Caball¨¦ y el Liceo, una relaci¨®n de casi toda una vida
La artista empez¨® a estudiar a los 11 a?os y subi¨® a su escenario, por ¨²ltima vez, en enero de 2012 tras 200 funciones


La relaci¨®n de Montserrat Caball¨¦ y el Liceo fue la de casi toda una vida. Profesionalmente, sobre su escenario cant¨® en m¨¢s de 200 funciones en 50 a?os de carrera. Pero su historia con ¨¦l empez¨® mucho antes, cuando ella ten¨ªa 11 a?os al ingresar en el Conservatorio de M¨²sica del Liceo con una beca. Tras unos primeros a?os de estudio complicados, tuvo que compaginar la formaci¨®n musical con un trabajo y hasta los tuvo que abandonar, en 1950 logr¨® dedicarse ya plenamente a su vocaci¨®n musical a tiempo completo en el Conservatorio del Liceo, gracias al patrocinio del industrial textil Joan Antoni Bertrand y uno de los copropietarios del teatro en esa ¨¦poca.
En el Liceo se gradu¨® en 1954 con una accidentada prueba final en la que lleg¨® a desmayarse. Sus primeros a?os ya como profesional la encaminaron a Basilea (Suiza), entre 1957 y 1959, y Bremen (Alemania) donde se estableci¨® hasta 1962 y se integr¨® en la ?pera de esa ciudad. En esa etapa, Caball¨¦ se aprendi¨® 42 papales de un ampl¨ªsimo repertorio. ¡°Ten¨ªa mucho inter¨¦s por el repertorio alem¨¢n, especialmente Wagner, algo que no era frecuente en esos tiempos en una cantante espa?ola y aprendi¨® el idioma, sin duda porque ten¨ªa facilidad para asimilar lenguas, probablemente por su excelente o¨ªdo musical¡±, explica la directora art¨ªstica del Liceo, Christina Scheppelmann que recuerda el asombro que le provocaba la dif¨ªcil combinaci¨®n de la soprano capaz de llegar a unos registros inauditos -¡°con unos fuegos artificiales incre¨ªbles¡±, describe- y mantener un suspiro de nota de forma extraordinaria ¡°sin duda porque ten¨ªa una t¨¦cnica fuera de serie¡±.
Tras consolidar su carrera fuera de Espa?a, debut¨® en el Liceo el 7 de enero de 1962 en la comedia l¨ªrica Arabella, de Richard Strauss, que fue uno de sus compositores favoritos. Aunque ese dato, que es el oficial que aparece en los registros del teatro, no es exactamente as¨ª porque en 1955 Caball¨¦ form¨® parte del coro que actu¨® con motivo del final de curso del Conservatorio. Ella, acostumbrada a ver las funciones desde el quinto piso, estaba emocionada con pisar por primera vez el escenario integrada en el coro, explicaba en una entrevista con este peri¨®dico. Como solista, Arabella fue su primer ¨¦xito rotundo en todos los sentidos: de p¨²blico y cr¨ªtica. A partir de ese momento, el Liceo pas¨® a ser su segunda casa en Barcelona. Pr¨¢cticamente cada temporada, estuviera donde estuviera, recalaba en el coliseo barcelon¨¦s en diciembre o enero, una reserva que ella introduc¨ªa para pasar las Navidades en Barcelona con su familia y tener contacto con un p¨²blico que adoraba y que la idolatraba. Aunque no todo fue un camino de rosas en esa relaci¨®n ya que Caball¨¦, de car¨¢cter fuerte y criterio musical m¨¢s firme todav¨ªa, tuvo desencuentros con la direcci¨®n art¨ªstica del teatro con motivo de varios montajes de ¨®peras a finales de los ochenta y principios de los noventa.
Fue en el escenario del Liceo donde sus interpretaciones marcaron a varias generaciones con representaciones fuera de serie: Maria Stuarda, Lucrezia Borgia, Il pirata, Aida, Un ballo in maschera, Don Carlo, I vespri siciliani, La boh¨¦me, Manon Lescaut, o Tosca. Y, por su puesto, Norma en la que Caball¨¦ era capaz de prolongar los pian¨ªsimos de la aria la Casta diva a una dimensi¨®n sobrehumana. En una de las ¨²ltimas entrevistas con este diario, hace seis a?os, la propia artista explicaba que su mejor recuerdo en el escenario del Liceo era la Norma de 1970.
Hasta 1982, la mayor parte de las actuaciones en el Liceo de fueron en representaciones de ¨®peras y a partir de esa d¨¦cada altern¨® el teatro l¨ªrico con otros formatos, como los conciertos, como el que comparti¨® mano a mano con Josep Carreras, en 1982, o recitales que fueron sus apariciones m¨¢s frecuentes en el teatro barcelon¨¦s a partir de los noventa. El ¨²ltimo de ellos Otra noche con Montserrat Caball¨¦ fue en enero de 2012, que fue una celebraci¨®n de las bodas de oro de la relaci¨®n entre ella y el Liceo. Un momento en el que la artista, ya con 78 a?os, afirmaba que no quer¨ªa poner fecha a su retirada de los escenarios: ¡°Es que cuando salgo a escena me transformo. O¨ªr los primeros compases de cualquier aria me coloca en otra dimensi¨®n. No s¨¦ c¨®mo explicarlo¡±. Todav¨ªa hay profesionales del Liceo que mantuvieron una estrecha y larga relaci¨®n con ella. Es el caso de Jaume Trib¨®, el apuntador de las representaciones de ¨®pera del teatro, que comparti¨® con la artista decenas de funciones: ¡°Es imposible recordar el n¨²mero, pero yo la acompa?¨¦ en 80 t¨ªtulos diferentes no solo en el Liceo, tambi¨¦n en otros teatros de Europa¡±, explicaba Trib¨® a este diario. Caball¨¦ requer¨ªa de su ayuda cuando los papeles eran especialmente complicados: ¡°Una vez me llam¨® desde Niza para que fuera, sal¨ª del Liceo para un taxi y le dije: vamos a Niza¡±.
La vinculaci¨®n de la diva con el teatro barcelon¨¦s tiene fechas se?aladas, como en 2002 cuando se convirti¨® en la primera mujer socia del C¨ªrculo de Liceo. En 2012, compa?eros de profesi¨®n y amigos de la soprano, entre ellos los tenores Josep Carreras o el bar¨ªtono Joan Pons, se sumaron a la gala homenaje que el teatro le tribut¨® en Otra noche con Montserrat Caball¨¦.
Sin duda, su personalidad y estrecho v¨ªnculo el teatro fue determinante el 31 de enero de 1994, cuando el teatro qued¨® reducido a cenizas despu¨¦s de que la chispa de un soplete prendiera en el tel¨®n de terciopelo: ¡°Hemos de reconstruir el Liceo r¨¢pido, como lo hicieron nuestros tatarabuelos (el teatro fue pasto de las llamas en 1961). Ellos lo hicieron en un a?o y nosotros debemos estar a su altura¡±, afirm¨®, con los ojos ba?ados en l¨¢grimas, ante los restos humeantes de la que hab¨ªa sido su segunda casa la misma ma?ana del incendio.
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