Serrat y el tiempo
No parece que en estos momentos lo que el cantante representa se refleje en los pol¨ªticos adecuados. ?l, que recibe el aplauso de una sociedad que, en su conjunto, aplica mucha m¨¢s sensatez que sus representantes
El tiempo ha querido que Serrat volviera a casa a cantarle al tiempo. Ha sucedido la misma semana que la pol¨ªtica apuraba las horas en un falso debate sobre una reuni¨®n con voluntad de alto voltaje que ha rozado el rid¨ªculo por extenuante.
El tiempo, su paso y su vigencia, su futuro inescrutable y sus huellas marcadas en nuestra cr¨®nica sentimental hacen de las canciones de Joan Manuel un poemario ineludible. Y sus mensajes a favor de aprovecharlo describen a un gran artista que ha ganado presencia y ha consagrado dimensi¨®n, que ha marcado carisma y ha interiorizado a¨²n m¨¢s sus propios versos porque sabe que el tiempo se le escapa. Se nos escapa. Quiz¨¢s por eso, cuando los decenios se acumulan en nuestra tarjeta de visita, observar como algunos malgastan una divisa tan fungible indigna. Cuando no desespera.
No dejes para ma?ana lo que puedas hacer hoy, recomendaba el martes por la noche desde el escenario el noi del Poble Sec haciendo suyo el refranero mientras desgranaba sus inspiraciones mediterr¨¢neas escritas en Calella de Palafrugell all¨¤ por el setenta y uno del siglo pasado. Recuperar aquellos ¨¦xitos sin redondeo de efem¨¦rides no tiene por qu¨¦ verse como un sinsentido cuando es la voluntad la que lo explica y el tiempo el que lo aconseja. En la platea, algunas fieles seguidoras esbozaban un cumplea?os feliz con el que el protagonista no quiso identificarse. Le faltan d¨ªas para celebrarlo, le sobran velas para soplarlo. Porque el tiempo para el cantautor es hoy uno de sus felices aciertos y, a la vez, uno de sus bienes escasos. En la segunda parte, recuperando algunos de sus cl¨¢sicos menos versionados, el espectador se daba cuenta de la visi¨®n de futuro que destilaban unas canciones quiz¨¢s poco consideradas por algunos cuando las estren¨® pero que, incubando sensibilidad a fuerza de perseverancia, han engrandecido m¨¢s si cabe el talento del artista.
Poeta, le gritaba desde Radio Barcelona el gran Arribas Castro cuando sincronizaba sus pollos y macetas con el cancionero de Serrat. Y este se asomaba a saludar al transgresor radiofonista con mucha m¨¢s frecuencia de las que le obligaban los lanzamientos de sus creaciones. Era cuando Mediterraneo ya ten¨ªa los visos de cl¨¢sico y Can?¨® de Matinada ya era un himno. Cuando los primeros compases d'Els falziots serv¨ªan de sinton¨ªa y La tieta viajaba por el mundo gracias a sus m¨²ltiples adaptaciones. Era cuando Marchado y Hernandez, Salvat Papasseit i Foix hab¨ªan sido reivindicados y los deseos de amor y libertad inundaban los corazones.
Sabemos lo perjudicial que ha sido gritar que ten¨ªamos prisa, lo insensato que ha resultado reprimir aquel anhelo
El tiempo, el concepto que Mario Benedetti, amigo de Serrat, reduc¨ªa a los cinco minutos que bastan para so?ar una vida. Los suficientes para arruinarla. Los justos para jugar con la de los dem¨¢s. As¨ª nos han tenido de entretenidos estos d¨ªas los aprendices de estadistas. Los que no se cansan de predicar y exigir el di¨¢logo que tanto les cuesta practicar y al que tantas prevenciones ponen para iniciar. Mientras, los brujos de la tribu intentaban invocar a los esp¨ªritus m¨¢s perversos y presentarnos el d¨ªa de hoy como el principio del final que desean. Para ellos hablar es perder el tiempo que quieren y necesitan para hurgar en las heridas abiertas en una sociedad cansada de tanta turbulencia electoralista a costa de la negaci¨®n de la diferencia por la v¨ªa de la uniformidad o la exclusi¨®n.
No parece que en estos momentos lo que Serrat representa se refleje en los pol¨ªticos adecuados. ?l, que recibe el aplauso de una sociedad que, en su conjunto, aplica mucha m¨¢s sensatez que sus representantes. Eso no evita que, llegado el momento, alguna de sus partes se deje llevar por la corriente de la emoci¨®n m¨¢s que por la de la raz¨®n. Y siga a quienes les dictan un camino, por equivocado que sea, porque resulta m¨¢s c¨®modo participar del gregarismo que apartarse del reba?o. Y de eso se sirven quienes potencian el populismo mientras dicen combatirlo. Pero en su conjunto, y al margen de las redes sociales, el sentido com¨²n prioriza unas relaciones mucho m¨¢s pragm¨¢ticas que id¨ªlicas en una comunidad que pide y exige tiempo.
Ahora que ya sabemos lo perjudicial que ha sido gritar que ten¨ªamos prisa, lo insensato que ha resultado reprimir aquel anhelo y lo dram¨¢tico que es no reconocer los errores compartidos, ahora que seguimos cayendo en la trampa de la maldita adversativa buscando as¨ª en el contrario la justificaci¨®n de los propios desprop¨®sitos, ahora deber¨ªamos ser capaces de reivindicar el tiempo. Y exigirlo a quienes se lo niegan o juegan mal¨¦ficamente con ¨¦l porque lo malgastaron cuando no deb¨ªan y lo utilizaron como no sab¨ªan. Al contrario que Serrat.
Temps era temps. Y aquella evocaci¨®n, como muchas de sus canciones, cobra vigencia por las obstinaciones de un presente que se antoja eterno. Tanto, como para perdernos el futuro.
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