± de cualquier universidad y esto est¨¢ modificando las formas de captar la informaci¨®n, compartir el saber o establecer relaciones universitarias. En este contexto, se hace necesario modificar las formas de ense?ar, puesto que la revoluci¨®n tecnol¨®gica ha superado las formas de relaci¨®n profesor-alumnado, sin menospreciar la importancia social y educativa que tienen estas relaciones de proximidad.
Paralelamente, se observa c¨®mo el conocimiento es m¨¢s multidisciplinario y permeable a las relaciones entre diferentes ¨¢reas cient¨ªficas y se aborda la soluci¨®n a problemas de forma colectiva, con la participaci¨®n de soci¨®logos, fil¨®sofos, ingenieros, etc. Por ello, las universidades deben crear proyectos docentes e investigadores en colaboraci¨®n con otras instituciones o empresas, facilitando as¨ª que las miradas sobre un reto confluyan en busca de la mejor soluci¨®n.
Algunos ¡°gur¨²s¡± pronostican que en la pr¨®xima d¨¦cada muchos trabajos desaparecer¨¢n y otros emerger¨¢n; en consecuencia, las titulaciones universitarias deber¨¢n redefinirse para dar respuesta a estos cambios. Y se hace necesario que nuestras universidades p¨²blicas pongan en marcha una profunda reflexi¨®n que promueva planes estrat¨¦gicos con perfil propio que a su vez formen parte de la estrategia del pa¨ªs.
Esta revoluci¨®n que comportan globalizaci¨®n y libre acceso a la informaci¨®n y al conocimiento provoca tambi¨¦n incertidumbre, deterioro de los sistemas pol¨ªticos cl¨¢sicos y valores sociales, p¨¦rdida de legitimidad de los liderazgos tradicionales y cambios de modelos en las relaciones sociales (migraciones, religiones, pobreza, envejecimiento...). Pero en esta compleja situaci¨®n tambi¨¦n existen certezas: la educaci¨®n empodera al ciudadano, es un valor irrenunciable y debe ser s¨®lida y continua a lo largo de la vida; la creatividad genera oportunidades y permite desarrollar el talento, por lo que debemos potenciarla; la capacidad comunicativa, emprendedora y autonom¨ªa personal son cualidades que se reconocer¨¢n en los profesionales del futuro y es necesario darles un papel relevante en todas las fases educativas.
La universidad debe asumir que en la formaci¨®n hay que incluir instrumentos para que los estudiantes aprendan a ser cr¨ªticos en la autogesti¨®n de la informaci¨®n, ya que ¨¦sta es base del conocimiento y empoderamiento personal y los prepara para asumir los retos. Para ello, debe interaccionar con el mundo exterior e internacionalizarse, abri¨¦ndose a la participaci¨®n de profesionales externos que faciliten que el alumnado se relacione con el mundo laboral, garantizando as¨ª un perfil de universidad abierta, inclusiva y reactiva frente a los cambios.
Estas evidencias exigen de las universidades una profunda transformaci¨®n que incluya nuevas titulaciones que aborden los retos sociales, tecnol¨®gicos o medio ambientales y que renueve metodolog¨ªas de aprendizaje, las relaciones universidad-sociedad y las estructuras de funcionamiento universitario.
La crisis econ¨®mica ha afectado pilares b¨¢sicos de nuestras universidades, situ¨¢ndolas ante un futuro de incertidumbres y ¨¦stas, en cierta medida, han resistido la embestida. No obstante, las ha situado en el l¨ªmite del que pueden, si se las ayuda, salir airosas o, en caso contrario, desaparecer del mapa internacional de la calidad e innovaci¨®n. Sin ¡°distraerse¡±, los gobiernos, parlamentos, empresarios y ciudadanos en general, junto con los universitarios, deben abordar, de forma cr¨ªtica, despolitizada y en positivo, el an¨¢lisis de la deteriorada autonom¨ªa universitaria, la precaria situaci¨®n financiera, las envejecidas plantillas de personal, las tasas universitarias y la calidad de la investigaci¨®n y docencia; si est¨¢n interesados en que la universidad sea un motor de transformaci¨®n social y de crecimiento socioecon¨®mico sostenible.
Margarita Arboix es rectora de la Universidad Aut¨®noma de Barcelona.
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