Vecinos del centro de Madrid sufren niveles de ruido industrial
Los residentes en las calles del ocio soportan m¨¢s de 70 decibelios hasta altas horas de la madrugada. Han puesto son¨®metros en sus balcones como parte de una campa?a para hacer m¨¢s habitable la ciudad
Jimena Toscano y Andr¨¦s Mart¨ªnez viven en el centro de Madrid, en un piso antiguo y sin pretensiones donde resaltan un tel¨¦fono rojo en una mesilla del sal¨®n y el mural con el rostro de Elvis que ¨¦l ha pintado en una pared. De d¨ªa da gusto dar un paseo por este barrio, el de Malasa?a, que a¨²n conserva cierto aire de pueblo. Pero cuando se acerca la noche comienza para ellos una pesadilla.
Mientras en la mayor parte de la capital el ruido cae por debajo de 55 decibelios, el nivel considerado ¨®ptimo para el descanso, en Velarde, la callejuela que alberga varios bares m¨ªticos y donde se ubica el apartamento de esta pareja, sucede lo contrario. Lo indica el son¨®metro que han instalado en uno de sus balcones. Durante cinco horas la media no baja de 70 decibelios, un nivel de ruido nocturno propio de zonas industriales y no de una calle residencial.
Lo peor son los picos. A las 23.34 el medidor de ruido marca 93 decibelios cuando pasa el cami¨®n de la basura del Ayuntamiento; a la 1.40 se mantiene en torno a los 75 decibelios durante unos minutos cuando un joven se pone a tocar la guitarra bajo el balc¨®n; a las 3.22 una chica da un grito y marca 82 decibelios¡ ¡°Siempre es igual. Gritan como si estuvieran rajando vivo a alguien¡±, dice Jimena, una trabajadora social de 37 a?os, echando un vistazo a la calle desde el balc¨®n de su apartamento, un primer piso. ¡°?Qu¨¦ necesidad tienen?¡±
Los datos pueden seguirlos en directo por Internet, gracias a un enlace de la empresa de consultor¨ªa ac¨²stica valenciana Blue Noise, que en noviembre don¨® tres son¨®metros, a esta pareja y a otros vecinos de Malasa?a. La pantalla se actualiza cada cinco segundos con la media recogida en ese corto per¨ªodo. M¨¢s tarde pueden consultar una tabla con un registro detallado de su padecimiento, con medias por horas.?Las mediciones les han permitido cuantificar una molestia ¡°invisible¡± que es m¨¢s f¨¢cil de denunciar con n¨²meros. El diario digital del barrio, Somos Malasa?a, ya se ha hecho eco del problema.
En la calle de Velarde la contaminaci¨®n ac¨²stica solo desciende por debajo de los 55 decibelios? a las 7.00. Dentro del apartamento, que han protegido con doble acristalamiento, se oye durante horas la ch¨¢chara ininteligible de decenas de j¨®venes concentrados en un tramo con cinco bares juntos: V¨ªa L¨¢ctea, Laberinto, Remember, Coqtel y T¨ªa Candela. Algunos son s¨ªmbolos de la noche madrile?a, como La V¨ªa L¨¢ctea, abierto en 1979.
M?S RUIDO POR OCIO QUE POR TR?FICO
Mediciones el s¨¢bado 23 de marzo
Los j¨®venes no parecen reparar en el da?o que causan. A veces reaccionan con violencia cuando ven atacado su ¡°derecho a divertirse¡±. En su apartamento, Jimena y Andr¨¦s guardan tres adoquines con los que dicen que ella fue agredida una noche en que lanz¨® un cubo de agua a un grupo de juerguistas. Llamar a la polic¨ªa no les sirvi¨® de ayuda: ¡°[un agente] Subi¨® y me dijo que no pod¨ªan hacer nada, que esto es as¨ª, y ya est¨¢¡±, relata.
Les indigna que el propio Ayuntamiento sea una fuente de ruido en su calle. A las 3.20, cuando han cerrado los bares, pasa de nuevo el cami¨®n de la basura, haciendo que el medidor de ruido ascienda a 80 decibelios.
Andr¨¦s, un mec¨¢nico de bicis de 38 a?os, dice que aunque molesta, el cami¨®n de la limpieza es una se?al de alivio porque suele ser uno de los ¨²ltimos estruendos. ¡°Es la se?al del final de la guerra¡±, dice.
