Los ¨¢ngeles de Kushner toman el Lliure
David Selvas lleva a escena con brillantez el gran d¨ªptico sobre el sida
Adicto a la vida. As¨ª se declara en su escena final Prior Walter, el joven homosexual ¡ªgran trabajo de Joan Amarg¨®s¡ª que lucha contra el sida en ?ngels a Am¨¨rica, el colosal d¨ªptico del dramaturgo estadounidense Tony Kushner ¡ª S?acosta el mil¡¤lenni y Perestroika¡ª que, por fin, puede verse completo en Barcelona. Razonablemente completo, pues el montaje de David Selvas que estrena el Teatre Lliure ofrece una versi¨®n abreviada que deja las ocho horas originales en cuatro horas y media; las obras pueden verse por separado en funciones alternas, pero, para los adictos al teatro, el s¨¢bado se ofrecen seguidas en una marat¨®n que te emociona y deja exhausto por su demoledora intensidad teatral.
Mucho ha llovido desde el estreno barcelon¨¦s de la primera parte de ?ngels a Am¨¨rica que, en 1996, inaugur¨® el TNC en un hist¨®rico montaje de Josep Maria Flotats ambientado en un cementerio jud¨ªo; como joven promesa aparec¨ªa Pere Arquillu¨¦, inmenso ahora en el papel de Roy Cohn, el corrupto y depravado abogado republicano que escond¨ªa su homosexualidad en la puritana y reaacionaria Am¨¦rica de Ronald Reagan.
Los tiempos han cambiado, pero no tanto: en Donald Trump hay temibles trazos de Cohn y, aunque la epidemia del sida tiene hoy efectos menos apocal¨ªticos ¡ªla acci¨®n, en Nueva York, comienza en 1985 y acaba en 1990¡ª, sigue dando asco y miedo la cruzada contra la libertad y la tolerancia que Kushner denuncia y que, por desgracia, hoy sigue ganando adeptos en todo el planeta.
La traducci¨®n y adaptaci¨®n de Albert Arribas deja en lo esencial los hilos de la trama que alimentan este drama on¨ªrico que Selvas lleva a escena con valent¨ªa y brillantez; ficci¨®n y dura realidad se retroalimentan en un relato bien hilvanado que incorpora proyecciones y filmaciones. Aprovecha a fondo los espacios reales e imaginarios que la escenograf¨ªa de Max Glaenzel recrea frente a los espejos de los camerinos, facilitando el cambio de escenas que se solapan, e incluso, como aconseja el propio autor, se precipitan una sobre otra.
Esa fluidez no est¨¢ tan bien resuelta en el ritmo interior de cada escena. Hablar deprisa y gritar m¨¢s de la cuenta ¡ªdeber¨ªan medir mejor sus registros los j¨®venes y talentosos actores de la Kompanya Lliure¡ª pasa factura. Tampoco ayuda una amplificaci¨®n reverberante que a veces complica la audici¨®n de un texto duro y ¨¢cido, tambi¨¦n esperanzado, con dosis de humor que hacen m¨¢s llevaderas la contemplaci¨®n de las llagas, la sangre, los v¨®mitos y, en suma, los estragos del sida. Y escuchar a Arquillu¨¦ y Vicky Pe?a te lleva a otra dimensi¨®n teatral, porque en su construcci¨®n del personaje, las emociones que transmite la voz te atrapan con mayor fuerza.
Adem¨¢s de asumir, con pericia transformista, las arengas del rabino y el bolchevique m¨¢s viejo del mundo que abren cada obra, admira ver c¨®mo Vicky Pe?a hace crecer el personaje de Hannah Pitt, desde la aridez intolerante de la anciana mormona al trato afectuoso y protector con Prior, exnovio del amante de su hijo Joe, que ha abandonado a su mujer, la emocionalmente inestable Harper.
Dan vida a este matrimonio J¨²lia Truyol y Eduardo Lloveras. Ella tiene grandes momentos, entre ellos la hilarante escena de las alucinaciones con Joan Amarg¨®s. Lloveras y Joan Sol¨¦ (Louis Hironson) lidian con papeles m¨¢s complejos que arrastran sentimientos de culpa; uno oculta su homosexualidad, otro abandona por miedo a su compa?ero enfermo. Est¨¢n mejor en la segunda parte, m¨¢s sobrios al mostrar otras capas de sus respectivos personajes.
Brillante Quim ?vila en un personaje sincero y directo en su orgullo gay, Belice, enfermero y drag queen que cuida en el hospital a Roy Cohn; planta cara al ru¨ªn abogado clavando certeros dardos en sus ¨¢cidos di¨¢logos con Arquillu¨¦, h¨¢bil en el retrato de todas las miserias de este personaje, un bomb¨®n al que hinca el diente con sumo placer.
El buen hacer de ?scar Rabadan como inflexible doctor Henry, Cl¨¤udia Benito como el fantasma de la ajusticiada Ethel Rosenberg que atormenta en sus delirios a Roy, y Raquel Ferri como ?ngel que sobrevuela el escenario con m¨¢s carga sexual que espiritual bajo sus alas. Al fin y al cabo, los ¨¢ngeles de Kushner vuelan desamparados ¡ªhan perdido el norte divino¡ª y en sus apariciones levantan pulsiones que Prior, y tambi¨¦n la anciana mormona, cre¨ªan perdidas.
Un doblete de dimensiones wagnerianas
La gran mayor¨ªa del p¨²blico acudi¨® al Lliure con ganas de ver de una tacada un doblete teatral de aupa, solo equiparable en su duraci¨®n a los grandes dramas wagnerianos. La desapacible tarde invitaba a buscar cobijo y distracci¨®n en un teatro, y la tentaci¨®n de ver por primera vez en un escenario de Barcelona las dos partes del colosal drama de Kushner era mayor que el temor a sus gigantescas dimensiones.
La gran mayor¨ªa del p¨²blico aguant¨® la doble funci¨®n con ganas y, a juzgar por las caras de satifacci¨®n, sali¨® contento del Lliure.
?lex Rigola, Joan Llu¨ªs Bozzo, Daniel Mart¨ªnez, Carme El¨ªas o Ramon Madaula, entre otras personalidades del mundo del teatro, no quisieron perderse el doble estreno. Durante la hora de descanso entre las dos obras se form¨® una largu¨ªsima cola y la espera para llegar a la barra del bar tuvo una duraci¨®n acorde con el monumental d¨ªptico de Kushner.
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