El 1-O, un error estrat¨¦gico
El ¡®proc¨¦s¡¯ ha demostrado estar tan dotado para la publicidad como negado para la pol¨ªtica
Si cada acci¨®n pol¨ªtica se mide por sus consecuencias, las del 1-O dif¨ªcilmente pudieron ser peores, un alud que dej¨® v¨ªctimas y desaparecidos. Hasta entonces el refer¨¦ndum ten¨ªa partidarios, aunque en distinta proporci¨®n, en los simpatizantes de todo el arco parlamentario. Eran una mayor¨ªa abrumadora, que en alguna encuesta rozaba el 80%, quienes ve¨ªan el refer¨¦ndum como soluci¨®n. El 1-O instaur¨® el refer¨¦ndum como conflicto. Los telediarios y telenoticias del mundo fueron testigos de que no era la revoluci¨®n de las sonrisas. Era un enfrentamiento desigual entre una parte de la poblaci¨®n civil y los cuerpos de seguridad del Estado, entre la prohibici¨®n de los tribunales y la desobediencia masiva impulsada por el gobierno de la Generalitat y sus medios de comunicaci¨®n p¨²blicos.
Fue un refer¨¦ndum unilateral de s¨ª o s¨ª a la independencia proclamado de antemano en balcones y rotondas, una consulta donde aparecieron las urnas pero no las garant¨ªas democr¨¢ticas. La imagen de votos custodiados en bolsas negras de basura hasta su recuento clandestino, no impidi¨® que sus resultados se considerasen un mandato democr¨¢tico para la declaraci¨®n unilateral de independencia. A partir de ah¨ª, se evidenci¨® la gravedad del estropicio.
Aparentemente, el 1-O dif¨ªcilmente podr¨ªa haber ido mejor para el independentismo. Fue la escenificaci¨®n de un enfrentamiento entre el gobierno del Estado y el de la naci¨®n catalana, una batalla que aquel perdi¨® por goleada, persiguiendo urnas sin ¨¦xito y con una actuaci¨®n policial convertida en noticia mundial de violencia televisada en directo. Fue una suma de alta participaci¨®n, capacidad de convocatoria, resistencia pac¨ªfica, combatividad y torpeza del Estado. Las im¨¢genes ¨¦picas del 1-O est¨¢n grabadas en las retinas de los catalanes y en los archivos de TV3, que las repite una y otra vez como sacrificio ritual de sangre, sudor y l¨¢grimas.
Sin embargo, si se plantea honestamente la pregunta ?El 1-O signific¨® un avance para la parte y el todo de la ciudadan¨ªa de Catalunya? la respuesta objetiva es no. La desobediencia como proyecto sac¨® a la pol¨ªtica de la negociaci¨®n y la transacci¨®n y la exili¨® a los tribunales. Trajo la DUI, el 155, la p¨¦rdida de autogobierno, grietas cada vez m¨¢s profundas en la sociedad catalana, pol¨ªticos en prisi¨®n, empresas en fuga al resto de Espa?a y de consellers al resto de Europa, un president en excedencia forzosa en Waterloo y otro putativo en Barcelona.
Fue un error estrat¨¦gico monumental utilizar el 1-O como falsa coartada de la DUI. El proc¨¦s demostr¨® estar tan dotado para la publicidad como negado para la pol¨ªtica, tan h¨¢bil en el regate corto como torpe en el juego de posiciones y de estrategia. Lo que gan¨® la participaci¨®n masiva del alma independentista y de un sector soberanista lo perdi¨® el cuerpo de su representaci¨®n pol¨ªtica. Aunque sepan que el sue?o de su raz¨®n produce monstruos el proc¨¦s sigue emparedado entre la realidad y la ret¨®rica. La ret¨®rica del deseo como programa pol¨ªtico.
Jos¨¦ Luis Atienza es coportavoz de Comuns Federalistes.
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