La m¨¢quina del tiempo
Tal d¨ªa como hoy del a?o pasado, nadie sospechaba que al siguiente la Guardia Civil entrar¨ªa en el Departamento de Econom¨ªa
El tiempo es la distancia m¨¢s corta entre dos lugares. Lo dej¨® escrito Tennessee Williams en El zoo de cristal y la frase ha hecho tanta fortuna como la obra de teatro llevada al cine por Paul Newman. Quiz¨¢s porque es tan dif¨ªcil definir el concepto como escurridizo su paso. De hecho, m¨¢s que transcurrir, la sensaci¨®n es que el tiempo se nos escapa a causa de la intensidad con la que lo vivimos y la devastaci¨®n y descontrol que nos provoca su tr¨¢nsito.
La comprobaci¨®n, de tan f¨¢cil, es simple. Miremos hacia atr¨¢s sin ira y nos daremos cuenta de los cambios sufridos por todos nosotros durante los ¨²ltimos 12 meses. El per¨ªodo entre Diadas, por ejemplo. Y m¨¢s all¨¢ de los efectos personales e intransferibles, nos percataremos de los cambios econ¨®micos, sociales y pol¨ªticos que concluyen la primera gran crisis global a partir de la ca¨ªda de Lehman Brothers.
Tal d¨ªa como hoy del a?o pasado, nadie sospechaba que al siguiente la Guardia Civil entrar¨ªa en el Departamento de Econom¨ªa de la Generalitat para buscar informaci¨®n sobre el refer¨¦ndum convocado. Y nadie tem¨ªa que de aquella intervenci¨®n se derivar¨ªa una gran concentraci¨®n que llevar¨ªa a los Jordis a pedir calma sobre un veh¨ªculo policial. Y que de aquella acci¨®n se desprender¨ªa una instrucci¨®n judicial que les mantiene en prisi¨®n preventiva.
Por supuesto que tampoco nadie preve¨ªa que la jornada del 1 de octubre fuera la viva imagen de la represi¨®n que dio la vuelta al mundo. Incluso los convocantes dudaban de su propia propuesta de un refer¨¦ndum ni legal ni acordado. Fue por esto por lo que nadie dio por buenos los resultados fruto de un censo, una participaci¨®n y un escrutinio sin garant¨ªa ni rigor. De hecho, un n¨²mero importante de catalanes acudieron a las urnas m¨¢s por reacci¨®n que por convicci¨®n. Tambi¨¦n por eso ning¨²n pa¨ªs ha dado carta de validez a aquel escrutinio hasta hoy. Y tambi¨¦n por eso, Puigdemont perdi¨® la gran oportunidad de redefinir su hoja de ruta antes de su gran error pol¨ªtico: no convocar elecciones.
Y es que el 19 de setiembre de 2.017, ni el presidente de la Generalitat ni sus consejeros hubieran apostado un euro por el dram¨¢tico destino que les aguardaba. Y, en cualquier caso, hubieran apartado aquel c¨¢liz de amarga hiel de sus bocas. Tanto es as¨ª, que de la improvisaci¨®n con la que actuaron dan cuenta sus propios testimonios y los excelentes trabajos period¨ªsticos que los han acompa?ado. Nunca sospecharon que Espa?a se lo tomar¨ªa tan en serio como lo hizo porque no supieron calibrar la fuerza del estado. Por eso, hace hoy un a?o, B¨¦lgica era s¨®lo el pa¨ªs que comparte capital con la Uni¨®n Europea, y Waterloo un hist¨®rico campo de batalla y el t¨ªtulo de una canci¨®n de Abba ganadora de Eurovisi¨®n antes de la muerte de Franco.
No es especular escribir que Quim Torra ni so?aba con la pompa que hoy le rinde honores porque no sospechaba que el efecto del 155 convertido en cita electoral ratificar¨ªa la mayor¨ªa parlamentaria del independentismo a pesar, muy a su pesar, de la victoria de Ciudadanos. Tampoco Pedro S¨¢nchez se imaginaba el golpe de efecto que le esperaba y que le llevar¨ªa a la Moncloa, a departir con los l¨ªderes mundiales y a celebrar los 100 d¨ªas del cargo como quien celebra una efem¨¦rides. Puede que lo deseara, por supuesto que lo persegu¨ªa, pero a las puertas del oto?o no hubiera jurado sobre su tesis doctoral que lo conseguir¨ªa en los meses del esplendor en la hierba.
El mismo Mariano Rajoy que hoy hace bromas sobre los pol¨ªticos como si no hubiera pertenecido al clan amagaba con retirarse del doble control que ejerc¨ªa ¡ªpartido y Gobierno¡ª y Soraya Saez de Santamar¨ªa aspiraba a sucederle haciendo creer que la operaci¨®n di¨¢logo dar¨ªa los frutos que nunca dio porque se olvid¨® de regar adecuadamente el ¨¢rbol de la vida pol¨ªtica que al final lo fue de su muerte. Ni siquiera el Rey, hace hoy un a?o, imagin¨® pronunciar el discurso que le alejar¨ªa de la gran mayor¨ªa de catalanes que tampoco quisieron entender que un supuesto presidente de una rep¨²blica espa?ola hubiera actuado igual. Cuesti¨®n de Estado. Ni Aznar que comparecer¨ªa en el Congreso para intentar desmentir lo que casi todos los espa?oles creen. Que no ignoraba sab¨ªa c¨®mo trabajaba la banda.
Los lanzados independentistas que entonces advert¨ªan que hab¨ªa que ir a por todas, eran considerados unos descerebrados a ojos incluso de los responsables de los partidos pol¨ªticos y organizaciones que les instaban. Y quienes amenazaban con las consecuencias m¨¢s dr¨¢sticas contra ellos ni se imaginaban que su credibilidad estar¨ªa hoy bajo sospecha por un m¨¢ster supuestamente ama?ado y un curr¨ªculum dudosamente enriquecido.
Definitivamente, la m¨¢quina de nuestro tiempo que mejor define la pol¨ªtica espa?ola es¡ la Thermomix!.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.