700 a?os de emociones
Caixaforum ilustra en una exposici¨®n c¨®mo el arte ha representado los afectos de forma recurrente, desde el rom¨¢nico y el g¨®tico hasta el arte contempor¨¢neo
Felicidad, miedo, pena, sorpresa, tristeza, ira, rabia, asco, venganza, orgullo, admiraci¨®n, dolor¡ Si algo hay innato a los seres humanos ¡ªy a algunos animales¡ª es la capacidad de emocionarse, por mucho que durante a?os se haya intentado minimizarla con frases como: ¡°?los hombres no lloran!¡±, ¡°?los soldados no tienen miedo!¡±, ¡°?no seas hist¨¦rica!¡±. Las obras de arte escritas, pintadas, esculpidas o filmadas tienen la capacidad de generar emociones, pero tambi¨¦n las reflejan en muchos casos. Es lo que permite ver la exposici¨®n Po¨¦ticas de la emoci¨®n que ha abierto sus puertas en Caixaforum hasta el 19 de mayo.
Lo que est¨¢ claro, de entrada, es que la est¨¦tica que ha representado estas emociones ha cambiado muy poco a lo largo de estos 700 a?os, tal y como puede verse en el impresionante video The Silent Sea, de Bill Viola (2002), en el que nueve personas van representando, a c¨¢mara lenta, marca del autor, diferentes emociones; todo envuelto de una atm¨®sfera teatral sobre fondo negro al estilo de la pintura medieval y barroca. Por si hubiera duda, se expone junto a dos obras: Pla?ideros, un an¨®nimo castellano del g¨®tico del siglo XIII, en la que, casualidad, nueve personas muestran una escena de duelo y dolor, arranc¨¢ndose el pelo y ara?¨¢ndose la cara, para manifestar la p¨¦rdida de un ser querido. La otra es un fragmento de una crucifixi¨®n en el que es m¨¢s que evidente el patetismo de los protagonistas.
El dolor de una madre que acaba de perder a un hijo es el m¨¢s desgarrador que puede sufrir un ser humano. Se llame tu hijo Jes¨²s y acabe de ser crucificado, como aparece en Descendimiento de la cruz, un an¨®nimo de 1500, en el que la Virgen agarra con fuerza a su hijo para hacerle m¨¢s llevadero el martirio que acaba de ser sometido, o que tu v¨¢stago haya ca¨ªdo fulminado por un tiro durante la guerra de Kosovo a finales de los a?os noventa, como aparece en la fotograf¨ªa del fotoperiodista Enric Folgosa de 1998, que muestra, como pocas, la estetizaci¨®n del sufrimiento ajeno de esta piedad contempor¨¢nea que encuentra su contrapunto m¨¢s cercano en la peque?a pero intensa escultura de Ram¨®n Padr¨® Pijoan de 1850.
Pero hay m¨¢s en este juego y di¨¢logo entre el arte antiguo y moderno que propone esta exposici¨®n comisariada por ?rika Goyarrola que ha reunido 44 obras de 21 artistas y 14 prestadores: museos, galer¨ªas y los propios artistas. Entre ellos la Fundaci¨®n Joan Mir¨®, el Museo de Art Contempor¨¢neo de Barcelona, el Museo Nacional de Escultura y el Museo Nacional de Arte de Catalu?a que cede seis piezas, las mismas que provienen de la Colecci¨®n la Caixa de Arte Contempor¨¢neo. El color de las paredes marca las emociones que ilustran, del rojo pasi¨®n que enmarca estas obras de la entrada, al amarillo del gozo, pasando por el gris neutro que representa las emociones metaf¨ªsicas.
¡°La exposici¨®n quiere resaltar la capacidad de conmover del arte contempor¨¢neo frente a las posiciones que los sit¨²an en un terreno m¨¢s racional o preeminentemente pol¨ªtico¡±, explica Goyarrola que mantiene que si durante a?os que las emociones eran cosas de ¡°mujeres, ni?os y b¨¢rbaros, siempre con connotaciones negativas¡±, desde hace unos 40 a?os diferentes disciplinas las han rescatado como ¡°mecanismos a?adidos a la raz¨®n, que nos permite tomar decisiones, algo biol¨®gico, parte fundamental de nuestra existencia¡±, seg¨²n la comisaria.
Tras el primer ¨¢mbito (rojo) en el que en la que incide en el principio de la ¡°emoci¨®n del sujeto¡±, se pasa al segundo en el que se presentan piezas en el que la emoci¨®n se expresa de forma metaf¨®rica con obras como la impresionante Puesta de sol, de Joaquim Mir (1903) con acantilados de Mallorca, llegada desde el museo de Es Baluard, frente a frente de dos impresionantes y pesadas obras de bronce de G¨¹nther F?rg (1988) que invitan, pese a su frialdad, a acariciar; las fotograf¨ªas de Francesca Woodman en las que la artista ha trasladado sus deseos, pulsiones y miedos siempre en escenarios abandonados y ruinas; o el paisaje on¨ªrico, puro horizonte, de Perejaume de 1985.
Desprecio y dolor
En el tercer ¨¢mbito se repasa ¡°la forma en la que el arte se apropia de la emoci¨®n que vertebra el campo social¡±, como en la obra Extra?eza, desprecio, dolor y un largo etc de la reconocida videocreadora Esther Ferrer que interpreta, en primer plano, un amplio abanico de expresiones faciales. De Joan Mir¨® es el enorme Mayo 1968, que habla de ese mes y a?o convulso que cambiaron el mundo. Lo mismo que las fotograf¨ªas de Colita de manifestaciones de estudiantes, homosexuales y mujeres en la Barcelona de la Transici¨®n y el dibujo de la Montserrat de Juli Gonz¨¢lez, de 1940, al a?o siguiente de acaba la guerra civil espa?ola. En la exposici¨®n tambi¨¦n pueden verse obras de Carla Andrade, Dar¨ªo de Regoyos, Shirin Neshat, Esteban Jord¨¢n y Jeremy Deller, entre otros. Ninguna deja indiferente.
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