Los ¡®heavies¡¯, el mayor monumento humano de Gran V¨ªa, en contra de su reforma
Emilio y Jos¨¦ Alcaraz acuden cada d¨ªa al n¨²mero 25 de la renovada arteria madrile?a, donde antes estaba la tienda discogr¨¢fica Madrid Rock
¡°Ahora ten¨¦is un banco nuevo, os pod¨¦is sentar ah¨ª¡±, dice un polic¨ªa, se?alando uno de los nuevos bancos de la Gran V¨ªa. ¡°Eso es para los ni?os y la gente mayor, no para nosotros. Si nos ponemos ah¨ª la gente no se puede sentar¡±, responde Emilio Alc¨¢zar, apoyado en la silla plegable que le acompa?a desde que las obras se llevaron por delante la barandilla donde sol¨ªa situarse junto a su hermano Jos¨¦. Tras 17 a?os acudiendo a diario al n¨²mero 25 de la calle, los heavies?de Gran V¨ªa se han convertido, con sus largas melenas y sus chupas de cuero a rebosar de chapas, en una de las escenas humanas caracter¨ªsticas de la principal arteria de la ciudad, que este viernes estrena redise?o. Un cambio de cara con el que, a juzgar por sus palabras, no est¨¢n muy contentos: ¡°Parece que han inventado una calle que lleva aqu¨ª m¨¢s de 100 a?os. Nos dicen que se va a poder pasear mejor. ?Venga ya! Si es la mayor avenida de la ciudad. Aqu¨ª se ha paseado toda la vida sin problema. Era innecesario montar todo este jaleo¡±, se queja Jos¨¦ con su particular deje madrile?o.
Para estos gemelos, los casi nueve meses que han durado las obras de remodelaci¨®n de la principal calle madrile?a han supuesto ¡°un verdadero caos¡±. ¡°Parec¨ªa que est¨¢bamos en un vietnam peque?ito, en medio de un bombardeo. Mu¨¦vete para aqu¨ª, para all¨¢. Nosotros queremos estar aqu¨ª ¡ªen referencia al n¨²mero 25 de la calle, donde hasta el 2005 estuvo la tienda Madrid Rock y que ahora ocupa una conocida marca textil¡ª. Este es nuestro sitio¡±, asegura Jos¨¦. ¡°?Y todo esto para qu¨¦?¡±, contesta Emilio. ¡°La Gran V¨ªa se ha convertido en un cuello de botella para el tr¨¢fico. Sobre todo cuando pasan ambulancias, bomberos¡ Ahora se presenta el problema de estos cruces que han hecho, que nadie se pispa de que est¨¢n, y tienen un peligro¡¡±, cuenta mientras observa el paso de los veh¨ªculos.
?A pesar de los problemas, no han fallado ni un d¨ªa a su cita, a la que acuden puntualmente en homenaje a la m¨ªtica tienda de discos. ¡°Venimos aqu¨ª cada d¨ªa para reivindicar que el esp¨ªritu est¨¢ por delante de la billetera y para defender la Gran V¨ªa como s¨ªmbolo de Madrid y de Espa?a, y no del capitalismo. Cada tienda nueva que vemos nos motiva m¨¢s a seguir peleando. Debemos evolucionar y dejarnos de compras vac¨ªas¡±, relata Emilio. ¡°Esto de la nueva Gran V¨ªa es una m¨¢s de las pijadas que le han hecho a esta calle. Han intentado enga?ar a la pe?a. Yo no me quiero meter con nadie, porque la pol¨ªtica no nos interesa lo m¨¢s m¨ªnimo, pero es una reforma para que las tiendas vendan m¨¢s, que no somos tontos¡±, profundiza su hermano.
Los dos reconocen que, para ellos, cualquier tiempo pasado fue mejor, y rememoran a menudo la ¨¦poca en la que, tras separarse de sus respectivas parejas, empezaron a frecuentar a diario la Gran V¨ªa. Una ¨¦poca en la que las franquicias todav¨ªa no hab¨ªan acabado con el ¡°verdadero esp¨ªritu¡± de la calle. ¡°Cuando empezamos a venir, en 2001, hab¨ªa tiendas de segunda mano, de vinilos, cines¡ Era como ir a un garito. Aqu¨ª ven¨ªa gente de muchos pelajes unidos por algo que merec¨ªa la pena, la cultura. Algo queda por el tramo de plaza de Espa?a de ese verdadero esp¨ªritu, pero el nuestro se lo han cargado. La han dejado sin alma¡±, comenta resignado Jos¨¦. ¡°Menos mal que la Casa del Libro sigue, porque si no¡Cuando el Ronaldo se compr¨® el hotel nos entr¨® el p¨¢nico. Tem¨ªamos que quitaran la ¨²nica tienda que merece la pena¡±, apostilla Emilio.
?Eso s¨ª, ambos aseguran que tratar¨¢n de encontrar el lado positivo a los nuevos cambios. ¡°Hay que reconocer que est¨¦ticamente es aceptable. Los ¨¢rboles quedan cojonudos. Ha quedado m¨¢s bonito, eso es cierto. Nos acostumbraremos¡±. Tras haberla convertido durante casi 20 a?os en su segunda casa, consideran la calle como un ¡°manicomio maravilloso¡±, que les ha deparado multitud de an¨¦cdotas: ¡°Hay gente mayor que nosotros que nos dice que nos ve desde que ten¨ªan veinte a?os. Si casi no hab¨ªamos ni nacido. Incluso con todo lo que le han hecho, esta calle sigue molando¡±, a?ade entre risas Emilio.
Durante este tiempo tambi¨¦n han tenido tiempo de hacer amistades. ¡°Andr¨¦s Pajares, que empez¨® en los cabar¨¦s de aqu¨ª abajo, habla con nosotros y nos cuenta que le da mucha pena ver como est¨¢ ahora la Gran V¨ªa. Y la del La, la, la, Massiel, tambi¨¦n es muy maja¡±, enumera Jos¨¦ haciendo la cuenta de los personajes famosos que han conocido ¡°No te olvides de Alaska, que es del Atleti como nosotros, y tambi¨¦n viene mucho¡±, le recuerda Emilio. Ambos reconocen que hace tiempo que perdieron la cuenta de las fotos que se han podido llegar a hacer en este tiempo: ¡°Los que no son de Madrid se quedan alucinados al vernos¡±.
?Con barandilla o sin ella, Los heavies de Gran V¨ªa seguir¨¢n acudiendo cada tarde a su peque?o rinc¨®n: ¡°Nosotros tenemos un horario superestricto, de 19.00 a 22.00. Llueva, truene o nieve, aqu¨ª estamos¡±, asegura Emilio. ¡°Yo espero que este a?o nieve¡±, le contesta r¨¢pidamente Jos¨¦. ¡±Hay s¨ªntomas de que este invierno puede ser. Una vez nev¨® y estaba muy bonita la Gran V¨ªa. Fue la hostia. Parec¨ªa Mosc¨²¡±. A sus 52 a?os, prometen seguir mucho m¨¢s tiempo ofreciendo guerra en la Gran V¨ªa: ¡°Por lo menos dos d¨¦cadas m¨¢s nos quedan, y nos quedamos cortos. Lo importante, hagas lo que hagas, es ponerle intensidad¡±, concluyen.
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