En busca de los cables de la muerte
Un total de 152 aves murieron electrocutadas en 2018 en los tendidos de la Comunidad de Madrid
La concentraci¨®n es m¨¢xima. Un grupo de cinco j¨®venes con chalecos verdes intenta reconocer, solo por el sonido que hacen, a las aves que sobrevuelan la localidad madrile?a de Algete, un municipio de apenas 20.000 habitantes al noreste de la Comunidad. Son voluntarios del proyecto #LifeFollowers de la asociaci¨®n ornitol¨®gica SEO/BirdLife y tienen un enemigo com¨²n: los tendidos el¨¦ctricos. Estos mataron en 2018 a 152 p¨¢jaros en la regi¨®n por electrocuci¨®n, la principal causa de muerte de las rapaces, seg¨²n un informe del ministerio de Transici¨®n Ecol¨®gica publicado en 2017 que cifr¨® en 33.000 los animales afectados en Espa?a.
Algunos, de especies protegidas, como avisa Juan Jos¨¦ Iglesias, bi¨®logo de conservaci¨®n del Grupo de Rehabilitaci¨®n de la Fauna Aut¨®ctona (GREFA), la organizaci¨®n que aporta los datos de ejemplares muertos en la Comunidad, y uno de los coordinadores de la expedici¨®n de Algete. El grupo, en el que participa GREFA, se pierde por el campo persiguiendo los cables de los tendidos ataviado con prism¨¢ticos y una gu¨ªa que le ayuda a clasificar los postes en funci¨®n de su peligrosidad y que ha elaborado a partir de la informaci¨®n de las publicaciones cient¨ªficas.
Los 30 voluntarios que desempe?an en el proyecto de identificaci¨®n de postes desde enero de 2018 ya han muestreado casi 2.000 apoyos el¨¦ctricos en Madrid ¡ªalrededor de 6.000 en todo el pa¨ªs¡ª para denunciar los m¨¢s mort¨ªferos. E Iglesias advierte de que ¡°alrededor del 30% son muy peligrosos¡±.
¡°Los tendidos que tienen los pasos de los cables por arriba son los m¨¢s da?inos porque son los sitios donde se posan las aves¡±, cuenta el bi¨®logo de GREFA, quien explica que para aislarlos hay que poner unas distancias de seguridad entre la zona de posada y el inicio de los cables, ya que los animales reciben la fatal descarga cuando estiran las alas para volar.
La ley?obliga a adoptar medidas de prevenci¨®n
Un buitre leonado sobrevuela los j¨®venes y todos le miran dar vueltas, aunque en Madrid lo m¨¢s probable es avistar un ¨¢guila perdicera, apuntan los j¨®venes. ¡°Intentamos que quienes colaboran con nosotros se vinculen con la conservaci¨®n de los espacios naturales protegidos; en este caso recorriendo la peligrosidad de las infraestructuras¡±, cuenta Alberto Remacha, el otro coordinador de los voluntarios.
Laura Fraile, de 29 a?os es una de ellas. Est¨¢ opositando para ser t¨¦cnica de medioambiente y ya ha analizado 20 tendidos m¨®vil en mano. La aplicaci¨®n en la que introduce los datos, llamada equipotendidos y desarrollada por GREFA, pide la geolocalizaci¨®n, el identificador num¨¦rico del tendido y su nivel de peligrosidad seg¨²n una escala num¨¦rica. El resultado es un mapa con todos los puntos negros de la Comunidad de Madrid; una base de datos con la que trabajar luego.
La ley estatal de responsabilidad ambiental de 2007 obliga a adoptar medidas de prevenci¨®n y reparaci¨®n de da?os, y a sufragar sus costes, a los propietarios de los tendidos de alta y baja tensi¨®n.
Pero el bi¨®logo de GREFA reprocha la inacci¨®n del sector y de la Administraci¨®n: ¡°Han pasado m¨¢s de 10 a?os desde que se aprobaron las leyes y no se ha hecho pr¨¢cticamente nada¡±. Adem¨¢s de esta norma, el Gobierno de Zapatero aprob¨® un a?o despu¨¦s un real decreto con medidas para la protecci¨®n de las aves frente a la electrocuci¨®n, pero estas siguen pereciendo cuando alzan el vuelo.
El a?o pasado Iberdrola fue condenada a pagar 100.000 euros por el accidente de un ¨¢guila imperial ib¨¦rica, una especie en peligro de extinci¨®n, que se top¨® con un tendido de la compa?¨ªa en La Herrera (Albacete). Esta fue la primera sentencia firme en Espa?a contra una el¨¦ctrica por la electrocuci¨®n de aves y sent¨® un precedente que los voluntarios esperan que se repita m¨¢s a menudo. ¡°Cuando encuentras un ave rapaz muerta o herida hay que avisar a los agentes de medioambiente, que levantan un acta y remiten la informaci¨®n al Ministerio¡±, cuenta Remacha. Si se topan con el cad¨¢ver de un ejemplar, los coordinadores advierten a los j¨®venes de que no lo pueden tocar; solo sumar el tendido asesino a la lista y seguir el rastro de muerte.
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