Otro 1-O
Los ¡°movimientos¡± que son ¡°transversales y as¨ª m¨¢s fuertes¡±, son mala se?al, y la complejidad pol¨ªtica no puede ser resuelta a golpe de caudillismos unipersonales
Era un primero de octubre, al que llamaremos 1-O por comodidad, y aparece con el tiempo un documento bastante extraordinario, al menos para quien esto firma. Esa noche, por radio Castilla, un hombre con voz levemente atiplada lanza una arenga y afirma varias cosas. Aqu¨ª van algunos extractos: ¡°?Espa?oles!: Los que escuch¨¢is en vuestros hogares las noticias de Radio Castilla, los que, en el frente de batalla, escuch¨¢is a los peque?os radiadores (sic) que os llevan las noticias de vuestros hogares y de la retaguardia¡ Voy solamente a exponeros los fundamentos de nuestras razones, no con t¨®picos ni contumacias, sino con el prop¨®sito de hacer un breve examen del pret¨¦rito y de lo que nos proponemos en el porvenir¡±. Y entre dichos fundamentos, el sujeto afirma: ¡°El Estado nuevo, sin ser confesional respetar¨¢ la religi¨®n de la mayor¨ªa del pueblo espa?ol, sin que esto suponga intromisi¨®n de ninguna potestad dentro del Estado¡±.
¡°En su aspecto tributario evitar¨¢ el aniquilamiento de la riqueza, estableciendo una equidad en los impuestos y contribuciones, haci¨¦ndose un justo reparto de las cargas¡±.
¡°En el aspecto agrario se llegar¨¢ a la creaci¨®n del verdadero patrimonio familiar, merced a lo que el campesino produce se le dar¨¢ una ocupaci¨®n permanente para mejorar la vida campesina y al mismo tiempo la vida de la Patria¡±.
Vaya, Estado aconfesional, como quien dice reforma agraria, econom¨ªa social, y otras muchas perlas. Est¨¢n ustedes leyendo nada menos que el primer discurso radiof¨®nico oficial de Francisco Franco a los espa?oles (y espa?olas, claro). Ese mismo d¨ªa, 1-O, Franco hab¨ªa llevado a cabo una de las maniobras de ingenier¨ªa institucional m¨¢s audaces y brillantes que se recuerdan. Por una lado, el 28 de septiembre, en una reuni¨®n en Burgos los altos mandos militares de la sublevaci¨®n hab¨ªan decidido nombrar a Franco (en t¨¦rminos de grado y antig¨¹edad era como quien dice ¡°el ¨²ltimo de la fila¡± de los generales golpistas) ¡°Jefe del Gobierno del Estado por lo que dure la Guerra¡±. Por otro lado, atentos, cuando el Documento es publicado el 1-O ese se?or de ha convertido en ¡°Jefe del Estado¡± y ¡°General¨ªsimo¡± (grado militar que no exist¨ªa) y se cae ¡°por lo que dure la guerra¡±. El Juego de manos (o ¡°Juego de Tronos¡±) es espectacular. Los dos generales que encabezan el ¡°alzamiento¡± Sanjurjo y Mola mueren en oportunos y sucesivos accidentes.
Y el siguiente movimiento de Franco, a partir de ese d¨ªa, sigue una l¨®gica imparable: acabar con el batiburrillo de siglas, partidos, sindicatos, corrientes ideol¨®gicas del bando insurrecto, es decir con el genuino pluralismo pol¨ªtico e ideol¨®gico del bando insurrecto, y unificarlo en un ¡°movimiento nacional¡±, que subsumir¨¢ toda esa variedad. Es decir, la diversidad de partidos y organizaciones aparece de repente como nociva, divisiva, y negativa, y ser¨¢ prohibida por la fuerza. Los l¨ªderes falangistas sucesores del fusilado Jose Antonio Primo de Rivera, encabezados por su mano derecha, Manuel Hedilla, van a la c¨¢rcel, y aparece de la nada un ¡°movimiento nacional¡± que se llama Falange Espa?ola Tradicionalista y de las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalistas. En pocas semanas, en el bando insurrecto hay un mando ¨²nico, jer¨¢rquico, organizado militarmente y bendecido por la Iglesia. Y eso que en la c¨²pula militar hab¨ªa mon¨¢rquicos alfonsinos, mon¨¢rquicos carlistas, republicanos de derechas y militaristas africanistas y que se sepa ning¨²n militar falangista.
Franco, en el primer discurso desde el balc¨®n del Ayuntamiento de Burgos, se neg¨® a precisar si aquello ser¨ªa una restauraci¨®n mon¨¢rquica, una dictadura militar (pronto se sali¨® de dudas), o una rep¨²blica autoritaria como la que hab¨ªa en la vecina Portugal. Simplemente afirm¨® que se establec¨ªa ¡°un r¨¦gimen jer¨¢rquico de armonioso funcionamiento¡±.
De toda esta secuencia, harto conocida por otra parte (excepto que el General Mola dijo que todo esto deber¨ªa ser revisado pol¨ªticamente al t¨¦rmino de la guerra), cabe extraer alguna conclusi¨®n, aparte de que los golpes de estado contra reg¨ªmenes democr¨¢ticos es algo que est¨¢ mal. Por ejemplo, esta man¨ªa de disolver la variedad de sensibilidades pol¨ªticas, es una muy mala se?al. Los ¡°movimientos¡± que son ¡°transversales y as¨ª m¨¢s fuertes¡±, son mala se?al, y la complejidad pol¨ªtica no puede ser resuelta a golpe de caudillismos unipersonales de alta pretensi¨®n emocional. Se nota lo que hay debajo: ambici¨®n de poder, legitimidades impostadas, y ganas de mandar. Y como muestra (a contrario) la reacci¨®n del General Mola, a veces es muy dif¨ªcil rectificar el embrollo ¡°el d¨ªa de ma?ana¡±. Todo esto pasaba un Primero de Octubre, y aqu¨ª se acaba cualquier comparaci¨®n con nada de nada.
Pere Vilanova es catedr¨¢tico de Ciencia Pol¨ªtica en la Universitat de Barcelona (UB).
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