La llave del escondite de Ana Frank
La exposici¨®n ¡®Auschwitz¡¯ recibe tres objetos relacionados con la parte de la casa en la que se ocult¨® dos a?os la familia de la ni?a jud¨ªa
"?Quiero seguir viviendo, aun despu¨¦s de muerta!", clama Ana Frank en la entrada que escribi¨® en su diario el 5 de abril de 1944. Faltaban cuatro meses para que la adolescente jud¨ªa y su familia fueran descubiertos en el escondite anexo a la casa de ?msterdam donde viv¨ªan. Ah¨ª pasaron m¨¢s de dos a?os, antes de ser deportados al campo de exterminio de Auschwitz, aunque finalmente ella muri¨® de tifus en el de Bergen-Belsen junto a su hermana, Margot, semanas antes de que lo liberaran los brit¨¢nicos. La fascinaci¨®n por todo lo relacionado con la joven que escribi¨® un diario del que se han vendido 30 millones de ejemplares y traducido a 70 idiomas se mantiene, como demuestran tres objetos?relacionados con el ocultamiento de la familia Frank, incorporados a la muestra Auschwitz. No hace mucho. No muy lejos, en el Centro de Exposiciones Arte Canal de Madrid.
Procedentes de la colecci¨®n de la Casa de Ana Frank, entidad que alberga, en la vivienda de la familia de la ni?a, objetos, fotograf¨ªas y documentos, han llegado a Madrid tres piezas que no hab¨ªan salido antes de ?msterdam. "Un tirador de madera que formaba parte del mecanismo que hac¨ªa girar la estanter¨ªa para acceder al escondite¡±, ha explicado en la presentaci¨®n la directora de colecciones de la Casa de Ana Frank, Teresien da Silva. Esa estanter¨ªa con bisagras la hab¨ªa construido, en agosto de 1942, uno de los empleados de Otto, el padre de Ana, para escapar de los registros nazis. "Nuestro escondite solo ahora se ha convertido en un verdadero escondite¡±, redact¨® la ni?a con satisfacci¨®n.
El tirador, una peque?a pieza que hay que manejar entre algodones para evitar su deterioro, estaba unido a un trozo de cuerda y sujeto por un gancho. Era la llave que abr¨ªa y bloqueaba lo que Ana bautiz¨® en su Diario como "la Casa de Atr¨¢s". Pese a los d¨ªas eternos, encerrada, sin ir a la escuela ni jugar, la joven escribi¨® el 2 de mayo de 1943: "A veces me pongo a reflexionar sobre la vida que llevamos y entonces por lo general llego a la conclusi¨®n de que, en comparaci¨®n con otros jud¨ªos que no est¨¢n escondidos, vivimos como en un para¨ªso".
La segunda pieza es una curiosidad, un libro en espa?ol titulado ?C¨®mo hay que visitar a Holanda?, ¡°una especie de gu¨ªa de turismo que ten¨ªa una de las personas que viv¨ªa con los Frank en el escondite, el dentista Alfred Pfeffer¡±, ha contado Teresien da Silva. La historia detr¨¢s de este volumen, que muestra en su simp¨¢tica cubierta a una mujer con vestido blanco, brazo en alto y rodeada de tulipanes, estaba en los futuros deseos de Pfeffer, jud¨ªo amigo de los Frank. "Estudiaba espa?ol porque, cuando acabase la guerra, se quer¨ªa ir a Chile a montar una granja de caballos", ha a?adido Da Silva. ?l era el compa?ero de habitaci¨®n de Ana, lo que a la adolescente no le hac¨ªa mucha gracia, que en su diario se burlaba de los pocos avances de Pfeffer con el espa?ol, "sin resultado notable". Los sue?os de Pfeffer se frustraron cuando fue arrestado con los dem¨¢s el 4 de agosto de 1944 y acab¨® en el campo de Neuengamme, donde muri¨® en diciembre.
La ¨²ltima novedad es otro libro, un regalo que recibi¨® la inquieta Ana por su 15 cumplea?os, el ¨²ltimo que pudo celebrar. Otto y Edith Frank conoc¨ªan las ganas de su hija por volver la calle y a la naturaleza, quiz¨¢s por ello le dieron un tratado de bot¨¢nica, Beginselen der Plantkunde, un volumen amarronado, en el que, siempre met¨®dica, escribi¨® su nombre y la fecha, 12 de junio de 1944. "Me han regalado un mont¨®n de cosas: pap¨¢ y mam¨¢ los cinco tomos de la Historia del arte de Springer, un conjunto de ropa interior, dos cinturones, un pa?uelo, dos yogures, un tarro de mermelada, dos pasteles de miel (de los peque?os) y un libro de bot¨¢nica". Sin embargo, la mayor alegr¨ªa esos d¨ªas eran las noticias del avance de los Aliados tras el desembarco de Normad¨ªa.
Cuando Otto Frank, el pr¨®spero director de una empresa que fabricaba un componente para la mermelada, regres¨® del infierno nazi recibi¨® de manos de uno de sus empleados, Miep Gies, el diario de su hija, encontrado tras el arresto de los habitantes de la Casa de Atr¨¢s. Ese libro lo hab¨ªa iniciado Ana el 12 de junio de 1942, con una frase que revelaba sus inseguridades de adolescente: "Espero poder confi¨¢rtelo todo como a¨²n no lo he podido hacer con nadie". La ¨²ltima entrada, el 1 de agosto de 1944, reflejaba que estaba por desarrollar una personalidad que ella misma reconoc¨ªa era "un manojo de contradicciones".
Casi medio mill¨®n de visitantes
Unas 475.000 personas han visitado la exposici¨®n Auschwitz.?No hace mucho. No muy lejos en Madrid, organizada por la empresa Musealia y el Museo Estatal de Auschwitz-Birkenau, desde que abri¨® el 1 de diciembre. Prorrogada hasta el 3 de febrero de 2019, la muestra re¨²ne en un largo recorrido de 2.500 metros cuadrados m¨¢s de 600 piezas que testimonian el Holocausto que acab¨® con la vida de seis millones de jud¨ªos. La muestra viajar¨¢ a otros 14 destinos en Europa y Estados Unidos. La Casa de Ana Frank, que se ha sumado a la muestra con los tres objetos tra¨ªdos desde ?msterdam, tiene entre sus objetivos "mantener el inter¨¦s por la vida y el diario" de aquella ni?a, seg¨²n su directora de colecciones, Teresien da Silva, que subray¨® que su entidad "produce material educativo para que la juventud aprenda los peligros del antisemitismo y el racismo".
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