Entre l¨ªneas
No hace falta que pol¨ªticos y servidores de la ¡®res publica¡¯ nos hablen tan claro, por favor, no estamos en la escuela de su ni?ez
A menudo me visita Manuel V¨¢zquez Montalb¨¢n. No suelo traerlo a colaci¨®n por no arrimarme a su ascua, ser¨ªa un exceso de aquello de "a quien buen ¨¢rbol se arrima, buena sombra le cobija" y servidora semejar¨ªa (as¨ª lo pensar¨ªa de cualquier otro que lo hiciera) una aprovechada del ¨¢rbol y de su sombra. Pero hoy, mientras escribo, lunes 1 de octubre, s¨ª, lo convoco. Con ¨¦l aprend¨ª el bolero de leer entre l¨ªneas en la prensa durante el franquismo y, despu¨¦s, a completar sus met¨¢foras y analog¨ªas, las complicidades que establec¨ªa con el lector, en sus argumentaciones y parodias period¨ªsticas. Qu¨¦ tiempos.
Y estos. Leer entre l¨ªneas, escuchar entre los tonos y maneras de quienes nos hablan por la tele, al parecer es una antigualla. ?Qui¨¦n sabe hoy hablar entre l¨ªneas? Para que usted y yo podamos leer o escuchar entre l¨ªneas es preciso que quien habla sepa hacerlo. No lo sabe la ministra Delgado. Dijo Wyoming y lo suscribo: "?Qu¨¦ car¨¢cter!". Quin g¨¨nit, en catal¨¢n. La ministra necesita m¨¢s compol (comunicaci¨®n pol¨ªtica, en abreviatura norteamericana cada vez m¨¢s adoptada en las facultades de Publicidad y Relaciones P¨²blicas). Desconoce que la c¨¢mara lo amplifica todo, todo, todo, y que, al tiempo, no miente.
Tampoco lo sab¨ªan los mandos de los dispositivos policiales destacados el Uno de Octubre del a?o pasado en Catalu?a, no pensaron hasta qu¨¦ punto se viralizar¨ªan las im¨¢genes y formar¨ªan parte del espect¨¢culo audiovisual en todo el planeta. Como profesora de Comunicaci¨®n Audiovisual asisto con perplejidad y pasmo a este fracaso de la pedagog¨ªa audiovisual que los profesores queremos creer que la ciudadan¨ªa conoce y tienen presente muy en particular pol¨ªticos y servidores p¨²blicos. La c¨¢mara amplifica (tambi¨¦n el sonido) pero no miente. Pero a lo visto y o¨ªdo, pocos lo saben en el ruedo ib¨¦rico de la res publica.
Tampoco lo sabe el presidente Torra, anunciando por la tele en su discurso de hace unas semanas la ¡°movilizaci¨®n permanente¡±, como si fuera Trotsky y no recordara el piolet que le clav¨® el compatriota Ram¨®n Mercader. Qu¨¦ decir de sus palabras a los CDR este lunes. Si est¨¢s al caso, Manolo, donde sea que est¨¦s, te habr¨¢s echado de nuevo al avi¨®n y puede que te hayas bajado de ¨¦l en Bangkok, donde los p¨¢jaros, de nuevo. Te evitas as¨ª (aunque disfrutar¨ªas) o¨ªr a la ministra Cel¨¢a, a quien solo le falta la regla de pegar a los alumnos en la escuela primaria de la prehistoria. Te ahorras tambi¨¦n ver a la vicepresidenta Artadi (la de im¨¢genes que te suscitar¨ªa) tratando de t¨² a una L¨ªdia Heredia que se dirige a ella en todo momento de usted, se?ora Artadi. Tu elegancia po¨¦tica agradecer¨ªa, en cambio, el buen estar y saber hablar, en el Parlament, este martes, de la alcaldesa Marta Madrenas. Fan de Puigdemont, s¨ª. Que sabe.
Estos d¨ªas estoy viendo la serie Sucesor designado, en original Designated Survivor, que distribuye Netflix. Parte de esta hip¨®tesis: ?Qu¨¦ debe suceder para tener un presidente honesto y un equipo presidencial decente? Que desparezca todo. Que sean destruidos: el Capitolio al completo con el gobierno, el congreso y el senado dentro. No queda nadie tras el atentado, mueren cerca de mil personas. Luego aparecer¨¢ un congresista vivo bajo las ruinas, pero, vaya, poco importa aqu¨ª por qu¨¦ est¨¢ vivo, lo significativo de esta historia es la idea central de que para que surja un hombre honesto que dirija el pa¨ªs hay que terminar con todo. La interpretaci¨®n de Kiefer Sutherland como presidente Tom Kirkman, arquitecto, sin partido pol¨ªtico (es un independiente) es de antolog¨ªa: debe transmitir honestidad durante tantas horas como dura la serie, y lo consigue. Su compol -su excelente y joven equipo sabe mucho de eso-es de categor¨ªa. Claro que la serie es una utop¨ªa dentro del g¨¦nero audiovisual de "historias de la Casa Blanca". Acotaci¨®n: no contiene ni gota de machismo ni tampoco de lo que con mayor o menor fortuna llamamos buenismo feminista.
Tambi¨¦n recuerdo a menudo a Henri Cartier-Bresson, poeta y fil¨®sofo de la c¨¢mara. Para lograr la imagen que crees necesaria y ¨²nica, dec¨ªa, es preciso que est¨¦n alineados la cabeza, el ojo y el coraz¨®n cuando vas a disparar (la c¨¢mara, ojo). No al rev¨¦s. No debes partir del coraz¨®n. Lo m¨¢s normal, si as¨ª lo hicieras, es que te salga una imagen podrida. Una imagen, en lo que aqu¨ª hablamos, demasiado elocuente de ti. No hace falta que nos hablen tan claro, por favor, no estamos en la escuela de su ni?ez. O quiz¨¢ s¨ª, no lo s¨¦, tal vez sea bueno que no sepan comunicar. Otra cosa es qu¨¦ hacemos con todo eso.
Merc¨¨ Ibarz es escritora y profesora de la UPF.
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