Independencia, probabilidad cero
Solo los viajeros del pasado se resisten al di¨¢logo pol¨ªtico y a la aprobaci¨®n de los Presupuestos
La independencia no es posible con el 50% de apoyo en Catalu?a, con una parte significativa del otro 50% movilizada en contra y con el Estado espa?ol tambi¨¦n en contra. Las probabilidades de que esto suceda son exactamente nulas, seg¨²n ha explicado magistralmente Andreu Mas-Colell, quiz¨¢ el cerebro m¨¢s l¨²cido, o a veces quiz¨¢s el ¨²nico l¨²cido, que queda en el campo independentista. (L'estrat¨¨gia dominant, diario Ara, 6 de enero de 2019).
Esta improbabilidad conduce a Mas-Colell a propugnar la aprobaci¨®n de los Presupuestos del Estado por parte de los diputados independentistas en las Cortes Espa?olas, una decisi¨®n que considera la mejor por el independentismo. S¨®lo no pueden aceptarla, a?ade, quienes por razones t¨¢cticas, se entiende que tambi¨¦n oportunistas o de orden electoral, siguen simulando que en estas condiciones desfavorables, dentro y fuera, todav¨ªa no se ha cerrado la ventana de oportunidad para la intangible rep¨²blica proclamada.
Los Presupuestos son el momento de la verdad, cuando la actitud del independentismo hacia el Gobierno de Pedro S¨¢nchez puede decantar el voto futuro de una parte del electorado catal¨¢n moderado o inhibirlo en funci¨®n de la actitud dialogante que adopte el independentismo. Lo mismo sucede con una fracci¨®n reducida pero decisiva del electorado espa?ol en su conjunto, que el autor del art¨ªculo cifra entre un tres y un cuatro por ciento favorable al di¨¢logo, y que es la que puede decidir si habr¨¢ una futura mayor¨ªa de derecha dura que quiere de nuevo la aplicaci¨®n del 155, si la mayor¨ªa estar¨¢ formada por PSOE y Ciudadanos, o si ser¨¢ posible un gobierno de izquierdas abiertamente partidario del autogobierno como ahora.
Quien quer¨ªa enterarse de ello ya se enter¨® hace mucho tiempo. En concreto, desde que conocemos el estancamiento de la opini¨®n independentista y la aparici¨®n de C's como partido m¨¢s votado y primera formaci¨®n de la oposici¨®n. El a?adido de una correlaci¨®n de fuerzas en la que se cuenta con el Estado espa?ol en contra se puede leer en la doble vertiente: del aparato del Estado y de la opini¨®n p¨²blica espa?ola. Es la prueba definitiva el v¨ªnculo causal entre el fen¨®meno de Vox y el Proceso, negado con tozudez de avestruz por una parte del independentismo.
Desde el 21-D de 2017 ya no hay lugar a dudas. Esto se ha acabado y no da m¨¢s de s¨ª. S¨®lo la dificultad de reconocer la realidad de la derrota ante los ciudadanos arrastrados durante seis a?os a una aventura sin salida puede explicar los silencios o la discreci¨®n, con la excepci¨®n notable de Mas-Colell, a prop¨®sito del presupuesto. El coraje que exige el momento pol¨ªtico es extraordinario, ciertamente, y hay que reconocer que es una virtud poco conocida o en todo caso escasa en esta ¨¦poca en que los dirigentes obedecen a la multitud en lugar de ser capaces de dirigir las multitudes.
Como con los ni?os consentidos y rebeldes, hay que hacer muchas cucamonas o edulcorar la comida desagradable para el joven comensal. Una de las t¨¦cnicas consiste en borrar la idea de la derrota del vocabulario al uso. No es mala opci¨®n, aunque tiene el notable inconveniente de que quienes han introducido la idea de un juego de suma cero, f¨¢brica forzosa de vencedores y de vencidos, son los que ahora quisieran ser presentados como meritorios supervivientes de un combate nulo, ya que es imposible declararlos vencedores de una partida que han perdido.
Esta opci¨®n, en el fondo meramente ret¨®rica, no ofrecer¨ªa ning¨²n tipo de inconveniente para una parte muy importante de la opini¨®n catalana, e incluso otra parte, tal vez un poco m¨¢s peque?a, de la opini¨®n espa?ola tambi¨¦n estar¨ªa perfectamente dispuesta a aceptar la idea transaccional de un empate honroso all¨ª donde ha habido m¨¢s que una escandalosa derrota, y por tanto una victoria sin paliativos, si se eval¨²a en t¨¦rminos y reglas establecidas precisamente por el secesionismo. El problema es que hay otra facci¨®n importante, con la que el secesionismo no contaba, que ser¨¢ mucho m¨¢s dif¨ªcil de convencer, dado que se ha configurado precisamente estimulada por los instintos combativos del independentismo y como reacci¨®n al anuncio de una inminente e ineluctable derrota y partici¨®n, sino desaparici¨®n, de la naci¨®n espa?ola tal como ha existido hasta ahora.
Tampoco hay suficientes garant¨ªas de que este sentimiento combativo, sin nada que ver con los esquemas racionales ni con teor¨ªas de juegos como las de Mas-Colell, vaya a desaparecer del todo para una parte del independentismo que prefiere la derrota sin remedio, y cuanto m¨¢s dolorosa y humillante mejor, a una salida dialogada basada finalmente en la renovaci¨®n de los pactos constitucionales y estatutarios en el actual sistema de monarqu¨ªa parlamentaria espa?ola.
El juicio contra los dirigentes secesionistas ser¨¢ el momento decisivo, puesto que all¨ª se ver¨¢n las estrategias de defensa de cada uno de los acusados y qu¨¦ tipo de estrategias adopta el campo independentista. Atendiendo a Mas Colell, habr¨ªa que buscar la defensa jur¨ªdica m¨¢s eficaz para obtener las penas m¨¢s ligeras posibles, si es que no hay lugar para las absoluciones. Para la t¨¢ctica catastrofista (es Mas Colell quien dice t¨¢ctica), se trata de exhibir ante el mundo un sacrificio que dificulte cualquier camino reformista y destruya de una vez el autogobierno catal¨¢n, dando a la vez el poder en Madrid a la derecha m¨¢s extrema. Es la opci¨®n de los viajeros del pasado, que prefieren resucitar el franquismo antes de que dar de nuevo el aval catalanista a la democracia espa?ola.
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