¡®Democraticland¡¯

El Gobierno de Rajoy, respecto de la crisis catalana, se caracteriz¨® por su pol¨ªtica del no. Una interpretaci¨®n absolutamente cicatera de la ley y de la Constituci¨®n impidieron cualquier di¨¢logo con las instituciones catalanas, cada vez m¨¢s pr¨®ximas al unilateralismo. La tormenta perfecta se preparaba y cuando estall¨®, se hizo evidente la falta de diplomacia p¨²blica internacional desarrollada por los representantes espa?oles. En algunas plazas pol¨ªticas tan importantes como Washington, Berl¨ªn o Londres cal¨® la largamente trabajada propaganda del proc¨¦s. Y fue f¨¢cil. ?Qui¨¦n puede oponerse a que la gente quiera votar y vea que, cuando lo hacen, la polic¨ªa les pegue? La situaci¨®n es bastante m¨¢s compleja, obviamente, que este eslogan simplista que, sin embargo, ha cautivado a intelectuales de reconocido prestigio, en algunos casos, muy motivados por intelectuales catalanes bien situados sumados a la causa desde tiempo atr¨¢s.

El 1 de octubre ofreci¨® a la campa?a de propaganda independentista la imagen que todo publicista hubiera querido: la polic¨ªa (espa?ola) pegando a se?ores y se?oras de todas las edades, que iban pac¨ªficamente a votar en un refer¨¦ndum. Poco importaba que el refer¨¦ndum fuera ilegal, que estuviera basado en una ley aprobada por un Parlament que hizo o¨ªdos sordos a la minor¨ªa parlamentaria, aunque mayor¨ªa social, y que rompi¨® el pacto constitucional en septiembre de 2017.

La maquinaria judicial se puso en marcha haciendo, adem¨¢s, gala del aforismo ¡°con todo el peso de la ley¡±. Los l¨ªderes del movimiento independentista institucional y civil fueron encarcelados provisionalmente, mientras que otros hu¨ªan sin perder el tiempo. Y de nuevo, la m¨¢quina de propaganda procesista se pon¨ªa en marcha, arguyendo que en Espa?a a la gente se la mete en la c¨¢rcel por expresar su opini¨®n. De nuevo, ?qui¨¦n va a oponerse a que en un Estado democr¨¢tico no puedan exponerse libremente las ideas? Tampoco importaba ahora que los l¨ªderes pol¨ªticos fueran privados de libertad provisionalmente por haber actuado de forma expresa y manifiesta contra el orden constitucional asumido com¨²nmente como pacto convivencial. Porque, como ya he dicho otras veces, el lazo amarillo no pide libertad, sino impunidad.

Creado un clima propagand¨ªstico perfecto y con un Gobierno de Rajoy en jaque o en la inopia, lleg¨® el Gobierno S¨¢nchez y comprob¨®, como nos ha pasado a otros, que viajar por el mundo inclu¨ªa indefectiblemente tener que dar explicaciones sobre la realidad de la crisis catalana y, como dijera Mu?oz Molina hace unos meses, negar que Espa?a fuera algo parecido a Francoland.

Incluso aquellas que nunca hemos desarrollado sentimientos patrios y que, m¨¢s bien, siempre hemos mantenido posiciones cr¨ªticas con la falta de calidad democr¨¢tica en algunos ¨¢mbitos institucionales y pol¨ªticos en Espa?a, nos hemos visto abocadas a hacer aut¨¦nticos ejercicios de deconstrucci¨®n de los prejuicios infundados e inoculados durante los ¨²ltimos a?os contra Espa?a. Porque una cosa es criticar constructivamente, desde una posici¨®n leal al sistema, incluso promoviendo su cambio, y otra es destruir sin ning¨²n tipo de miramiento por las consecuencias ni, por supuesto, por los instrumentos utilizados. As¨ª, cuando asesores del Congreso en Washington preguntan por qu¨¦ no se aplica la doctrina Kosovo respecto de Catalu?a, o colegas de pa¨ªses europeos critican que haya presos pol¨ªticos en Espa?a, o, incluso, ofrecen su ¨¢nimo ante la represi¨®n policial que debes vivir como catalana, el estupor es m¨¢ximo. Lo siguiente es desmentir con datos y argumentos jur¨ªdicos cada una de las mentiras creadas y difundidas por el independentismo. Por eso no extra?a que el actual Gobierno intente reivindicar la imagen de democracia moderna que es Espa?a, seg¨²n todos los est¨¢ndares y medidores internacionales existentes. Claro est¨¢ que hay d¨¦ficits, pero ?no los tienen aquellos que ahora nos aleccionan?

En todo caso, estos d¨ªas nos tocar¨¢ recordar que en los ¨ªndices repetimos como democracia plena. Que en democracia directa puntuamos bajo, claro, como el resto de estados construidos sobre sistemas representativos. Que Espa?a es de los estados menos condenados por el TEDH. Que nuestra justicia ordinaria funciona y que en ella se cumplen cada d¨ªa las garant¨ªas judiciales. Que en Espa?a se juzg¨® y conden¨® a buena parte de los autores del 11-M. Que hay pol¨ªticos electos condenados por corrupci¨®n o en prisi¨®n provisional a la espera de condena firme.

Cuando de lo que se trata es de socavar la confianza en las instituciones democr¨¢ticas espa?olas, todo vale. Cosa que, tristemente no solo est¨¢ en manos de los independentistas, y que, por otra parte, tambi¨¦n intentan otros movimientos en nuestro entorno: el nacionalismo y el populismo tratando de dar caza a los estados de Derecho democr¨¢ticos.