El ¡®Mediterr¨¢neo¡¯ de Serrat sigue emocionando
La gira 'Mediterr¨¢neo da capo' atraca por fin en Barcelona
Y Serrat volvi¨® a casa por Navidad. Era natural que tras ocho meses en la carretera el del Poble Sec quisiera pasar el solsticio de invierno con su gente. Y su gente estaba en el F¨°rum, tres noches seguidas con todo el papel vendido desde hace meses, casi diez mil personas (para ser exactos 9.252 butacas ocupadas) dispuestas a celebrar con el cantante no ya la entelequia navide?a sino algo mucho m¨¢s tel¨²rico y palpable: ese Mediterr¨¢neo que tenemos tan cerca y al que estamos tan unidos aunque a veces nos olvidemos de ¨¦l.
La gira Mediterr¨¢neo da capo atracaba por fin en Barcelona y, adem¨¢s, en el local m¨¢s cercano posible a ese mar que glosa. Hab¨ªa pasado en julio por un par de poblaciones catalanas dejando un magn¨ªfico sabor de boca pero despu¨¦s una inoportuna afecci¨®n lar¨ªngea impidi¨® que otros lugares pudieran disfrutar con la propuesta.
As¨ª que una cierta expectaci¨®n, que se not¨® en la algarab¨ªa reinante en el inmenso y desangelado hall del auditorio, rodeaba el estreno barcelon¨¦s de una aventura que, a priori, podr¨ªa parecer desquiciada pero que, en este caso, en absoluto lo es: recuperar en escena un disco entero cuarenta y siete a?os despu¨¦s de su publicaci¨®n. Claro que no se trataba de un disco cualquiera: si en 1971 Mediterr¨¢neo fue un aut¨¦ntico bombazo con el paso de los a?os se ha convertido en una de esas raras propuestas que a¨²na p¨²blico y cr¨ªtica, habiendo sido elegido mejor disco del pop espa?ol.
Y la expectaci¨®n fue en aumento en el interior de la sala ocupada por un p¨²blico ya maduro que daba la impresi¨®n de haber saboreado ya el disco en el momento de su publicaci¨®n. A las 21,10 horas, es decir, con solo unos minutos de retraso, se apagaron las luces, el auditorio entero contuvo la respiraci¨®n durante unos segundos y los m¨²sicos empezaron con un popurr¨ª de canciones del homenajeado elep¨¦. Serrat apareci¨® en el gigantesco escenario, traje oscuro, camisa abierta, sonri¨®, tom¨® la guitarra y el Mediterr¨¢neo, el mar, sus recuerdos, los nuestros, los de todos, anegaron toda la sala.
As¨ª, sumidos en esa h¨²meda felicidad en la que la nostalgia bien entendida se entremezclaba m¨¢s que con la actualidad con las ganas de un futuro m¨¢s luminoso, pas¨® la primera hora. Y pas¨® como un vendaval, casi sin darnos cuenta. Serrat habl¨® de los cuarenta y siete a?os transcurridos desde que compuso esas canciones en Calella de Palafrugell: ¡°Podr¨ªa haber esperado a los cincuenta a?os pero, tal como est¨¢n las cosas, prefiero pecar de prudente y celebrarlo por anticipado¡±. Recomendando inmediatamente: ¡°Si alguien tiene algo que celebrar que no espere a que el calendario le d¨¦ permiso¡±.
Todas las canciones del hist¨®rico elep¨¦ desfilaron una tras otra, aunque con el orden cambiado. Comenz¨® y acab¨® la tanda, l¨®gicamente, Mediterr¨¢neo, esa canci¨®n con la que todav¨ªa una mayor¨ªa se identifica. Al acabar nos quedamos con la sensaci¨®n de que nosotros hemos envejecido pero esas canciones ni un ¨¢pice. En sus nuevos arreglos, que tampoco difieren en su esencia tanto de los originales, sonaron frescas y cercanas, te siguen atrapando, emocionando, casi medio siglo despu¨¦s de haberse escrito.
Tras nuestro paseo marino, el concierto podr¨ªa haber acabado y seguro que nos habr¨ªamos ido a casas exultantes , pero todav¨ªa quedaba m¨¢s, mucho m¨¢s. L¨®gicamente nadie se movi¨® de su asiento y Serrat regres¨®, m¨¢s sonriente si cabe, para contentar al personal. Fue un peque?o grandes ¨¦xitos en el que se fue hasta los inicios de su carrera: Can?¨® de matinada, M¡¯en vaig a peu, Can?¨® de bressol, le cant¨® a la luna, a Barcelona, a la mujer, al tiempo pasado y volvi¨® a cantarle al mar. Habl¨® de la violencia de g¨¦nero, de la familia Ulises, de Don Quijote, de los pl¨¢sticos que llena el fondo marino y calific¨® ese Mediterr¨¢neo que unificaba la velada como ¡°un sarc¨®fago de cad¨¢veres de hombres y mujeres¡±.
Cant¨® a Le¨®n Felipe, a Josep Vicen? Foix, a Miguel Hern¨¢ndez, y el p¨²blico cant¨® con ¨¦l a Antonio Machado. Algo m¨¢s de dos horas euf¨®ricas que concluyeron, como cuarto bis, precisamente con ese tambi¨¦n euf¨®rico Cantares. En ese momento el personal decidi¨® que ya ten¨ªa suficiente y, aunque algunos segu¨ªan aplaudiendo, una mayor¨ªa emprendi¨® el camino de regreso a casa. Nos quedamos sin Paraules d¡¯amor, otra vez ser¨¢.
Mediterr¨¢neo da capo pas¨® por Barcelona mereciendo la nota m¨¢s alta. Ahora se toma ahora unos d¨ªas de vacaciones pero a mediados de enero vuelve a hacer las maletas y se va primero para las Islas Canarias y despu¨¦s para Am¨¦rica de sur a norte, incluido el legendario Beacon Theatre neoyorquino. A lo mejor a¨²n tendremos ocasi¨®n en Barcelona de volver a zambulliros en ese Mediterr¨¢neo serratiano antes de que se cumpla el medio siglo de vida, sin duda volver¨ªamos a hacerlo con gusto.
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