Los ni?os se van del centro de Madrid
El n¨²mero de familias con peque?os sigue cayendo en el coraz¨®n de la capital mientras suben los precios y crecen los turistas y los espacios de ocio, seg¨²n un an¨¢lisis de EL PA?S
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Cuando acaba la fiesta en Malasa?a, los peque?os surgen como duendecillos que esperaban escondidos al final del estruendo. Son las 8:00 h en el centro de Madrid y decenas de ni?os caminan de la mano de sus padres en ruta hacia el colegio Pi y Margall por las mismas calles que horas antes llenaban j¨®venes atra¨ªdos por la vida nocturna de este barrio vendido al mundo como?cool, la cuna de la movida.
A veces la polic¨ªa vigila la entrada del colegio, un antiguo convento en una esquina de la plaza Dos de Mayo, famosa por el botell¨®n, una concentraci¨®n festiva prohibida pero tolerada.
Las calles est¨¢n cubiertas de carteles de SOS Malasa?a, la campa?a vecinal que denuncia que el barrio se ha convertido en un parque tem¨¢tico de ocio y turismo. Los vecinos se encuentran ¡°en peligro de extinci¨®n¡±, alertan.
Su campa?a es un grito de socorro que resuena en otros barrios de este distrito de 132.352 vecinos, donde seg¨²n un an¨¢lisis de EL PA?S est¨¢n menguando las familias con ni?os. Desde 2003, en el distrito Centro los menores de cinco a?os han pasado de representar un 3,6% de los vecinos a ser un 2,8%, seg¨²n el padr¨®n de la capital. En 2011, por primera vez en el siglo XXI, el n¨²mero de ni?os de menos de cinco a?os empadronados en el centro cay¨® por debajo de los 5.000. Hoy son 3.844.
El descenso de los ni?os que viven en el centro no se explica por la ca¨ªda de la natalidad que afecta a todo el pa¨ªs. De hecho, en Madrid hay m¨¢s o menos los mismos ni?os ahora que en 2003, en cifras absolutas y en porcentaje. En 2011 llegaron a ser el 4,9%, y ahora son solo el 4,2%, pero el distrito Centro es donde menos encontramos.
En los barrios del distrito Centro hay mucha m¨¢s gente entre 25 y 39 a?os que en el resto de Madrid. Y es as¨ª de forma permanente: la pir¨¢mide de edad no envejece ni aparecen los hijos, lo que sugiere que las familias se mueven a otros destinos y son reemplazadas por j¨®venes.
A juicio de SOS Malasa?a y otros vecinos aqu¨ª, el ¨¦xodo de los padres con ni?os es una consecuencia de la fiebre por mercantilizar el espacio ideado para vivienda.
¡°La ciudad es un sitio para vivir, no para hacer negocio¡±, dice Jordi Gordon, el activista que lidera SOS Malasa?a. Un tsunami de problemas se derivar¨ªa de ah¨ª: los desalojos de vecinos que no pueden afrontar las subidas del alquiler, la proliferaci¨®n de pisos destinados a Airbnb o el cierre del comercio de proximidad para ser sustituido por bares y restaurantes. Estos vecinos sienten que la crisis demogr¨¢fica se debe a que durante mucho tiempo las autoridades han dado prioridad a los turistas. ¡°Queremos un estatuto que nos proteja como al lince ib¨¦rico o al oso pardo¡±, a?ade Gordon.
La huida del centro es un fen¨®meno que tambi¨¦n sucede en otras ciudades de Europa y Estados Unidos, donde la prensa cita la subida de las rentas del alquiler como el principal motivo.
Durante la ruta al colegio de Malasa?a, las familias se cruzan con barrenderos municipales que limpian los restos de la noche. Nada nuevo. Esta zona est¨¢ acostumbrada al ruido y la suciedad. De hecho hubo ¨¦pocas peores, como la epidemia de hero¨ªna de los 80, pero al menos antes Malasa?a ten¨ªa "una identidad de barrio", una idea que muchos parecen anhelar.
