De Ava Gardner a los millonarios rusos
S¡¯Agar¨® vivi¨® en los 50 su esplendor como destino de moda de la ¡®jet set¡¯; la ciudad jard¨ªn es hoy codiciada por las grandes fortunas del Este
Conozco bien el sendero. Lo he recorrido centenares de veces, desde antes de lo que puedo recordar. Con la familia, con amigas, con el primer amor, sola¡ Pero nunca con desconocidos. Nos hemos citado a las siete de un mi¨¦rcoles cualquiera. Roser es la gu¨ªa tur¨ªstica municipal, y nosotros, una veintena de personas dispuestas a escuchar la historia del camino de ronda que resigue el mar entre S¡¯Agar¨® y sa Conca, flanqueado por casas de cuatro millones de euros, donde se respira la melancol¨ªa de un pasado glamouroso.
Empezamos frente al hostal La Gavina. No se lleven al enga?o por lo de hostal, es un lujoso hotel inaugurado el 24 de enero de 1932, donde con suerte se puede encontrar una oferta por 500 euros la noche. Es el inicio de la ciudad jard¨ªn de S¡¯Agar¨®, una exclusiva urbanizaci¨®n que ide¨® el empresario gerundense Josep Ensesa. Un control fronterizo impide entrar en coche o en moto, a no ser que se acredite trabajar o ser de la zona. Roser explica que el origen de la urbanizaci¨®n fue una deuda, en 1916, de un panadero de Sant Feliu de Gu¨ªxols con la familia Ensesa, productores de harina. Al no poder pagar, les entreg¨® unos terrenos rocosos y ¨¢ridos con unos establos de cabras y unos vi?edos que daban al mar.
Los marineros lo conoc¨ªan como ¡°senya blanca¡±. ¡°Un punto de referencia entre los puertos de Palam¨®s y Sant Feliu¡±, cuenta la gu¨ªa a un p¨²blico silencioso, de no ser por el patinete de un jovenc¨ªsimo e hiperactivo asistente a la ruta. Ensesa, aconsejado por el arquitecto Rafael Mas¨®, fue comprando otras parcelas hasta hacerse con la mayor parte del mont¨ªculo que parec¨ªa no valer para nada, y lo bautiz¨® como S¡¯Agar¨®, salando el nombre del torrente Seguer¨®, en honor a los pescadores.
Antes de eso, el lugar ya era popular, explica Roser, que se deleita en los detalles. La burgues¨ªa barcelonesa, siempre proclive a visitar la Costa Brava (los apod¨¢bamos cari?osamente pixapins), ya hac¨ªa excursiones en 1927 con los Viajes Azules: un ferry que les llevaba del puerto de Barcelona a los Ba?os de Sant Pol, junto a urbanizaci¨®n que en esos a?os levantaba Ensesa. La familia nunca m¨¢s abandon¨® el lugar, y all¨ª mantuvo su segunda residencia, construida en los antiguos establos. La inauguraron el 24 de julio de 1924 y conservaron el nombre de Senya Blanca. Sus jardines acogieron hasta 1977 el Festival de S¡¯Agar¨®. Los organizadores pon¨ªan una gran cortina (igual que hacen ahora en Porta Ferrada) para dificultar la audici¨®n desde el camino.
Ensesa coron¨® S¡¯Agar¨® como el centro del pijer¨ªo y la influencia nacional con la inauguraci¨®n de La Gavina, que abri¨® con 11 habitaciones que enseguida quedaron cortas. Uno de sus asiduos era Josep Pla, que describi¨® as¨ª el camino de ronda, construido en 1949 y reformado en el 2000: ¡°Sigue el curso del litoral en el sentido exacto de la palabra, sin puentes que lo atropellen ni calzadas que lo acorten. Sigue, con calma, el dibujo de las peque?as calas, de las diminutas playas, de los acantilados. Se?ala exactamente la topograf¨ªa de la costa, ora en sentido ascendente, ora bajando con suavidad las declinaciones del terreno y siempre coloc¨¢ndose en las exigencias de la medida humana, sin ascensiones fatigosas ni pendientes demasiado r¨¢pidas¡±.
