El tr¨ªo que recupera los tesoros de la historia musical de Madrid
Ursaria recupera la m¨²sica tradicional de la regi¨®n y reivindica una identidad musical para Madrid
Una de las denominaciones m¨¢s antiguas de Madrid, Ursaria, da nombre al tr¨ªo musical que acaba de editar el libro Compendio para entidades alien¨ªgenas que lleva incorporado un sorprendente disco. Liderado por el multiinstrumentista Ismael Clemente (Madrid, 43 a?os), Ursaria busca tesoros en las m¨²sicas tradicionales de toda la provincia y reivindica una identidad musical para Madrid que muchas veces le ha sido usurpada .
¡°Si una nave extraterrestre quisiera posarse sobre Madrid, no sabr¨ªa elegir bien el lugar, como s¨ª har¨ªa en la estatua de la Libertad en Nueva York, o en la Torre Eiffel de Par¨ªs¡±, sostiene Clemente para resaltar lo poco conocidas que son las se?as de identidad de Madrid. Para desterrar ese supuesto desconocimiento que hay de ¡°lo madrile?o¡±, ha recogido miles de an¨¦cdotas y chascarrillos durante mucho tiempo y las ha acompa?ado de canciones hermosas encontradas recorriendo barrios, pueblos y lugares remotos de toda la geograf¨ªa madrile?a.
Este madrile?o que empez¨® con 15 a?os a aporrear una bater¨ªa en una formaci¨®n rockera, cay¨® rendido enseguida a los encantos de las m¨²sicas tradicionales, gracias al origen pueblerino de sus padres y abuelos, prototipo de las familias que emigraron a la ciudad tras la posguerra. ¡°Mi familia ven¨ªa de un pueblo de Salamanca y si yo no hubiera vuelto ah¨ª los veranos, no habr¨ªa tenido contacto con la m¨²sica tradicional y el folklore¡±. Quiso creer que si en su pueblo salmantino de origen, hab¨ªa jotas, coros y danzas, es decir, una m¨²sica propia, tambi¨¦n habr¨ªa de haberla en su Madrid de nacimiento. ¡°Con eso de ser ciudad de aluvi¨®n, donde de los pueblos se ven¨ªa en busca de un futuro mejor para que los hijos no siguieran ah¨ª con la yunta de mulas, nadie se sent¨ªa propiamente de aqu¨ª, y eso daba a entender que carec¨ªa de una identidad emocional¡±.
Mantiene Ismael Clemente que ¡°el ¨¦xodo rural cambi¨® los pueblos y cambi¨® las ciudades¡±. Para eso resalta datos como que ¡°al terminar la guerra, en la ciudad de Madrid hab¨ªa algo m¨¢s de un mill¨®n de habitantes, cifra que se triplic¨® en menos de tres d¨¦cadas¡±. Para este m¨²sico y escritor fueron Leguina y Tierno los que propulsaron una identidad emocional a Madrid, no sin ciertas contradicciones entre ambos: ¡°Tierno nos dio la calle, hizo sentir nuestra esta ciudad, recuper¨® el territorio emocional; Leguina consigui¨® el Estatuto de Autonom¨ªa, algo que ni los madrile?os se hab¨ªan planteado, pero fue m¨¢s una organizaci¨®n administrativa que sentimental, pues ¨¦l mismo dijo que en 1983 el ochenta por ciento de la poblaci¨®n no era nacida en Madrid¡±.
Clemente ha encontrado en las seguidillas acaso la aportaci¨®n m¨¢s importante de Madrid a la m¨²sica popular ¡°m¨¢s incluso que el chotis, que es lo m¨¢s recurrente¡±. La difusi¨®n y permanencia del chotis, seg¨²n ¨¦l, ¡°se debe a que coincidi¨® su moda con el auge del organillo, que era la primera vez que se enlataba la m¨²sica¡±. Por eso, sin restarle importancia ni quitar admiraci¨®n por ese baile agarrado que se desarrolla en apenas una baldosa (¡°en realidad, una polka a tres revoluciones por minuto¡±) quiere resaltar que las seguidillas son madrile?as.
