Un lugar con gracia
La Gran V¨ªa hab¨ªa realizado ya su tr¨¢nsito del siglo XX al XXI entre los carteles pintados de los cines que ya cerraron a los neones de las marcas deportivas, los casinos y los musicales. Pero el que todav¨ªa tiene por delante le va a proporcionar menos gasto en la limpieza de fachadas y escaparates a costa de un tr¨¢fico reducido y m¨¢s viandantes.
La calle bandera de la capital se ha convertido a partir de este fin de semana en la estrella de Madrid Centro. Con su m¨¢s anchas las aceras y m¨¢s estrecha la carretera podr¨ªa componerse un ramillete de chotis y diez romanzas para una nueva zarzuela con su nombre. Han desaparecido las zanjas y los ciudadanos la hemos tomado en tromba, como la apertura de una presa para dar rienda suelta a nuestro caudal de ansiedades. Las obras p¨²blicas han sintonizado con la puesta de largo de los negocios privados y el lavado de cara de las fachadas, justo para saludar al siniestro Black Friday y la blanca Navidad. Si la atravesamos desde el v¨¦rtice de Alcal¨¢, nos llaman la atenci¨®n los reci¨¦n abiertos hoteles, novedosos restaurantes y se?eras marcas de lujo.
Sobreviven ciertos referentes indestructibles como Chicote, que no se ha rendido a las ofertas de ninguna franquicia y se h aganado sus cinco estrellas como templo hist¨®rico. Al llegar hacia la altura de Fuencarral, los cruces de peatones la electrizan antes de alcanzar ese pico de marcas y grandes almacenes de ropa a precios asequibles. Cuesta abajo, de Callao a Plaza de Espa?a, cobra fuerza ese torrente de teatros entregados al rico musical y los espect¨¢culos modo Club de la Comedia donde uno se entretiene desmenuzando t¨ªtulos y repartos.Tanto ha cambiado y,sin embargo, sigue igual. Como un h¨¢bitat mutante y un s¨ªmbolo imantado, atractivo y locuaz. Con su propio idioma y una rica identidad. Extra?a mezcla de Sodoma y Disneylandia, entre Broadway y los Campos El¨ªseos, pero con mucha m¨¢s gracia.
Si echamos la memoria atr¨¢s, hasta los a?os setenta, recordamos la presencia de Charlton Heston, Robert Redford, Paul Newman o Meryl Streep y Sof¨ªa Loren en tecnicolor, colgados del Cine Capitol o el Lope de Vega y los modelos de taxi negros con banda roja, que han pasado del Seat 1.500 al h¨ªbrido blanco actual. Las aceras de ahora clarean los pasos en un tono m¨¢s brillante que gris. Las jardineras y los reci¨¦n estrenados bancos invitan a la contemplaci¨®n y al descanso. El asfaltado y el nuevo modelo de sem¨¢foros diluyen el antiguo protagonismo del tr¨¢fico. Solo las obras del metro estorban la puesta de largo.Aun as¨ª, ?qui¨¦nes la habitar¨¢n? No cambiar¨¢ mucho el paisanaje. De d¨ªa los manteros;al caer la noche, prostitutas y vendedores chinos de bocadillos. A comienzos de cada curso estudiantes en busca de intercambios baratos de textos a la altura de la calle Libreros, dependientes de comercios, vendedores de humo, mendigos sin rumbo, parejas de novios y silentes solitarios. A comienzos de verano, una colonia gay global, con parada en Chueca. Se mantendr¨¢ sin horario fijo, abierta 24 horas, con su gui?o a todas las gentes de paso. Porque la Gran V¨ªa es la calle que hace escasas d¨¦cadas tomaban los visitantes de provincias en busca de emociones fuertes y ahora transitan todas las naciones como un gran parque tem¨¢tico. Esa ligera cuesta que desde ambos lados acaba con alto en Callao,donde te atraviesan las corrientes de la sierra y act¨²an los m¨¢s esmerados carteristas, la m¨¢s asombrosa confluencia de trileros y despistados del mundo, v¨¦rtice de boites para entrados en a?os y locales after estimulados con sustancia.Una asombrosa y aparentemente inconexa sociolog¨ªa que marca cada ¨¦poca, que dicta tendencia. Y que a partir de ahora gana espacio para sus nuevas acogidas
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