Recordar Malasa?a a golpe de rock
Un ciclo homenajea los a?os ochenta del barrio musical por excelencia. Auser¨®n, Rosenvinge o Sex Museum toman Conde Duque
Cuando se le pregunta a Fernando Pardo lo primero que le viene a la cabeza sobre la Malasa?a de los a?os ochenta, responde sin dudar: ¡°Ol¨ªa a coliflor y a ropa rancia¡±. El guitarrista y cantante de Sex Museum prosigue con sus descripciones sensoriales: ¡°Era monocolor, entre gris y marr¨®n claro¡±. Y zanja: ¡°Un oasis donde desarrollar tu m¨²sica con libertad¡±.
Sex Museum es una de las bandas que actuar¨¢ en el ciclo Sonido Malasa?a, que se celebra en el Centro Conde Duque (hasta el 18 de octubre; entradas entre 8 y 15 euros), que homenajea al barrio que catapult¨® el rock de Madrid. La cita arranc¨® el pasado s¨¢bado con un aperitivo: los emergentes Fuckaine, Chill y Los Nastys. Ayer, Christina Rosenvinge abri¨® la veda a m¨²sicos ya veteranos que vivieron en directo aquella explosi¨®n cultural.
Algunos de ellos son Josele Santiago, Javier Corcobado, o Santiago Auser¨®n. ¡°Malasa?a es la quintaesencia musical de Madrid¡±, dec¨ªa Rosenvinge, poco antes del concierto que dio en el auditorio del centro cultural. ¡°Y no solo rockera¡±, contin¨²a la artista: ¡°Yo lo descubr¨ª con 15 a?os, cuando era punk, y fue una revelaci¨®n. Cuando he vuelto de vez en cuando, porque me da una etapa cr¨¢pula, sigo encontrando la misma energ¨ªa nocturna¡±.
El ciclo lo ha programado el m¨²sico Suso Saiz, m¨¢s conocido por sus derroteros experimentales, aunque ha producido a algunos de los artistas que actuar¨¢n en ese gui?o nost¨¢lgico musical orquestado en Conde Duque. ¡°Mi aproximaci¨®n al rock ha sido m¨¢s profesional que como compositor, pero lo que me atrae de todo esto, es poder programar este tipo de m¨²sica en un centro cultural municipal. Eso no es muy habitual¡±, explica.
Todos los m¨²sicos tienen una relaci¨®n directa o tangencial con Malasa?a. Aunque Josele Santiago vive ahora fuera de Madrid, fue una de las caras habituales del barrio en los a?os ochenta. ¡°[Esa explosi¨®n cultural] Supuso el fin de los prejuicios¡±, apunta. ¡°Antes, se asociaba el tipo de m¨²sica que escuchabas a una clase social, o con una tribu urbana. Hasta el punto de que, si te pon¨ªas la camiseta de un grupo y entrabas en el bar equivocado, corr¨ªas el riesgo de llevarte una paliza o un navajazo. Yo lo he vivido¡±, recuerda. ¡°Pero en Malasa?a eso no era as¨ª: todos escuchaban de todo, power pop, rock o blues... A la gente se le abri¨® la mente de golpe en ese barrio. No importaba que escucharas a Los Ramones si eras rockero, o a Chuck Berry si eras punk. Todo val¨ªa¡±, contin¨²a el artista.
El cantante de Sex Museum va m¨¢s all¨¢: ¡°Malasa?a nos dio un sitio donde dar rienda suelta a nuestros desvar¨ªos, sobre todo a quienes no nos gustaba la direcci¨®n que hab¨ªa tomado La Movida. ?ramos algo as¨ª como unos renegados. Quer¨ªamos ¡ªy busc¨¢bamos¡ª algo m¨¢s crudo que La chica de ayer o que las canciones de Alaska¡±.
Todos coinciden en que, a d¨ªa de hoy, queda bien poco de aquella esencia. ¡°Ahora todo es mucho m¨¢s bonito y colorido¡±, dice Pardo, ¡°el Ayuntamiento ha hecho una buena labor, pero ya no es el hogar para una nueva generaci¨®n de artistas. Se ha vuelto demasiado caro, y apenas quedan dos garitos de aquella ¨¦poca¡±. Y a?ade: ¡°Antes era como un charco sucio, en el que crecen renacuajos y se forma un ecosistema interesante. Ahora es como una piscina llena de cloro, limpia, pero donde no crece nada¡±.
¡°La zona ha cambiado tanto, que aunque viva fuera de Madrid no lo echo de menos¡±, comenta Josele Santiago. ¡°Cuando m¨¢s lo echo de menos, es cuando voy a Malasa?a y veo que no tiene nada que ver con esas calles en las que nos criamos, culturalmente hablando¡±, explica. Malasa?a no ser¨¢ lo mismo, pero durante unas semanas se llena de sonido malasa?ero, el original.
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