El traje nuevo de nuestras universidades
Los campus han de ser por definici¨®n abiertos: su informaci¨®n debe ser asequible
El empe?o del Govern del Bot¨¢nic por hacer de la transparencia uno de los rasgos definitorios de su proyecto pol¨ªtico es un acierto, porque sin transparencia no hay democracia o, en todo caso, de muy baja calidad. Entiendo por transparencia la reformulaci¨®n por Habermas del principio kantiano de publicidad ("son injustas todas las acciones que se refieren al derecho de otros hombres cuyos principios no soportan ser publicados"): la democracia, sostiene Habermas, requiere institucionalizaci¨®n de la publicidad, como garant¨ªa del control por parte de los ciudadanos (los soberanos) sobre el ejercicio del poder. La publicidad conecta con las exigencias de informaci¨®n (clara y accesible a todos), participaci¨®n (de todos) y control, y deviene en el requisito de transparencia. En democracia sucede lo contrario del planteamiento del ancien r¨¦gime. En ¨¦ste, el prestigio del rey no reside en su transparencia, sino en su condici¨®n sacral, separada, inaccesible al pueblo. En democracia, la auctoritas tiene relaci¨®n directa con la disposici¨®n abierta a la mirada que desnuda los actos del poder. Como ense?a el cuento de Andersen, El traje nuevo del Emperador, hay que verlos desnudos, porque es como se puede comprobar si el poder cumple con lo que quiere el pueblo.
?Cumplen las universidades con ese principio de transparencia? ?Deben quedar al margen, o modular esas exigencias, en aras de su independencia, su autonom¨ªa? A mi juicio, las universidades han de ser por definici¨®n abiertas: su informaci¨®n debe ser asequible y las instituciones que representan a todos los ciudadanos deben poder tener los elementos necesarios para ejercer la cr¨ªtica sobre su funcionamiento, al menos ah¨ª donde se invierten recursos p¨²blico, las universidades p¨²blicas. Hemos avanzado en ese requisito. Pero queda mucho por hacer. Por ejemplo, como ha se?alado el colectivo Uni-Digna (www.unidigna.org) hay d¨¦ficit de transparencia en la selecci¨®n y promoci¨®n del profesorado (y tambi¨¦n del personal de administraci¨®n y servicios). No por ocultaci¨®n, sino por el procedimiento que nos ense?a La carta robada, de Poe: por exceso de luz y de datos y por orientaci¨®n interesada del foco de visibilidad (lo que en magia se llama misdirection y en cine un macguffin).
Un ejemplo: la evaluaci¨®n del profesorado pasa por aplicaciones inform¨¢ticas que impiden en realidad la publicidad del acto de examen y la demostraci¨®n de capacidades. Es el sistema imperante, que valora lo publicado seg¨²n el medio de publicaci¨®n (en raz¨®n de su impacto): revistas indexadas en JCR y Scopus. El problema es que esos ¨ªndices de impacto no son ¡ªcomo algunos piensan ingenuamente¡ª entes de raz¨®n, sino instrumentos que refuerzan la posici¨®n hegem¨®nica en el mercado de multinacionales como Clarivate (a trav¨¦s de su producto Web of Knowledge) o Elsevier (due?a de Scopus).
Claro, esos indicadores son p¨²blicos, pero, ?alguien puede hablar de evaluaci¨®n transparente cuando el evaluador no lee ni una p¨¢gina del contenido, ni su autor tiene la posibilidad de defenderlo p¨²blicamente? Una Sentencia del Tribunal Supremo de junio de 2018 ha invalidado ese sistema y exigido que ANECA lea el contenido de lo que eval¨²a. Pero el Ministerio de Pedro Duque de momento se niega a aceptar que eso pueda ir m¨¢s all¨¢ de la validez del caso juzgado.
Podr¨ªamos hablar de la falta de transparencia en la adjudicaci¨®n de subvenciones y proyectos (cr¨ªticas reiteradas hacia la ANECA pero que, en el caso de la Comunidad Valenciana, se pueden redirigirse a la AVAP). O en las fundaciones o entidades instrumentales (ADEIT, OTRI) que han creado las universidades para actividades que antes eran ejercidas por sus organismos bajo mecanismos de control sencillos y accesibles. O de la dificultad de participaci¨®n real y control de la informaci¨®n institucional en las tan iluminadas como autocomplacientes p¨¢ginas web.
S¨ª. Todav¨ªa al ver la ceremonia de tradici¨®n multicentenaria y los coloridos ropajes que resaltan la condici¨®n de ¨¦lite de sus miembros, es posible que el ni?o se?ale que la Universidad va desnuda y que su pretendido nuevo traje oculta con dificultad algunas de sus verg¨¹enzas.
Javier de Lucas es catedr¨¢tico de Filosof¨ªa del Derecho.
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