Viejos ¨¢rboles de Barcelona
Nadie est¨¢ obligado a comportarse como un filisteo, es una cuesti¨®n de sensibilidad y de creatividad: antes de talar un ¨¢rbol viejo, m¨¢s que centenario, lo pensar¨¢s varias veces. Aunque tengas los permisos
Tan a?oso como humilde, el pi blanc de esta historia fue talado la semana pasada. Crec¨ªa desde hac¨ªa m¨¢s de cien a?os en un solar entre las calles Dominics y Jes¨²s i Maria de Barcelona, pero estaba afectado por las obras de construcci¨®n de un hotel. Cientos de vecinos intentaron preservarlo en vano (¡°Salvem el pi centenari¡±, www.change.org). El pino formaba parte de su entorno inmediato, de su vida cotidiana, desde antes de que naciera el m¨¢s anciano de ellos. Un hachazo borr¨® de pronto m¨¢s de un siglo de memoria visual, de presencia colectiva.
Los pinos blancos o carrascos son una especie muy com¨²n, casi improtegible, ocupan m¨¢s de 300.000 hect¨¢reas en Catalu?a y, oportunistas natos, colonizan los encinares. Ya no sirven de mucho (antes se hac¨ªan cajas de madera con ellos). Aunque aguantan mal el fr¨ªo de verdad, pueden vivir m¨¢s de doscientos a?os y alcanzar treinta metros de altura.
La pregunta que ha quedado sin responder en la comunidad es si realmente era inevitable proyectar en el solar un edificio que obligara a echarlo abajo.
El problema es que las corporaciones no tienen memoria, sino solo registros contables
Creo que no, que las cosas se podr¨ªan haber hecho de otro modo. Lo aprend¨ª de mis mayores. As¨ª me lo hizo ver un t¨ªo m¨ªo, arquitecto de profesi¨®n, a quien un entrevistador supino le pregunt¨® una vez: ?Sr. Coderch, se inspir¨® usted en la abstracci¨®n formal de Vasili Kandinski para proyectar la Casa Ugalde? El hombre le mir¨® de hito en hito y neg¨® aburrido: ¡°No. El solar ten¨ªa buenas vistas, pero tambi¨¦n tres pinos viejos que yo quer¨ªa preservar, no se deb¨ªan cortar¡±.
Y es que casi todo se puede hacer muy bien sin necesidad de echar abajo aquello que la vida ha creado y la historia ha respetado. Nadie est¨¢ obligado a comportarse como un filisteo, es una cuesti¨®n de sensibilidad y, sobre todo, de creatividad: antes de talar un ¨¢rbol viejo, m¨¢s que centenario, lo pensar¨¢s varias veces. Aunque tengas los permisos correspondientes.
El problema es que las corporaciones no tienen memoria, sino solo registros contables. Y si llegan a ser importantes, pueden llegar a encargar a alguien que les escriba su historia, pero sus directivos y empleados no ver¨¢n en su medio de vida los modos de vida que est¨¢n a punto de afectar con su actividad. Las empresas captan muy bien las dimensiones de un mercado, pues les va su subsistencia en ello, pero son m¨¢s torpes cuando las cuestiones no son econ¨®micas o no lo son directamente. Dicho de otro modo, nos dan medios de vida, pero les cuesta mucho salvaguardar nuestros modos de vida.
El ¨¢rbol m¨¢s notable de Barcelona es la ¡°noguera alada de Montju?c¡± en el Jard¨ª Bot¨¤nic Hist¨°ric
Si aprendemos a apreciar y respetar nuestro entorno, contribuimos casi sin darnos cuenta a superar el hiato entre nuestros medios y nuestros modos de vida. Un ideal antiguo es trabajar con gusto y gustar de la vida. Si las empresas, los ayuntamientos y las personas nos integramos con aquello que nos rodea, la vida es m¨¢s grata para todos.
En Barcelona, hay bastantes ¨¢rboles catalogados como de inter¨¦s local. En defensa de los viejos ¨¢rboles humildes, les animo a que los descubran, empezando por los de su barrio. Vean la morera de Adrall, 3 (Sant Andreu), la encina de Diagonal 361 (Eixample), la magnolia de Bisbe, 10 (Ciutat Vella) o el cedro del Himalaya, Passeig de Sant Gervasi, 5 (Sarri¨¤- Sant Gervasi), este ¨²ltimo muy cerca del derribado pino de Dominics, demasiado humilde para estar protegido. Y as¨ª, hay muchos m¨¢s (la web del ayuntamiento que acabo de citar enumera 144). Estas cosas se ense?an en las escuelas, pero hacen falta tres generaciones para que calen en el alma de la ciudad; son como los ¨¢rboles mismos, no crecen de repente, de un d¨ªa para otro.
El ¨¢rbol m¨¢s notable de Barcelona es probablemente la ¡°noguera alada de Montju?c¡± (Pterocarya rehderiana) en el Jard¨ª Bot¨¤nic Hist¨°ric. Tambi¨¦n tendr¨¢ m¨¢s de un siglo, pues ya estaba all¨ª cuando el Dr. Pius Font i Quer, un militar y bot¨¢nico ilustrado, dirigi¨® la plantaci¨®n del Bot¨¤nic en los a?os treinta del siglo pasado. Dicen que es el ¨¢rbol m¨¢s grueso del t¨¦rmino municipal, no lo s¨¦, pero vale el paseo.
La historia de un ¨¢rbol viejo se pierde el d¨ªa que lo talan. Pero, aunque nadie recordara ya qui¨¦n plant¨® el pino muerto de Dominics, dos ni?os de esta calle no olvidar¨¢n nunca que su madre hizo cuanto pudo por salvarlo. Parte compartida y desgajada de nuestras vidas, algo habremos aprendido todos.
Pablo Salvador Coderch es catedr¨¢tico de derecho civil.
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