Sant Jordi 2019: Rosas y dragones para romper el estigma
Un centro de menores migrantes no acompa?ados hace talleres sobre Sant Jordi para favorecer la integraci¨®n de los chavales
Concentrados alrededor de una mesa de la sala de estar, Moussa, Abdellah y Noureddine repasan con un pincel el contorno de unas flores y unos dragones pintados sobre una bolsa de tela. Al fondo de la habitaci¨®n, Hasan recorta trozos de papel para cobijar las rosas de Sant Jordi. Bajo la tutela del tallerista del centro, Abraham Moya, los chicos, de entre 15 y 16 a?os, llevan semanas preparando las bolsas y el empaquetado de las flores que hoy vender¨¢n en un puesto en la plaza de la Bella Dovita, junto al Molino, en el Paral¡¤lel de Barcelona. Los cuatro chavales son menores tutelados por la Generalitat que viven en el centro de acogida Coda1, una residencia que la Fundaci¨®n Idea tiene en el barrio del Poblesec.
El tiempo se les ha echado encima y los chicos apuran los ¨²ltimos detalles para tener todo a punto para Sant Jordi. ¡°Yo voy a regalar un libro y una rosa a una chica¡±, explica sonrojado Noureddine. ?l, Mousa y Abdellah son de origen marroqu¨ª y han llegado a Espa?a solos. Son tres de los m¨¢s de 3.000 menores migrantes no acompa?ados que entraron en Catalu?a en el ¨²ltimo a?o. Hasan, hijo de padres pakistan¨ªes, naci¨® en Espa?a. ¡°Hace tiempo detectamos una necesidad de ocupar el tiempo de estos chicos hasta que se les puede vincular un recurso formativo. Con estos talleres, adem¨¢s de formar a los chavales, se busca integrarlos en los barrios. Se ha de hacer un trabajo para que conozcan nuestra cultura. Ellos nos aportan y nosotros a ellos. Con el taller de Sant Jordi se acercan a las tradiciones de aqu¨ª e intentamos romper el estigma que hace tiempo que venimos arrastrando¡±, apunta la directora del centro, Anna Monfort.
El taller y las bolsas son, de hecho, una excusa, admite Moya, para romper estereotipos y abrir el centro de acogida al barrio. ¡°La actividad de Sant Jordi la aprovechamos para salir al barrio y que nos conozcan, para que el centro no sea una isla dentro de todo el barrio¡±, apunta Moya. El tallerista y la directora del centro insisten en que, pese al estigma de delincuencia y violencia que acompa?a al colectivo, no les constan incidentes con sus chavales. M¨¢s bien, lo contrario. ¡°Cuando salimos al barrio, no hay ning¨²n problema, y los chicos tienen adquiridos los deberes b¨¢sicos de todo ciudadano, como ayudar a un anciano o a un ni?o. La mala prensa es totalmetne infundada. Si hay alg¨²n problema, el problema no es de los ni?os; es mucho m¨¢s profundo y m¨¢s serio y los chicos son los que deben recibir la ayuda¡±, agrega Moya.
El educador asegura que la implicaci¨®n de los chavales en los talleres es alta. ¡°Si tiene una aplicaci¨®n real a la vida, s¨ª que se vuelcan. Necesitan ver que es productivo lo que est¨¢n haciendo¡±, apunta. Los chicos, todos adolescentes con cara de ni?o, quieren quedarse en Catalu?a, estudiar y trabajar, aseguran. Excepto Hasan, que quiere irse a vivir a Londres. Uno quiere ser maestro. Otro, taxista. Los dem¨¢s, no lo tienen claro. ¡°Sabemos que la t¨®nica general es el alarmismo, la exageraci¨®n y la violencia contra ellos. Pero lo que hace falta es propiciar espacios y encuentros para que se conozca la realidad de unas personas. Nuestra inteci¨®n no es que aprendan a hacer una bolsa, sino que adquieran competencias y aprendan a relacionarse con el barrio¡±, sentencia Moya.
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