La ¨²nica escuela de relojeros de Espa?a est¨¢ en Barcelona
El Instituto Mare de D¨¦u de la Merc¨¨ ofrece el ¨²nico t¨ªtulo oficial en un sector que demanda profesionales
La tensi¨®n de un muelle diminuto insufla vida a todo un mecanismo de ruedas dentadas y engranajes que produce un latido con tono de ¡°tic tac¡±. Esa pulsaci¨®n y cada una de las partes que la generan son tratadas con mimo en el Instituto Mare de D¨¦u de la Merc¨¨ de Barcelona, el ¨²nico centro en Espa?a que ofrece una formaci¨®n reglada de relojer¨ªa.
Mecen las horas y pellizcan los minutos, pero empieza afilando buriles. Tarea en la que se afana, ataviada con la preceptiva bata blanca, Mar¨ªa G. Liarte, de 31 a?os. Despu¨¦s de ahorrar el dinero suficiente para vivir en Barcelona, Liarte est¨¢ cumpliendo uno de sus planes que desde los 18 a?os ten¨ªa en mente: obtener el ¨²nico t¨ªtulo oficial de relojer¨ªa en Espa?a para poder ofrecer un servicio de taller en la joyer¨ªa familiar de Cartagena.
¡°Este est¨¢ cojo¡±, indica la cartagenera sobre uno de los relojes. ¡°Significa que no hay un ¡®tic tac¡¯ profundo¡±. Sacra onomatopeya para estos estudiantes que luce tatuada una de sus compa?eras en sus mu?ecas. Entre la veintena de alumnos que componen los dos cursos del grado solo hay tres alumnas, porque como indica Xavier Tom¨¤s, uno de los profesores del grado, sigue siendo un oficio mayoritariamente masculino y en el que actualmente existe demanda de trabajadores. ¡°La relojer¨ªa est¨¢ pidiendo profesionales. Un relojero que empiece puede estar cobrando entre 1.200 o 1.300 euros al mes¡± se?ala Tom¨¤s.
El grado medio de Mantenimiento y reparaci¨®n en relojer¨ªa tiene su precedente en la Academia t¨¦cnica de relojer¨ªa Santa Ll¨²cia. Instituci¨®n fundada en Barcelona en 1953, dependiente del Gremio de relojeros y con capital de la industria relojera suiza, que en la d¨¦cada de 1970 se fusion¨® con el actual centro educativo de la Merc¨¨. Su actual referente es el Wostep, un prestigioso programa suizo de formaci¨®n en relojer¨ªa con escuelas en Estados Unidos, China, Francia, Alemania, Reino Unido, Suecia y Malasia.
A Tom¨¤s, antiguo alumno de la escuela y experto en relojes americanos de bolsillo, le brota la pasi¨®n relojera relatando las habilidades de aut¨®matas como el pato de Vaucanson, un tatarabuelo de 1738 de los actuales robots que era capaz de reproducir todo el proceso digestivo de un animal. ¡°Aquellos inventores no dejaban de ser relojeros. En realidad, lo que hacemos en este curso es micromec¨¢nica¡±, precisa Tom¨¤s y apunta que las salidas profesionales de este m¨®dulo no se limitan a la relojer¨ªa: ¡°Algunos de mis alumnos han acabado en empresas como Audi haciendo trabajos de metrolog¨ªa¡±.
Esa amplitud de salidas laborales fue lo que trajo al curso a Jes¨²s Reiffs, de 49 a?os. Ahora en el paro despu¨¦s de trabajar durante a?os como mensajero. ¡°Es un mundo que siempre me ha apasionado y ahora espero poder encontrar un trabajo¡±. Una vocaci¨®n que Andr¨¦s Maciejczyk, de 22 a?os, encontr¨® cuando fue a una relojer¨ªa con su familia y acab¨® como aprendiz. Es, seg¨²n sus compa?eros, uno de los alumnos aventajados del primer curso. ¡°Estoy aqu¨ª de rebote, no iba bien en los estudios y si no es por aquella relojer¨ªa ni me hubiera enterado de que exist¨ªa este grado¡±, indica Maciejczyk mientras desmonta el dorado esqueleto de un despertador. A punto de terminar el d¨ªa, en la clase de segundo otro de los alumnos enfocando con su lupa monocular, encorvado sobre el banco de trabajo y con el pulso de un neurocirujano reanima un reloj de pulsera inyectando una gota de aceite del grosor de un cabello. ¡°La paciencia es esencial, porque trabajamos con lo peque?o y preciso¡±, sentencia Tom¨¤s.
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