Por el mundo de los sue?os
¡®Nocturno sinf¨®nico¡¯ de Fern¨¢ndez Barrero y estreno en Espa?a del ¡®Concierto para viol¨ªn¡¯ de Mathews en los abonos de la Sinf¨®nica
La Orquesta Sinf¨®nica de Galicia, dirigida por Dan¨ªel Bjarnason (1979), ha celebrado sus dos conciertos de abono de esta semana: en Vigo el jueves 25 y en A Coru?a el viernes 26. En programa, Nocturno sinf¨®nico, de Marcos Fern¨¢ndez Barrero (1984); el Concierto para viol¨ªn y orquesta de Colin Mathews (1946) -con Leila Josefowicz (1977) como solista- y la Sinfon¨ªa n? 2 en re mayor, op. 43 de Jean Sibelius (1865 - 1957).
Nocturno sinf¨®nico obtuvo el Premio de Composici¨®n AEOS ¨CFundaci¨®n BBVA. Este premio conlleva la interpretaci¨®n por las orquestas representadas en la Asociaci¨®n Espa?ola de Orquestas Sinf¨®nicas, lo que supone la m¨¢s amplia difusi¨®n garantizada a un estreno cl¨¢sico en Espa?a. Como era de esperar, la obra tiene un car¨¢cter inicial relajado: en su primera secci¨®n se suceden diferentes notas derivadas del la inicial a cargo del vibr¨¢fono.
A partir de ellas, comienza la aparici¨®n de forma creciente de diferentes instrumentos de la orquesta como la trompeta, y de y de la percusi¨®n ¨Centre la que cabe contar con el piano. La inquietud y un clima m¨¢s on¨ªrico, como de un suelo agitado, suceden a la calma inicial con una orquestaci¨®n m¨¢s llena y una cierta y premeditada confusi¨®n -?quiz¨¢s la de lo so?ado en la fase REM del sue?o?- con cajas y bongos dialogando con trompetas, timbales y maderas. Las disonancias finales de estas bien podr¨ªan rememorar el confuso recuerdo de lo so?ado despu¨¦s de un brusco despertar. En la ejecuci¨®n por parte de la Sinf¨®nica y Bjarnason destac¨® sobre todo el car¨¢cter relajado de la primera parte de la obra.
Leila Josefowicz es la dedicataria de varios conciertos escritos para ella por su calidad como int¨¦rprete y su dedicaci¨®n a la m¨²sica contempor¨¢nea. El Concierto para viol¨ªn de Mathews se tocaba por primera vez en Espa?a en estos conciertos de la Sinf¨®nica. La anticipaci¨®n con la que se programa la temporada de una orquesta sinf¨®nica debe de ser la causa de la coincidencia de dos obras de car¨¢cter nocturno y de enso?aci¨®n como la que formaban la primera parte de estos conciertos.
Como destacan las notas al programa de Pablo S¨¢nchez Quinteiro, el concierto de Colin Mathews tiene una inspiraci¨®n declarada por el propio autor en el Concierto n? 1 de Szymanowsky, que fue interpretado por Leticia Moreno y la OSG a principios de esta temporada. Abandona como Szymanowsky tanto la tonalidad como la tradicional estructura tripartita (un movimiento en el caso del polaco, dos en el de Mathews), en busca de una unidad conceptual: sensualidad y erotismo en Szymanowsky y el mundo de los sue?os en el de Mathews. Y en ambos casos, figuraciones mel¨®dicas y b¨²squeda de la t¨ªmbrica como sus propios universos expresivos.
La interpretaci¨®n de Josefowicz estuvo llena de una entrega y convicci¨®n absolutas. Su sonido tuvo una enorme gama de matices t¨ªmbricos, si bien hubo bastantes momentos en los que no se proyect¨® suficientemente en el siempre comprometido espacio ac¨²stico del Palacio de la ?pera. Los arpegios de enorme dificultad escritos por Mathews, las agilidades endiabladas y la fuerza expresiva de sus tr¨¦molos fueron parte de la t¨¦cnica. La expresi¨®n de los diferentes climas sonoros que fluyen en este concierto fue demostraci¨®n de una musicalidad fuera de toda duda. Gran ovaci¨®n correspondida con la interpretaci¨®n de Lachen Velernt de Esa-Peka Salonen, muy en la l¨ªnea de dificultad t¨¦cnica del concierto de Mathews.
Tras el descanso, la Sinfon¨ªa n? 2 de Sibelius volvi¨® a manifestar la calidad de la Sinf¨®nica en el sonido de todas y cada una de sus secciones. La cuerda, poderosa y empastada, el riqu¨ªsimo color de las maderas y la rotundidad y brillo solar de sus metales fueron veh¨ªculo de una vibrante interpretaci¨®n que no puede oscurecer la imprecisi¨®n en algunas de las entradas. Es lo que tiene dirigir sin batuta, que hay que tener un cuidado extremo en la claridad del gesto. El director island¨¦s grad¨²a muy bien la din¨¢mica y logr¨® extraer un sonido de gran belleza en Mathews y Sibelius. Pero su gesto, que es amplio y pl¨¢stico, adolece de una cierta falta de precisi¨®n. Mejorar¨¢ con el tiempo; facultades y entrega no le faltan.
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