El centro sin embargo tiene ventajas para los que resisten, en muchos casos gracias a que son propietarios y no temen subidas de alquiler. Mientras miles de madrile?os sufren los atascos, Teresa de las Cuevas recorre a pie en cinco minutos el trayecto al colegio Pi y Margall, de la mano de sus dos hijos. Agradece que desde diciembre apenas se cruzan con coches por las callejuelas gracias a Madrid Central, las nuevas restricciones al tr¨¢fico en el centro.
Vivir en el centro le compensa por la oferta cultural y de ocio. ¡°Es una elecci¨®n personal¡±, dice de las Cuevas, enfermera de 40 a?os y esposa de un m¨²sico.
Por esos atractivos, el centro sigue siendo el lugar elegido por muchos veintea?eros y treinta?eros. ¡°Si est¨¢s soltero Malasa?a es un barrio cojonudo, tienes fiesta, teatro, copas, lo tienes todo¡±, dice Miguel Parrondo, padre de una alumna. Pero esos j¨®venes son vecinos en tr¨¢nsito, que se suelen mudar cuando llegan a la siguiente etapa de sus vidas.
Muchas familias eligen nuevos destinos para criar a sus hijos, como prueba el crecimiento del n¨²mero de ni?os en distritos menos c¨¦ntricos de la capital. Ocurre en Hortaleza, El Goloso o Valverde, hac¨ªa el norte, y en Arganzuela o Villa de Vallecas, hacia el sur. Tambi¨¦n hay m¨¢s ni?os en muchos municipios de la periferia de Madrid.
Carolina Madruga y su esposa Roc¨ªo Rodr¨ªguez se fueron de su piso cerca de la plaza de Cascorro hace dos a?os justo cuando tomaron la decisi¨®n de ser madres. "No nos ve¨ªamos con una ni?a ah¨ª, por varios motivos, pero lo que desencaden¨® todo fue cuando nos subieron el alquiler para un Airbnb", dice Madruga, de 34 a?os. Ahora viven en el distrito de Hortaleza, en el noreste de la capital.
En el colegio Pi y Margall la directora, Teresa Aira, dice que es com¨²n que durante el curso los padres anuncien que se mudan porque los caseros les han subido la renta.
El colegio sigue lleno, dice Aira, porque los padres mantienen a sus hijos a¨²n despu¨¦s de mudarse a nuevos destinos en Usera, Vallecas o Getafe. ¡°Es un colegio muy querido¡±, explica. Igual sucede en otros colegios del centro, donde hay muy pocas escuelas p¨²blicas y las que hay son peque?as, de ah¨ª en buena parte que algunos como Pi y Margall sigan teniendo listas de espera.?
¡°Muchos mantienen a sus ni?os en el colegio por motivos de trabajo o porque sus abuelos viven cerca¡±, dice Mar¨ªa Nieves Garc¨ªa, directora de un colegio en La Latina, el V¨¢zquez de Mella.
Los m¨¢s veteranos del centro dicen que hace d¨¦cadas era casi imposible conseguir plaza y ahora les llama la atenci¨®n que todos los colegios hagan jornadas de puertas abiertas. "Hace treinta a?os hab¨ªa padres que no consegu¨ªan plaza en el distrito", dice?Saturnino Vera, presidente de la asociaci¨®n de vecinos de las Cavas La Latina.
Para los vecinos ha supuesto un gran alivio Madrid Central porque ha facilitado algo moverse con carrito de beb¨¦ o con ni?os de la mano. Pero para muchos, sin embargo, los inconvenientes son intolerables. El centro es desde hace tiempo un lugar de fiesta y compras, pero la masificaci¨®n ha llegado a niveles r¨¦cord en buena parte como consecuencia del boom tur¨ªstico. En 2018, Madrid bati¨® una nueva marca hist¨®rica de 10,2 millones de visitantes y es muy probable que esa cifra siga creciendo conforme crece el poder adquisitivo en los pa¨ªses en desarrollo.
