De compras en el s¨²per
La jefa de Intendencia saca el material de la bolsa: "Lo ¨²nico que falta es que te hayan dado el pescado con anisakis. Anda, anda, que Dios te lo manda. Qu¨¦ desastre de t¨ªo¡±
Me ha tocado ir al mercado por orden de la jefa de Intendencia. Eso s¨ª, antes me pregunt¨®: ¡°?Oye, tienes algo que hacer?¡± Le podr¨ªa haber contestado, como relataba nuestro desaparecido Arturo: ¡°Lo siento, esta semana me toca visitar los bajos fondos de los madriles, o sea, ver c¨®mo va eso del metro, sus olores, sus corrientes de aire, sus maquinitas expendedoras, sus usuarios de todo tipo y pelaje, algunos con prisas generadoras de violencia, sus apretujones en horas punta¡±. La semana pesada estuvimos atareados con lo textil, o sease, buscando cortinitas para la habitaci¨®n por si vienen las nietas; y la semana anterior, con el sector lampista, a ver si encontr¨¢bamos grifos que hicieran juego con los de la ducha. Hoy me toca lo de la nutrici¨®n, sin olvidar la limpieza y sus alusiones publicitarias a compuestos de ox¨ªgeno y otros elementos de la ya olvidada tabla peri¨®dica.
En fin, otra m¨¢s de las muchas obligaciones de los mediopensionistas jubilatas. Me da una lista detallada y manuscrita de productos. Presto a salir, una vez compuesto y arreglado seg¨²n el dictado de la moda que ella impone, me recalca: ¡°?Llevas la cartera, las gafas, el m¨®vil, las llaves? ?El sombrero! ?Que hay que ver c¨®mo tienes la cabeza de manchas, que eres muy despistado! No te olvides. Y f¨ªjate en las ofertas, que a veces funcionan. Pero que no te enga?en.
Vuelvo del s¨²per, algo cargado y, claro, cansado. Deposito el material en la mesa de la cocina y la jefa empieza a examinar los productos y la nota de precios, reiterando lo de siempre. ¡°?Qu¨¦ barbaridad! Oj¨², qu¨¦ caro est¨¢ todo. La pr¨®xima vez me vas a ir a otro sitio m¨¢s baratito. Pero claro, si quieres comer como a ti te gusta, no hay m¨¢s remedio que gastar dinero¡±.
A medida que va sacando el material de la bolsa, examin¨¢ndolo y palp¨¢ndolo minuciosamente, lo va calificando para al fin saltar, algo enfadada: ¡°?Ay, ay, por Dios, por Dios, lo que me ha tra¨ªdo! Para qu¨¦ te habr¨¦ mandado yo al s¨²per. Lo sab¨ªa, lo sab¨ªa. Mira qu¨¦ porquer¨ªa de alcachofas, pero si est¨¢n abiertas como abanicos; calla, calla, y las lechugas, si est¨¢n casi florec¨ªas. Pues anda que el aguacate, un poco m¨¢s y lo tenemos que tirar. La mitad va a la basura. T¨² ya no vas m¨¢s al s¨²per, y menos solo. Ahora que cuando yo me encare al listo de Paco, tan gracioso ¨¦l, se va a enterar, que se aprovecha cuando yo no voy para meterte la bacal¨¢. Lo ¨²nico que falta es que te hayan dado el pescado con anisakis. Anda, anda, que Dios te lo manda. Qu¨¦ desastre de t¨ªo. Y no aprende. O no le da la gana de aprender, que es distinto¡±.
Sumisamente hago mutis por el foro mascullando para m¨ª: ¡°Bien Juanjo, bien. Sigue as¨ª. No olvides eso de ¡®en una comunidad no muestres tu habilidad¡±. Pero dentro de un par de d¨ªas o tres, a lo sumo, m¨¢s de lo mismo. Con la esperanza de que ante tanta inutilidad, me exima de esas obligaciones cuyo cumplimiento deviene en rega?ina. Cari?osa, eso s¨ª, pero de cansina, vejatoria. Y yo erre que erre, sin aprender.
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