?De qui¨¦n es la culpa?
Los taxistas se han pasado con sus acciones obstructoras y violentas. Pero creo que, en el fondo de la cuesti¨®n, la culpa es de los pol¨ªticos
Seis d¨ªas ha durado la huelga ¡ªo, con m¨¢s precisi¨®n, paro patronal¡ª de los taxis de Barcelona en protesta por la regulaci¨®n de sus supuestos competidores, los autom¨®viles VTC que gestionan las empresas Uber y Cabify. En Madrid, similares protestas empezaron algunos d¨ªas m¨¢s tarde y a¨²n duran, con el agravante de que han afectado a la importante feria internacional de turismo Fitur, ubicada en el recinto de Ifema, alejado del centro urbano y, aunque bien comunicado por metro, con necesidad de un servicio de taxis para quien no conozca suficientemente la ciudad.
En todo caso, las dificultades de transporte por las protestas de los taxistas, no en vano llevan a cabo funciones propias de servicio p¨²blico, han causado perjuicios considerables a empresas y particulares de todo tipo. Siendo de subrayar, adem¨¢s, que los autom¨®viles VTC han tenido m¨¢s clientes que nunca: cuidado taxistas que los ciudadanos pueden habituarse a este tipo de transporte y, como es sabido, ¡°el roce hace el cari?o¡±.
Este es, sin embargo, un conflicto diferido. Este era el t¨ªtulo del editorial de EL PA?S del pasado 1 de octubre, tras aprobar el Gobierno un decreto que establec¨ªa algunos principios regulatorios pero traspasaba la gesti¨®n de sus competencias en esta materia a las comunidades aut¨®nomas. Ahora es el Gobierno de la Generalitat quien en buena parte lo traspasa a la autoridad metropolitana de Barcelona que preside Ada Colau.
Generalitat y Ayuntamiento eluden la responsabilidad de gobernar por miedo a enfrentarse a los problemas
Unos se pasan, pues, la pelota a otros. Esto no es gobernar en serio, esto es eludir la responsabilidad de gobernar, es el miedo a enfrentarse con los problemas. Como en tantas otras materias, los titulares de los poderes p¨²blicos renuncian a las funciones por las cuales han sido elegidos para no ser tildados de impopulares por alg¨²n sector. En lugar de resolver los conflictos deciden aplazarlos. Y a veces son de gran envergadura y con intereses enfrentados muy serios y dif¨ªciles de conciliar. Pero este no es ¨¦ste el caso.
Se trata, en mi opini¨®n, de un problema resoluble con relativa facilidad si las autoridades, como representantes de los ciudadanos, dialogan y negocian con las partes para acabar adoptando una resoluci¨®n final realista y de sentido com¨²n que se atenga a criterios de justicia para todas las partes y de eficacia para el transporte urbano. La prueba pr¨¢ctica de que ello no es dif¨ªcil de solucionar est¨¢ en que la convivencia entre ambos tipos de transporte no ha sido conflictivo en Europa ni en Am¨¦rica. Vamos a ver.
La funci¨®n de ambos tipos de transporte es la misma: operar en grandes ciudades y ¨¢reas urbanas para trasladar viajeros. A partir de esta premisa, hay que establecer una relaci¨®n de igualdad entre las partes en conflicto. Quiz¨¢s la diferencia se encuentre en que una parte, los taxis, tiene una historia pasada y la otra, los VTC, al ser de implantaci¨®n reciente, no tiene las cargas de la primera. Se trata, por tanto, de resolver esta desigualdad de trato en aquello que puede ser discriminatorio. Y, ciertamente, es discriminatorio que para un servicio muy parecido, si no id¨¦ntico, a unos se les exijan unas cargas fiscales, laborales y administrativas distintas a las de los otros. Los poderes p¨²blicos lo que deben hacer, por tanto, es regular la competencia, algo b¨¢sico en una econom¨ªa de mercado para beneficio de todos. Adem¨¢s, dado los avances tecnol¨®gicos, las diferencias entre ambos tipos de transporte est¨¢n desapareciendo, de hecho ya hay agrupaciones de taxis que funcionan como los VTC. Que las partes tengan los mismos derechos y deberes es la tarea a realizar por las autoridades competentes, sabiendo que el principio de unidad de mercado es un aspecto central de todo el conflicto.
?No saben nuestras autoridades estatales, auton¨®micas y locales, ni siquiera resolver esto? Pues que me perdonen pero, si es as¨ª, son bastante incompetentes para no decir in¨²tiles. Y los m¨¢s perjudicados, al menos en estos d¨ªas de paro, son los ciudadanos, aquellos que deben votarles en las pr¨®ximas elecciones. Por tanto, quiz¨¢s incluso los asesores electorales de los cargos p¨²blicos se equivocan al recomendarles eludir responsabilidades que son ineludibles porque van en el sueldo.
Los taxistas se han pasado con sus acciones obstructoras y, en ciertos casos, violentas. Pero creo que no soy un demagogo populista, hoy tan al uso, si digo que en este caso y en el fondo de la cuesti¨®n, la culpa es de los pol¨ªticos.
Francesc de Carreras es catedr¨¢tico de Derecho Constitucional y fundador de Ciudadanos.
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