La f¨¢brica
Cada semana, una foto de Madrid
?Y si Madrid hubiera sido una capital industrial? Decenas de chimeneas de adobe se reparten hu¨¦rfanas por la ciudad, en un encomiable alarde de resistencia callada. Como esta de la calle Juan Urbieta, en Pac¨ªfico, que perteneci¨® a la f¨¢brica de vidrios. Su empe?o heroico en sobrevivir a todos los planes de remodelaci¨®n urban¨ªstica ha logrado que haya sido protegida tras un escaparate que la realce en un patio de vecinos. Algunas de sus parientes responden a un estilo similar.
Las chimeneas de aquel mundo perdido entre el siglo XIX y principios del XX eran concebidas con su dignidad art¨ªstica en un cruce que respond¨ªa a la identidad herreriana y a cierto desenfado modernista, con sus adornos en la parte superior e inferior. Hoy perviven como joyas solitarias de cierta arqueolog¨ªa industrial. Un rasgo de la ciudad que pas¨® a ser secundario y no cuaj¨® porque durante los a?os del desarrollismo, Madrid se conform¨® con responder al retrato que hizo de ella Camilo Jos¨¦ Cela: ¡°Una mezcla entre Navalcarnero y Kansas City poblada de subsecretarios¡±. A Dios gracias, es hoy mucho m¨¢s. Y el eco de esas chimeneas conforma su infinito mosaico pasado y presente. Tambi¨¦n nos acompa?an en la reflexi¨®n sobre el paso del tiempo y sus transformaciones.
Parece que fue ayer cuando crec¨ªamos en la ambici¨®n del frenes¨ª industrial mientras hemos entrado de lleno en la era inodora de lo digital. ?A qu¨¦ oler¨ªa el humo que despidi¨® en tiempos aquella chimenea? Su funci¨®n concreta se ha transformado en una est¨¢tica llamada de atenci¨®n a una memoria no tan lejana.
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