Antiguos efectos especiales
La comedia de magia del siglo XVIII estaba llena de prodigios y hechizos
Ahora que hay im¨¢genes que muestran, demuestran, que la catedral de Girona est¨¢ a orillas del mar (Juego de Tronos), rescatar la memoria sobre viejos trucos teatrales puede parecer ocioso. De hecho, los efectos especiales de la era digital no dejan de tener una elaborada artesan¨ªa, aunque sea de bits. Construir lo inveros¨ªmil tiene un enorme encanto. Y el ser humano lo ha intentado siempre. Para cimentar una creencia religiosa, el supuesto poder de un cham¨¢n o como inocente entretenimiento. La comedia de magia pretend¨ªa eso ¨²ltimo, contar una historia donde los hechos fantasiosos fueran habituales. Se trata de un g¨¦nero teatral de los siglos XVIII y XIX que heredaba la espectacular milagrer¨ªa de la comedia de santos. Un teatro donde se produc¨ªan desapariciones, tempestades, brujer¨ªas, prodigios enormes, encantamientos¡ De hecho, el autor deb¨ªa negociar muy bien con el tramoyista su propuesta porque era ¨¦ste el encargado de que tal maravilla pudiera verse en el escenario.
Un ejemplo local. El m¨¢gico de Catalu?a. Una obra de Jos¨¦ Concha, editada en Barcelona en 1779 en la imprenta y librer¨ªa de Carlos Gibert y Tut¨®. En ella se cuenta como Don Jaime, que ha asesinado por celos y a?ora a su amada, Do?a Blanca, vive tristemente en T¨²nez en casa de su amistoso amo Avenzarca quien le regala fabulosos ardides para que, cuando regrese a Barcelona, pueda defenderse de quienes quieren vengar el asesinato. Para liberarlo, su amo saca un pa?uelo y la gruta donde estaban se convierte en un ¡°hermoso baxel¡± adornado de sirenas y nereidas. Mientras, el padre de Do?a Blanca ofrece al hermano del asesinado, Don Miquel, la mano de su hija que sigue amando a Don Jaime, a pesar de sus cuatro a?os de ausencia. Regresa Don Jaime, que se presenta a su amada gracias a que el tocador de ella se transforma en una puerta. Cuando los amigos de Don Miquel saben de su regreso lo persiguen, pero Don Jaime logra escapar de su embestida porque convierte el cenador del jard¨ªn en una torre con rejas que aprisiona a sus perseguidores. En otra ocasi¨®n Don Jaime es cubierto por una pir¨¢mide. No ser¨¢ el principal reto que se plantee al tramoyista porque en otra escena una casa vuelca. El propio autor en m¨¢s de una acotaci¨®n deja a discreci¨®n del ¡°maquinista¡± la soluci¨®n t¨¦cnica del efecto.
La editorial Fundamentos acaba de publicar un libro sobre la comedia de magia (Asombro y encantos, Ana Contreras Elvira) y en la biblioteca virtual Cervantes se puede encontrar una buena bibliograf¨ªa y varias decenas de obras digitalizadas, consultables en l¨ªnea. Contreras explica que aunque naci¨® como una oferta para tiempos de carnaval pronto dej¨® de ser estacional. La desaparici¨®n de los corrales de comedia y la construcci¨®n de teatros, m¨¢s preparados para maniobras escenot¨¦cnicas, ayudaron a su difusi¨®n. De hecho, algunos montajes ped¨ªan m¨¢s de treinta personas en el equipo que mov¨ªa el decorado.
En la biblioteca Cervantes puede leerse un texto de Elena de la Fuente Ballesteros sobre las comedias de Juan Eugenio Hartzenbusch. En particular, La redoma encantada (1839), que en Barcelona lleg¨® a tener m¨¢s de 160 representaciones. En ella, explica la autora, se cuenta como el marqu¨¦s de Villena est¨¢ cautivo en una de estas vasijas. ¡°El, que fue reformador de la magia, inst¨® a los dem¨¢s brujos a usar sus poderes s¨®lo para buenos fines, pero ¨¦stos pensaban que era mejor enriquecerse vali¨¦ndose de sus artes arcanas, de manera que lo encierran en la redoma y no sale de ella hasta que Garabito lo libera 273 a?os despu¨¦s¡±. Una salida que recuerda las apariciones del genio de la l¨¢mpara de Aladino. Era espectacular: "sale de ella una llama primero, y humo despu¨¦s, que se va aclarando y dejando ver la figura de D. Enrique".
Estas comedias ten¨ªan mucho ¨¦xito, pero escaso prestigio. El anillo de Giges, un caso, fue tildada de ¡°basura dram¨¢tica¡± en el Memorial Literario de 1787. Una publicaci¨®n que, cuenta David T. Gries, siete a?os despu¨¦s atacaba al g¨¦nero sin contemplaciones. ¡°Lo peor que tienen estos deformes comediones, es que al vulgo ignorante le hacen m¨¢s b¨¢rbaro, y tal vez m¨¢s perverso... A esto se a?ade, que el tiempo en que se suelen representar estas infernales visiones es el de la Navidad o de Carnestolendas; tiempo en que es costumbre que vayan a los teatros las criadas, los sirvientes, los ni?os, y otras gentes de la m¨¢s descuidada educaci¨®n¡±.
A pesar de este desprecio, la comedia de magia contamin¨® a algunos autores como al mism¨ªsimo Jos¨¦ Zorrilla en cuyo Don Juan suceden muchas cosas improbables como esqueletos que andan, apariciones misteriosas o, como escribe el propio autor en una de las acotaciones: ¡°cae Don Juan a los pies de Do?a In¨¦s, y mueren ambos. De sus bocas salen sus almas representadas en dos brillantes llamas, que se pierden en el espacio al son de la m¨²sica¡±.
Este tipo de teatro me sugiere las pel¨ªculas en las que interven¨ªa Ray Harryhausen (1920-2013) aportando sus maravillosos c¨ªclopes, titanes, monstruos, movidos fotograma a fotograma. Las pel¨ªculas acostumbraban a ser una bazofia, pero cuando aparec¨ªan sus criaturas la escena se encumbraba al mundo de la maravilla. Y su imperfecci¨®n era una parte del encanto. Ahora, lo digital, de tan perfecto, resulta invisible... inapreciable.
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