De nuevo la historia que termina mal
Los independentistas saben que la voladura de los presupuestos empobrece de forma escandalosa a los catalanes, abre el camino de La Moncloa a la derecha y no har¨¢ ning¨²n bien a los pol¨ªticos presos
La maldita y denostada bilateralidad ya existe. Y tiene tanta entidad que est¨¢ recogida y detallada en el Estatuto revisado por el Tribunal Constitucional. Forma parte del bloque de constitucionalidad. Cuenta incluso con una instituci¨®n que lleva su nombre, la Comisi¨®n Bilateral Generalitat-Estado, cuyas funciones y composici¨®n se hallan especificadas en el art¨ªculo 183. El di¨¢logo exigido por el gobierno independentista tendr¨ªa perfecta cabida en esta relaci¨®n bilateral e incluso la posibilidad de que la parte catalana planteara la cuesti¨®n del derecho de autodeterminaci¨®n y sus 21 puntos, por impresentables que sean. As¨ª se deduce de la enumeraci¨®n de sus funciones: la ¨²ltima, con la letra i, se?ala que tratar¨¢ de ¡°las cuestiones de inter¨¦s com¨²n que establezcan las leyes o que planteen las partes¡±.
La literalidad del apartado permite incluir en el temario las cuestiones particulares de alguna de las dos partes, aunque no lo establezcan las leyes, ni el Estatuto ni la Constituci¨®n. La propia organizaci¨®n de la Comisi¨®n Bilateral da mucho juego, puesto que ¡°dispone de una secretar¨ªa permanente y puede crear las subcomisiones y los comit¨¦s que crea convenientes¡±, de lo que se deduce que podr¨ªa crear el organismo que se dedicara a estudiar la salida pol¨ªtica del contencioso en el que nos hallamos empantanados, con relator incluido.
La Comisi¨®n Bilateral es un modelo a escala de lo que sucede con el bloque constitucional en su conjunto. Las posibilidades que ofrece el sistema son enormes, pero el bloqueo pol¨ªtico y la renuncia a utilizarlo lo han inhabilitado para su uso. Es toda una desgracia contar con una caja de herramientas de gran calidad que no se puede utilizar porque los agentes pol¨ªticos han decidido que pertenece a otra ¨¦poca.
Este es el motivo de fondo de la desgraciada historia del relator. El gobierno independentista, animado por la subasta radical entre PDCat y ERC y por la presi¨®n de las bases del independentismo, se ve obligado a exigir la creaci¨®n de una comisi¨®n de di¨¢logo pol¨ªtico para plantear la cuesti¨®n de la autodeterminaci¨®n delante de un mediador a ser posible internacional. Este es el gesto que exigen a Pedro S¨¢nchez para dar luz verde al debate presupuestario, ni siquiera a su aprobaci¨®n, justo en el mismo momento en que empieza el juicio a los dirigentes del Proc¨¦s.
Los negociadores independentistas saben que nada sacar¨¢n de esta comisi¨®n, sino ruido medi¨¢tico y agitaci¨®n en la calle. Tambi¨¦n saben que en su ¨¢nimo solo se trata de permitir el debate presupuestario y esperar a la sentencia del Supremo. Tambi¨¦n lo saben Casado y Rivera, por m¨¢s que se desga?iten en insultos y manifestaciones. Su excitaci¨®n es una aportaci¨®n imprescindible para la buena organizaci¨®n del relato independentista, siempre sometido al an¨¢lisis reactivo: si el nacionalismo espa?ol se moviliza en contra ser¨¢ por algo. El marchamo de autenticidad se lo dan el PP y C's a los nacionalistas catalanes.
Hay una concesi¨®n sustancial al independentismo, que es fundamentalmente narrativa. El gobierno de S¨¢nchez accede a someterse a los maestros del relato del Proc¨¦s: con estos mimbres escasos y sin capacidad de traducci¨®n jur¨ªdica, los dirigentes independentistas se ven con ¨¢nimos para seguir manteniendo las esperanzas de reavivar y de conseguir un nuevo momentum independentista.
El riesgo asumido por unos y otros es enorme, y en el caso independentista forma parte de la esperanza en una reanimaci¨®n de la independencia. Sus dirigentes saben que la voladura de los presupuestos empobrece de forma escandalosa a los catalanes y no har¨¢ ning¨²n bien a los pol¨ªticos presos. Es un tiro en el pie en nombre de una mera hip¨®tesis o conjetura acerca de los enormes beneficios que cosechar¨¢ el independentismo radical y apresurado en caso de que haya elecciones generales y la tripleta de derechas alcance el Gobierno.
En la l¨®gica sacrificial en la que se ha metido el independentismo, tendr¨ªa todo el sentido entregar el bienestar de todos por la glorificaci¨®n de los m¨¢rtires, especialmente si se trata de sostener la causa, enriquecida en su potencial gracias a la radicalizaci¨®n que presumiblemente se derivara del rechazo a los presupuestos. Pero no hay ni un solo argumento racional que permita sostener esta posici¨®n. Todos los razonamientos son de orden moral y sentimental, aunque en la rec¨¢mara contengan la vana esperanza en una desestabilizaci¨®n de tales dimensiones que permita replantear la DUI. Pura pol¨ªtica instintiva, irreflexiva, sensible a la calle y ajena al fr¨ªo an¨¢lisis de la realidad, de las alianzas posibles y de la correlaci¨®n de fuerzas.
Es exactamente lo que se necesita para que termine mal para todos. Y con una terrible inconsciencia respecto a las propias fuerzas, sin darse cuenta de que hay tragedias enormes para quienes las sufren que apenas tienen notoriedad europea e internacional, aut¨¦nticos suicidios colectivos. Ya sucedi¨® otras veces entre nosotros. No hace tanto tiempo. Las generaciones de m¨¢s edad todav¨ªa conservan el recuerdo. Tuvieron que pasar 40 a?os de indiferencia internacional para su superaci¨®n. Sabemos que quienes no conocen la historia terminan condenados a repetirla.
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