Pero en medio del silencio se notan m¨¢s los gritos y las carcajadas. A las 3.56 parece que ha llegado la calma pero un grupo de chicas se arranca con un tema de Estopa mientras caminan por la calle: ¡°Vaya puta borrachera, no veo n¨¢, de n¨¢, de n¨¢¡±. El son¨®metro sube a 73 decibelios.
NIVELES DE RUIDO EN EL DISTRITO CENTRO
La alegr¨ªa de los j¨®venes en la calle es una tortura para esta pareja de vecinos que lleva cinco a?os sufriendo problemas de sue?o. Muchos otros son tambi¨¦n v¨ªctimas. Velarde es una calle estrecha de 200 metros de largo. Algunos vecinos han colgado en sus balcones carteles de SOS Malasa?a, la campa?a vecinal para defender sus derechos frente a los de empresarios del ocio y otros ciudadanos que hacen negocio con sus viviendas, alquil¨¢ndolas como apartamentos tur¨ªsticos.
"Zonas rojas"
Aunque parezca mentira, Madrid se ha vuelto con los a?os una ciudad menos ruidosa gracias sobre todo a que los coches son m¨¢s silenciosos, a que las calles est¨¢n mejor pavimentadas y a las recientes limitaciones al tr¨¢fico de Madrid Central. Pero la mejora no ha llegado a las zonas de ocio que son, con gran diferencia, las "zonas rojas" en el mapa del ruido nocturno en el distrito centro de la capital, elaborado por el Ayuntamiento.
Malasa?a, Chueca y Las Letras, las zonas con mayor concentraci¨®n de bares y discotecas, son las ¨¢reas del centro con la contaminaci¨®n ac¨²stica m¨¢s alta. De noche superan los objetivos de calidad en m¨¢s de 10 decibelios.
Los datos son recabados por el Ayuntamiento con sus propios son¨®metros (81 aparatos en la ¨²ltima campa?a de medici¨®n, en 2016 y 2017). Con esos datos y la ayuda de simuladores inform¨¢ticos, los t¨¦cnicos pintan el mapa de color para todo el distrito.
Los vecinos se quejan de que el Ayuntamiento no publica en detalle los datos captados por cada son¨®metro, lo que, seg¨²n ellos, facilitar¨ªa la visualizaci¨®n del problema, en particular el que sufren los vecinos de los puntos m¨¢s cr¨ªticos, como la calle Velarde.
¡°El caso de la calle Velarde me pone los vellos de punta¡±, dice Salvador Domingo, el gerente de Blue Noise, con diez a?os de experiencia en el sector de las certificaciones ac¨²sticas. ¡°Es una tortura que no se la deseo a nadie¡±. Disponer de un son¨®metro profesional es cada vez m¨¢s asequible gracias a la evoluci¨®n de la tecnolog¨ªa pero sigue siendo caro, seg¨²n expertos del sector, que indican que no bajan de los 1.500 euros.
Los tres son¨®metros donados por Blue Noise a vecinos activos en la campa?a de SOS Malasa?a superan durante buena parte de la noche el nivel recomendado de 55 decibelios, pero el de Velarde se lleva la palma. ¡°Con este ruido estos vecinos tendr¨ªan que usar cascos, seg¨²n la normativa laboral¡±, dice Jordi Gordon, portavoz de la campa?a.
La pareja del apartamento de Velarde ha tenido que renunciar a su cama de matrimonio junto a uno de los dos balcones para dormir sobre un colch¨®n que tienden junto a la cocina. Tambi¨¦n han recurrido a tapones y a dejar la televisi¨®n puesta toda la noche.
Es un suplicio que ha hecho tambalear su relaci¨®n sentimental. ¡°Nos ha hecho estar a punto de separarnos en much¨ªsimas ocasiones. De hecho nos ha impedido tomar decisiones muy importantes acerca del futuro, de querer tener una familia¡±, dice Andr¨¦s.
El problema principal en Velarde y otras calles estrechas del centro es que los j¨®venes salen a las puertas de los bares a fumar o a beber las latas de cerveza que venden de forma ilegal los comerciantes callejeros. Para m¨¢s inri, la concentraci¨®n masiva del botell¨®n resurge peri¨®dicamente a pesar de estar prohibida desde 2002. Los vecinos dicen que los agentes solo patrullan a veces para multar a los infractores.