Pero quien de verdad puso de moda S¡¯Agar¨® entre la jet set fue Ava Gardner. Corr¨ªa el a?o 1950, la actriz rodaba Pandora y el holand¨¦s errante en Tossa de Mar y parece que se hab¨ªa liado un poco con su compa?ero de reparto, el torero y actor Mario Cabr¨¦. Eso no gust¨® nada a Frank Sinatra, con quien tambi¨¦n manten¨ªa un enredo de alcance internacional. Sinatra cogi¨® un avi¨®n, un taxi y se plant¨® en S¡¯Agar¨®. La escena que describe Roser, entre nuestras risitas c¨®mplices, tuvo lugar en el bar de La Gavina: Sinatra le mont¨® un numerito a Gardner. Luego le regal¨® un collar de esmeraldas, seg¨²n la prensa del momento. Al final, se acabaron casando. Y divorciando tambi¨¦n.
La gu¨ªa, con la ayuda de un p¨²blico que me averg¨¹enza por mi desconocimiento de la tierra donde crec¨ª, repasa las pel¨ªculas rodadas en el camino de ronda y aleda?os. De la lista, retengo a duras penas Mar Adentro, que tanto nos hizo llorar. Estamos ya casi al final de la ruta. Hemos entorpecido a corredores, familias, parejas con perros y dem¨¢s paseantes, par¨¢ndonos en algunos recodos como la cala del Barco o la escalinata de la Gacela. Roser se ha entretenido en la arquitectura, que ide¨® Rafael Mas¨® y que luego continu¨® Francesc Folguera, autor de la Logia de Senya Blanca. Se caracteriza por mezclar algo antiguo con un estilo ¡°que recuerda a la masia catalana¡±, dice, se?alando un ventanal g¨®tico de Senya Blanca, que sigue reinando, se?orial, en el camino.
Llegamos a la plaza del Mirador, donde todos los reci¨¦n casados se fotograf¨ªan en el d¨ªa de su boda. Tambi¨¦n hoy. Una pareja ocupa la p¨¦rgola, de 1950, que vigila el mar, para desesperaci¨®n de mis compa?eros de ruta, que ya no son tan desconocidos. Antes de abandonar el camino, logramos hacerles una foto sin que salga la rubia desposada.
Nuestra ¨²ltima parada es La Gavina. Roser recita sus hu¨¦spedes de lujo. Retengo a Gardner ¡ªpor lo de que Sinatra se la lio¡ª John Wayne, Audrey Hepburn, Charles Chaplin¡ Y a algunos catalanes, como Josep Pla, Nestor Luj¨¢n, Josep Irla (presidente y de mi pueblo), Lluis Companys, o Eugeni d¡¯Ors¡ Tambi¨¦n menciona la serie de humor Tres estrellas, del Tricicle. Se grab¨® en 1987, y siempre acababa con los protagonistas huyendo por la bajada que lleva a la barrera de la urbanizaci¨®n.
Me voy sin despedirme de mis conocidos. Pienso en lo que ha contado Roser: en la urbanizaci¨®n hay 140 casas, solo 40 est¨¢n habitadas todo el a?o y quedan disponibles tres parcelas, por si hay alg¨²n interesado. La burgues¨ªa catalana ha ido cediendo paso a otras nacionalidades, como rusos, ucranianos o armenios. El dato ha activado un recuerdo en mi torpe memoria de periodista de sucesos. Pas¨® hace nada, en julio de 2016. La polic¨ªa solo necesit¨® unas escaleritas para saltar la verja de la mansi¨®n y detener al hijo de un exalcalde de Kiev, Stepan Chernovetsky, acusado de formar parte de la mafia ucraniana. Un helic¨®ptero grab¨® las dos inmensas alas de la casa, el patio, la piscina y el mar a sus pies. En la visita no se ha hecho menci¨®n alguna a tan insigne residente de S'Agar¨®. No ser¨¦ yo quien se lo reproche.
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