¡°En esta ciudad se escribi¨® la primera seguidilla con una m¨¦trica inspirada, o creada, por el poeta ?lvarez Gato. Pero no se sabe qu¨¦ fue antes, si se cantaba lo que se escrib¨ªa, o se escrib¨ªa lo que se cantaba en las calles¡±. Clemente sostiene en el libro y el disco, que no fue la ¨²nica aportaci¨®n musical de Madrid, pues ¡°tambi¨¦n hubo tradici¨®n oral. Se inventaron las seguidillas, se abrillant¨® la jota y explot¨® la escuela bolera, ah¨ª es nada. Adem¨¢s, fue la antena del flamenco. Los que a ¨¦l se dedicaban ven¨ªan de Jerez a Sevilla y finalmente a los caf¨¦s cantantes madrile?os del siglo XIX y principios de XX¡±. Y afirma que ¡°el flamenco es creado para el escenario, no es folklore, aunque partiera de los cantos populares¡±.
Varias veces se menciona en el libro a San Isidro, el patr¨®n de la ciudad. ¡°Se supone que era labrador, y se le adjudican milagros como que los bueyes le araban solos o que sacaba agua de las piedras¡±. Sus lecturas para explicar esos milagros, le han llevado a Ismael Clemente a considerar que en realidad, Isidro era ¡°musulm¨¢n, o que conoc¨ªa mucho su mundo, pues los ¨¢rabes eran los grandes conocedores de las aguas de Madrid y sus arroyos subterr¨¢neos¡±.
¡°La versi¨®n oficial le sit¨²a en el siglo XI. El primer milagro es que saca agua donde hoy est¨¢ la iglesia Santa Mar¨ªa la Antigua, en Carabanchel, que realmente es la m¨¢s antigua de Madrid¡±. A Alfonso VIII, seg¨²n se lee en Compendio para entidades alien¨ªgenas, tambi¨¦n se le apreci¨® la figura de Isidro en forma de pastor en plena Batalla de las Navas de Tolosa: ¡°Es otra de las muchas leyendas, pues la figura del santo estaba en auge en el siglo XIII¡±. La canonizaci¨®n vino siglos despu¨¦s, ¡°con Carlos II en el XVII, y tambi¨¦n se cuenta de ¨¦l que, enterrado en la iglesia de San Andr¨¦s, lo que hoy es la Plaza de la Paja, en unas riadas sali¨® del su ata¨²d el cuerpo incorrupto, y eso contribuy¨® a adjudicarle santidad. Todo eso es leyenda oficial. La ap¨®crifa es con la que me quedo, que dice que era un currante de origen musulm¨¢n, o un labrador moz¨¢rabe, o cristiano pero muy influenciado por los ¨¢rabes. Yo m¨¢s bien creo que San Isidro era zahor¨ª, pocero, vaya¡±.
El apego y reivindicaci¨®n de Clemente, con su tr¨ªo Ursaria, que completa la acordeonista Sonia Loaysa y los instrumentos de viento de Daniel Mart¨ªn -nacidos los tres en Madrid-, no le quita para que reconozca que uno de los valores actuales de Madrid es su multiculturalidad: ¡°Madrid siempre ha sido un pueblo, pero ahora sufre un problema de gentrificaci¨®n que puede acabar con sus se?as de identidad. Quiero que en los barrios haya una carnicer¨ªa halal, y en los bares se sirva taboul¨¦ o humus, pero no que se convierta todo en tiendas de cup cakes o champaner¨ªas. Eso no le diferenciar¨ªa de cualquier otra ciudad del mundo. Me gusta el olor a sand¨ªa en las corralas las noches de verano cuando los vecinos se juntan a charlar, y quiero mi bocata de entresijos en los bares, pero a este paso puede desaparecer hasta el bocata de calamares¡±. Y para acentuar su queja, recuerda con tristeza lo que ha le¨ªdo hace unos d¨ªas en un bar antes castizo de la plaza del 2 de Mayo: ¡°No servimos patatas bravas¡±.
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