El lenguaje despectivo
El tono del debate pol¨ªtico sigue m¨¢s y m¨¢s la pauta del desprecio, iniciada aqu¨ª por Ciudadanos
En un reciente art¨ªculo en The New York Times, el m¨²sico y activista pol¨ªtico brasile?o Caetano Veloso analiza c¨®mo ha llegado al poder Bolsonaro: ¡°Muchos artistas, m¨²sicos, cineastas y pensadores se han encontrado en un ambiente en que los ide¨®logos reaccionarios ¡ªa trav¨¦s de libros, webs y art¨ªculos period¨ªsticos¡ª han denigrado cualquier intento de superar la desigualdad, a base de vincular las pol¨ªticas socialmente progresistas a una especie de pesadilla venezolana que genera el miedo a que las minor¨ªas erosionen los principios religiosos y morales o, simplemente, a base del adoctrinamiento de las personas en la brutalidad por medio del uso sistem¨¢tico del lenguaje despectivo¡±. Concluye Veloso: ¡°El ascenso de Bolsonaro como figura m¨ªtica cumple las expectativas creadas por este tipo de ataques intelectuales. No es un intercambio de argumentos: los que no creen en la democracia act¨²an de manera insidiosa.¡±
El lenguaje despectivo. No conozco a fondo, ni siquiera en la superficie, los dilemas del gran pa¨ªs americano, uno de los que tambi¨¦n son Estados Unidos (del Brasil), aunque he ido siguiendo sus avatares desde que gan¨® el presidente Lula con el programa ¡°Comer todos los d¨ªas¡±. La corrupci¨®n generalizada que sufre no es, por otra parte, algo propio solo de all¨ª. Ni tampoco el lenguaje despectivo que alega Veloso como fuente y caldo de cultivo de lo que ha estado y est¨¢ sucediendo.
No s¨®lo en Am¨¦rica, del norte y del sur. El lenguaje despectivo est¨¢ ah¨ª, entre nosotros, en Espa?a, en Catalu?a. Configura un tono espec¨ªfico del presente, como lo hizo la voz del NO-DO franquista (?recuerdan?) y, m¨¢s y m¨¢s, duele decirlo, de forma parecida a LTI. La lengua del Tercer Reich, la descripci¨®n y an¨¢lisis del fil¨®logo Victor Klemperer de la transformaci¨®n nazi del idioma alem¨¢n, que hay que leer y releer (publicado en 1947, disponemos desde 2001 de la traducci¨®n de Adan Kovacsics en Min¨²scula).
Cada vez que oigo por la tele a un parlamentario de Ciudadanos aprieto el bot¨®n del mando que lo enmudece. Me sucede lo mismo con otros parlamentarios y hasta con presidentes de comunidades aut¨®nomas, pero no por las mismas razones. No es lo mismo el lenguaje propagand¨ªstico, panfletario incluso, el lenguaje ¨¦pico del soberanismo catal¨¢n o el descaradamente arrogante del presidente aragon¨¦s, no es lo mismo que el lenguaje despectivo.
El lenguaje despectivo ha sido, y es, el caballo de batalla de Ciudadanos que, como he contado otras veces en estas mismas p¨¢ginas, naci¨® en Catalu?a para modificar el idioma. A partir de ah¨ª, sus l¨ªderes se han dedicado a interrumpir, interrumpir, interrumpir. Con el uso y abuso del lenguaje despectivo. No dir¨¦ que el Parlament catal¨¢n atraviese una de sus etapas m¨¢s felices, me limito a apuntar que Cs ha intentado convertirlo en un parlamento de feria desde que lleg¨® a la c¨¢mara. Su lenguaje despectivo convierte la lengua espa?ola, en la que se expresan casi siempre sus representantes, en m¨²sica mal¨¦fica. Comprendo que la RAE no puede meterse en esto, pero yo de ustedes, acad¨¦micos, acad¨¦micas, me lo pensar¨ªa.
Y ahora nos llega desde la douce France el ¨ªnclito Manuel Valls, que se refugia en la Barcelona que quiere gobernar de sus fracasos pol¨ªticos allende los Pirineos. Avalado por Ciudadanos, de momento el hombre dice ir a su aire. Lo oyes por la tele y parece ecu¨¢nime, no usa el lenguaje despectivo. De momento, prefiere el tono de la grandeur mitterrandiana.
Colegas parisinos que le siguen desde hace a?os cuentan que Valls es una mezcla de mesianismo verdagueriano (del poeta Verdaguer, de quien su padre, el pintor Xavier Valls, le regal¨® una biograf¨ªa en su adolescencia) y de soberbia francesa. Un familiar suyo muy cercano lo confirma: el ex primer ministro franc¨¦s y exministro del Interior, socialista y que ahora est¨¢ avalado por Ciudadanos aqu¨ª, iba para cura. Perdi¨® la fe religiosa y se agarr¨® a la fe pol¨ªtica: ¡°Por eso es competente, es muy autoritario¡±, concluye el familiar. No le gusta perder, a Valls. Sus cabreos cuando pierde son de aupa, me siguen contando. Su ¨²ltima campa?a desafortunada gener¨® una foto de impacto, dif¨ªcil de digerir: puesto que los j¨®venes m¨¢s o menos socialistas le recib¨ªan con gritos y hasta con piedras, Valls recurri¨® a los antidisturbios para proteger la entrada a su ¨²ltimo mitin. No fue una imagen tan fuerte como la llegada del presidente Mas en helic¨®ptero al Parlament, pero casi.
A la que se le suelte la lengua, sabremos hasta qu¨¦ punto es despectivo.
Merc¨¨ Ibarz es escritora y profesora de la UPF.
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