Retorno a Bierville
Una visita al castillo y el parque donde Carles Riba vivi¨® meses exiliado y se inspir¨® para escribir el gran libro de la poes¨ªa catalana del siglo XX
Los bosques, los r¨ªos, los caminos: todo parece igual, congelado en el tiempo, si no fuera porque uno de los molinos ha desaparecido y, a un lado del castillo, se han construido edificios modernos. Nada ha cambiado, aparte de eso. Ni las ¡°aig¨¹es vivents¡± y ¡°de curs discret¡±, ni las ¡°arbredes fosques¡± y el ¡°melanc¨°lic jard¨ª¡±, ni la ¡°c¨²pula verda¡± han desaparecido.
Hace 80 a?os, el invierno y la primavera de 1939, un grupo de catalanes pas¨® unos meses en esta finca a 60 kil¨®metros al sur de Par¨ªs. Las palabras citadas entre comillas del primer p¨¢rrafo las escribi¨® un de estos catalanes que unas semanas antes hab¨ªan abandonado su pa¨ªs ante la entrada inminente de las tropas franquistas. Era el final de la Guerra Civil y entre centenares de miles de exiliados estaba el poeta Carles Riba. ?l, su mujer, la poeta Clementina Arderiu, y sus hijos, encontraron refugio en el domaine de Bierville, ¡°el paisatge graci¨®s i sever alhora¡± donde, como escribir¨ªa m¨¢s tarde, ¡°havia tingut el primer sojorn estable i retrobat l¡¯esperan?a¡± despu¨¦s de las primeras semanas de exilio. Y fue all¨ª donde escribi¨® su libro m¨¢s importante ¡ªy una de las cumbres de la poes¨ªa catalana del siglo XX¡ª, las Elegies de Bierville. Como todo cl¨¢sico, el libro, compuesto de doce poemas, est¨¢ abierto a lecturas m¨²ltiples, nunca se agotan. Pero el punto de partida, tal como explic¨® el autor, el lugar ¡°on prengueren forma aquestes elegies¡± fue ¡°a l¡¯emigraci¨®, en efecte, i dins el sentiment de l¡¯exili¡±. Si fuera una pel¨ªcula, las Elegies de Bierville mostrar¨ªan la imagen de un se?or que pasea por aquellos jardines y experimenta un flashback hacia la Grecia antigua que se superpone con la Catalu?a perdida.
¡°S¨²nion! T¡¯evocar¨¦ de lluny amb un crit d¡¯alegria¡±, empieza la m¨¢s conocida de las Elegies, la segunda. El cabo S¨²nion, explica Riba en las notas finales del libro, es ¡°el sublim promontori¡±, la ¡°rocosa punta final de l¡¯?tica¡± donde Pericles construy¨® un templo de Poseid¨®n. Riba y Arderiu hab¨ªan visitado Grecia y S¨²nion en 1927. ¡°?s aquest lloc ¨²nic¡±, dice Riba en las notas, ¡°s¨ªntesi i s¨ªmbol de moltes coses pures, que en el meu exili se¡¯m representava a la mem¨°; talment com si m¡¯aparegu¨¦s entre els arbres foscos de la vall de Bierville y m¡¯hi revei¨¦s a mi mateix, el viatge feli? de dotze anys enrere¡±.
Hay un fetichismo de las casas de escritores, y de los escenarios de sus obras. De los escenarios de los poemas, quiz¨¢s menos, pero las Elegies de Bierville son un caso de poemas ¨ªntimamente ligados a un lugar y momento. Ahora Bierville, en las afueras del Boissy-la-Rivi¨¨re, un pueblecito de 500 habitantes, es una residencia y un centro de formaci¨®n para miembros del primer sindicato de Francia, la Confederaci¨®n Francesa Democr¨¢tica del Trabajo (CFDT). Los sindicalistas vienen a pasar unos d¨ªas para seguir los cursos y convivir.
Hay un hilo que liga Riba con los sindicalistas de la CFDT. Se llama Marc Sangnier y es una de aquellas figuras hoy medio olvidadas pero fundamental en su tiempo. Sangnier, hijo de familia burguesa y bonapartista, fue un pol¨ªtico y periodista que, con el movimiento Le Sillon, impuls¨® a principios de siglo un cristianismo progresista, social y laico. Era pacifista convencido y, en los a?os veinte, en el castillo que acababa de comprar a Boissy-la-Rivi¨¨re, organiz¨® congresos por la paz con j¨®venes franceses y alemanes. Fue Sangnier quien, al final de la Guerra Civil, acogi¨® en Bierville a exiliados catalanes.
Y es entonces cuando Riba empieza a componer las Elegies de Bierville. ?l y los catalanes viv¨ªan en un molino que serv¨ªa para alojar congresistas, ¡°amb cambres duna monotonia i d¡¯una austeritat totes monacals¡± y ¡°dos corredors superposats [que] s¡¯allargaven cap a extrems ombrius i in¨²tils, que evocaven misteriosos jocs o no del too ven?udes basardes d¡¯infant¡±, escribe el poeta al prefacio a la segunda edici¨®n.
Carles Riba escribi¨® en Bierville cinco de las once eleg¨ªas. Los catalanes se fueron en junio de 1939. Los despidi¨® con un discurso el propio Marc Sangnier, recuerda Albert Manent en su biograf¨ªa del poeta. Riba acab¨® el libro en las otras escalas del periplo por Francia. En abril de 1943, Riba, Aderiu y su hija Eul¨¤lia volvieron a Barcelona. Aquel mismo a?o se publicaron las Elegies de Bierville en una edici¨®n ¡°reduid¨ªssima i clandestina¡± datada en Buenos Aires un a?o antes, explica Manent.
Cuando entraron en Francia en junio de 1940, los alemanes ocuparon la finca de Bierville. Al final de la Segunda Guerra Mundial, Sangnier la don¨® a la Confederaci¨®n Francesa de Trabajadores Cristianos (CFTC), el sindicato cristiano que dar¨ªa origen, unas d¨¦cades despu¨¦s, a la CFDT. El 1961, las instalaciones sindicales sufrieron un atentado con bomba de la OAS (Organizaci¨®n del Ej¨¦rcito Secreto), el grupo terrorista contrario a la independencia de Argelia. En aquel ¡°vell parc¡± donde ¡°les aig¨¹es llisquen mon¨°tonament¡± bajo la ¡°noble expandida tendresa dels arbres de Fran?a¡± ha pasado un trozo de historia del siglo XX.
¡°Era secret el cam¨ª, fabul¨®s de tristeses divines / fins a les aig¨¹es vivents que em recordaren un nom¡±, dec¨ªa Riba al inicio de la primera eleg¨ªa. Le¨ªdos ahora ¡ªun d¨ªa de primavera de 2019, ¡°en el parc estremit on sembla estar per ren¨¦ixer/ jo no s¨¦ quin d¨¦u mort, fill de la font i de verd¡±, con la misma banda sonora del riachuelos Juine y ?climont, y el canto de los mismos p¨¢jaros que hace 80 a?os¡ª los versos adquieren otra textura. Y se revelan como lo que tambi¨¦n son: una descripci¨®n bastante exacta de un lugar muy real.
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