Sobrevivir a las citas navide?as
Sigo admirando a quienes son capaces de juntarse con gente distinta, incluso con quienes no tienen nada en com¨²n y llegan a acuerdos
Con los a?os, se aprende. A salir viva de las reuniones navide?as, sin enfadarte con nadie ni siquiera con las cu?adas o los hijos adolescentes. Si sale bien, al llegar la madrugada abandonas el portal de tu suegra con dolor de cabeza, empachada y contenta de no haber dicho una palabra de m¨¢s ni dado tu opini¨®n sobre el horrible regalo anual de la ¡°tieta¡±. Confieso que unos d¨ªas antes de la Navidad, cuando falta poco para los m¨²ltiples encuentros, noto un malestar en el est¨®mago y pienso en largarme, en salir pitando hacia una isla cualquiera, pero desierta. Las citas, a veces, las carga el diablo y todos tenemos ejemplos de verdaderos desastres junto al bel¨¦n. Entiendo, pues, que Pedro S¨¢nchez y Quim Torra, que no han dialogado nunca, que no son familia, ni siquiera amigos, deben hoy estar pregunt¨¢ndose: ?Qui¨¦n nos manda pasar por esta cita prenavide?a?
Hay personas con una especial capacidad para conseguir que todo salga bien; con otras, en cambio, sabes, en cuanto entran por la puerta, que no llegas a los villancicos. Pepe Cullell, mi abuelo catalano-manchego, era de los primeros, de los que consiguen crear el ambiente adecuado; incluso sus nietos menos dotados para la m¨²sica cant¨¢bamos para conseguir el aguinaldo y desafin¨¢bamos felices. Daba igual si aquel a?o el negocio no hab¨ªa ido bien y el dinero escaseaba, en su casa del Ensanche, la Nochebuena se celebraba a lo grande, con zambombas y panderetas.
Esas cenas de mi infancia estuvieron llenas de gritos que sal¨ªan de la cocina, de marisco comprado a buen precio en el mercado de la Boqueria y de chuleticas de cordero llegadas de Albacete. Las reuniones, adem¨¢s, duraban lo justo; cuando quer¨ªas, o te llamaban tus amigos, sal¨ªas por la puerta sin que nadie se enfadara. Mi abuelo lo organizaba todo con gran antelaci¨®n, escuchando y atendiendo a los gustos de todos, asegur¨¢ndose que mi madre, esa nuera que no com¨ªa percebes y hac¨ªa ascos a las ca?a¨ªllas, tuviera su tortilla de patatas y su pan con tomate. Cuando falleci¨®, las nochebuenas familiares se torcieron. Una de las ¨²ltimas de mi juventud, en plena transici¨®n democr¨¢tica, acab¨® con mi padre gritando, yo respondiendo y mi madre intentando templar gaitas. Mi padre era de los segundos, de los que nunca acaban una fiesta en paz.
Sigo admirando a quienes son capaces de juntarse con gente distinta, incluso con quienes no tienen nada en com¨²n y llegan a acuerdos
Ahora proliferan las citas de todo tipo. Vivimos tiempos de cumbres organizadas con muchos recursos, pero poco cuidado, con demasiados gestos in¨²tiles y frases rimbombantes, citas para la foto m¨¢s que para la conversaci¨®n. Ni en diciembre, podemos estar tranquilos y en familia. Hace unos d¨ªas, acab¨® la ¨²ltima gran cumbre del Clima, con representantes de 197 pa¨ªses y la participaci¨®n de un total de 30.000 personas. Por qu¨¦ fueron tantas es un misterio. Discutieron durante dos semanas y, al final, un se?or polaco ley¨® el acuerdo, en el que se aseguraba que el importante trabajo realizado por los participantes se hab¨ªa guiado ¡°por un sentido de responsabilidad con la humanidad y con el bienestar del planeta¡±.
M¨¢s all¨¢ de la palabrer¨ªa, sigo admirando a quienes son capaces de juntarse con gente distinta, incluso con quienes no tienen nada en com¨²n y llegan a acuerdos, aunque sean de m¨ªnimos. Me gustan los hombres y mujeres que no salen a tu encuentro con el insulto en la boca o la ofensa ya pensada; los que te invitan a su casa porque tienen ganas de verte y a su despacho porque est¨¢n dispuestos a negociar. Por el contrario, conf¨ªo poco en las convocatorias de ¨²ltima hora.
Creo que a S¨¢nchez y Torra les asaltan tambi¨¦n las dudas. Hay que reunirse, pero no pueden acabar tocando la pandereta ni pegando gritos. El Gobierno socialista de Pedro S¨¢nchez llegar¨¢ a Catalu?a muy protegido por las fuerzas de seguridad y, a su vuelta, deber¨¢ poder justificar el viaje. Una negociaci¨®n, incluso el simple apret¨®n de manos con el independentismo, puede quitarle a la socialdemocracia los votos de quienes, en la izquierda o el centro, quieren una Espa?a unida. El Gobierno de Quim Torra, el presidente que propuso hace pocos d¨ªas la v¨ªa eslovena, necesita ahora -tras las m¨²ltiples cr¨ªticas recibidas- mostrarse como un anfitri¨®n formal, contrario a la violencia. Pero recibe, y lo sabe, sin contar con el apoyo de su propia familia pol¨ªtica, parte de la cual promete salir a la calle a defender a los catalanes del mism¨ªsimo estado de derecho. Torra no puede decir ni hacer nada que entorpezca su principal objetivo, que no es el PSOE de S¨¢nchez, sino ganar a ERC en las pr¨®ximas elecciones. En esta cita prenavide?a, como en tantas otras, el objetivo com¨²n es sobrevivir.
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