La aglomeraci¨®n de poblaci¨®n flotante hace que los 5,2 kil¨®metros cuadrados del distrito Centro (un tama?o ligeramente menor al Pe?¨®n de Gibraltar) tengan?la mayor densidad humana de Madrid.?El barrio m¨¢s masificado es Sol, con un 178% de poblaci¨®n flotante sobre el total de poblaci¨®n residente, seguido de Cortes, con un 116%, seg¨²n el Ayuntamiento.
As¨ª han cambiado estos rincones del centro
Crecer, ?hasta d¨®nde?
Si el turismo internacional era meramente simb¨®lico a mediados del siglo XX, con solo 25 millones de trayectos tur¨ªsticos a nivel global, en 2012 se super¨® la barrera de los 1.000 millones de viajes de turistas internacionales y en 2030 la Organizaci¨®n Mundial del Turismo prev¨¦ que se superen los 1.800 millones de viajes internacionales.
Algunos cr¨ªticos de la "turistificaci¨®n" creen que las administraciones a¨²n no tienen un plan global para gestionar de manera sostenible el turismo y caen en contradicciones. El Ayuntamiento de Madrid ha tomado medidas para hacer m¨¢s habitable el centro, como las restricciones al tr¨¢fico o al alquiler en Airbnb, pero al mismo tiempo compite por atraer el m¨¢ximo n¨²mero de visitantes, dice Pedro Bravo, autor del libro sobre turismo Exceso de equipaje.
¡°Madrid y otras ciudades est¨¢n en una competici¨®n constante por brillar para atraer empresas, talento, turismo y capitales¡±, dice Bravo.
Entre las medidas que los cr¨ªticos proponen para hacer m¨¢s habitable el centro de las ciudades se encuentran los impuestos al turismo, los cupos de plazas tur¨ªsticas y volver a construir vivienda protegida o de iniciativa privada. En algunas ciudades se han adoptado medidas dr¨¢sticas, como una prohibici¨®n casi total de Airbnb (en Mallorca o Miami Beach) o un refer¨¦ndum para expropiar viviendas a grandes propietarios (considerado por Berl¨ªn).
Antes de las elecciones municipales de mayo, el Ayuntamiento planea prohibir la conversi¨®n de viviendas en usos terciarios, lo que afectar¨¢ a hoteles y pisos Airbnb; y establecer¨¢ una distancia m¨ªnima obligatoria entre locales de hosteler¨ªa que, seg¨²n el concejal del distrito, Jorge Garc¨ªa Casta?o, "har¨¢ pr¨¢cticamente imposible la concesi¨®n de nuevas licencias de hosteler¨ªa en el centro". Casta?o lamenta que el Ayuntamiento no pueda tomar medidas m¨¢s estrictas como el impuesto tur¨ªstico ya que para hacerlo necesita una habilitaci¨®n por ley auton¨®mica.
El director de turismo del Ayuntamiento, Miguel Sanz, cree que Madrid puede permitirse m¨¢s turistas pero hace falta reordenar el flujo para que visiten otras zonas de la ciudad como el Bernab¨¦u o el r¨ªo, un objetivo reciente de la corporaci¨®n municipal. "Queremos que el Madrid tur¨ªstico se parezca al Madrid real", dice Sanz.?
Para algunos vecinos, las medidas municipales llegan tarde y son insuficientes. ¡°Se est¨¢ yendo la gente pero por m¨¢s que lo digas (las autoridades) no lo ven¡±, protesta Vera, el presidente de los vecinos de las Cavas La Latina.
Una de las que se ha ido es Cristina S¨¢nchez, de 40 a?os, que se mud¨® a la sierra, a Hoyo de Manzanares, hace tres a?os cuando naci¨® su peque?a. ¡°El centro no es un lugar familiar¡±, dice. ¡°Yo no conceb¨ªa ser mam¨¢ sin estar cerca de la naturaleza y la verdad es que hoy por hoy no lo cambio¡±.
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