¡°?ltimos de Filipinas¡±
Por esas concentraciones a las puertas de los bares el momento m¨¢s temido por los vecinos es la hora posterior al cierre, cuando los j¨®venes salen a la calle en su apogeo de embriaguez y deciden si la fiesta acaba o cot¨ªn¨²a. El r¨¦cord de ruido registrado por el son¨®metro de Velarde es de 78,7 decibelios de media en una hora, de 2.00 a 3.00 hace dos s¨¢bados. Este nivel probablemente ser¨¢ mayor en las noches de verano cuando esta calle y las de su alrededor se convierten en un hervidero. El verano pasado, Andr¨¦s se march¨® cuatro meses a un pueblito de Cuenca donde consigui¨® un trabajo.
EVOLUCI?N DEL PROMEDIO DIARIO EN 2018
Por horas, en una estaci¨®n sin revelar de los 81 son¨®metros existentes, en decibelios
Como muchos otros vecinos de Malasa?a, la pareja de Velarde tiene un conflicto sobre si abandonar la zona. Jimena compr¨® el apartamento hace cinco a?os cuando recibi¨® una herencia. Por 180.000 euros era una gran oportunidad, explica su pareja. Comenzaron su relaci¨®n por aquel entonces y al poco ¨¦l se mud¨® con ella. Jimena est¨¢ enamorada del barrio y es la que m¨¢s resistencia pone a marcharse. Los 1.500 euros que se gast¨® en insonorizar los balcones no solucionaron el problema, pero la campa?a de SOS Malasa?a?¡ªque surgi¨® en octubre de 2018 con la promesa de rescatar los derechos de los vecinos frente a las fuerzas del mercado¡ª les ha dado esperanza.
Vecinos m¨¢s veteranos dicen que este es el momento de mayor movilizaci¨®n en mucho tiempo. En parte se debe a que el ¨¦xodo de vecinos se ha acelerado. Los que se quedan se ven a s¨ª mismos como la resistencia. ¡°Somos los ¨²ltimos de Filipinas¡±, dice Amor D¨ªaz, una vecina que lleva 32 a?os en el barrio. Dice que le gustar¨ªa que el barrio volviera a llamarse Maravillas, como antiguamente. ¡°Queremos que Malasa?a vuelva a ser un lugar amable¡±, dice D¨ªaz, una pintora de 55 a?os.
En la ma?ana, a las 10:00, Andr¨¦s se asoma al balc¨®n y ve el empedrado de la calle, soleada y tranquila. El son¨®metro no supera los 60 decibelios. Piensa en c¨®mo ser¨ªa su vida sin el tormento nocturno: ¡°Es una pena porque este barrio es muy bonito¡±.
La larga batalla vecinal contra el sector de la noche
Con el paso de los a?os ha crecido la conciencia sobre el problema de la contaminaci¨®n ac¨²stica gracias a investigaciones que han mostrado los graves da?os sobre la salud, en particular problemas card¨ªacos y cognitivos.
La informaci¨®n disponible sobre el ruido en Madrid ha mejorado mucho, al tiempo que se han endurecido las normas que regulan el ocio nocturno. La declaraci¨®n en 2012 del centro como zona de protecci¨®n ac¨²stica especial (ZPAE) contuvo la proliferaci¨®n de bares y discotecas.
El Ayuntamiento prev¨¦?aprobar en pleno este mes la renovaci¨®n de la ZPAE del centro que har¨¢ "pr¨¢cticamente imposible abrir nuevos locales de ocio en todo el distrito", seg¨²n el concejal del distrito, Jorge Garc¨ªa Casta?o. Adem¨¢s, se reducir¨¢ la hora de apertura de las terrazas en las "zonas rojas", que en los fines de semana de verano bajar¨¢ de la 1.30 a la 1.00. Las horas de cierre en Madrid dependen del tipo de licencia del local.
Son medidas insuficientes para los vecinos de las ¡°zonas rojas¡± que creen que el Ayuntamiento infravalora el da?o que sufren. Les duele que las autoridades reconozcan que viven en una zona de alta contaminaci¨®n ac¨²stica y no tomen medidas m¨¢s decididas para reducirla.
"La patronal de las copas es un gremio muy potente. Al Ayuntamiento le falta valor", dice un abogado madrile?o especializado en ruidos, Jorge Pinedo.
Los empresarios de la noche, agrupados en la Plataforma del Ocio, se han opuesto a normas m¨¢s severas como las reducciones de horario. Han hecho campa?as, advirtiendo que la noche en Madrid est¨¢ en peligro. Los fines de semana los bares deben cerrar a las 2.30, los discopubs a las 3.30 y las discotecas a las 6.00.
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