No era un sufl¨¦, o quiz¨¢s s¨ª
La declaraci¨®n de independencia, vac¨ªa e inconsecuente, se deshinch¨® como un globo pinchado
No era un sufl¨¦. Y el independentismo ha llegado para quedarse. Puede que sean ciertas ambas cosas. Recordemos que hay argumentos sin funciones l¨®gicas ni deliberativas, sino analg¨¦sicas. No sirven para pensar ni convencer, sino para quitar el dolor y obtener paz y consuelo. Tiene sentido que existan y que sirvan, sobre todo a los afligidos. Este es el caso del ment¨ªs al sufl¨¦ y de la persistencia del independentismo. Importa menos la verdad del argumento que su funci¨®n consoladora.
Hay que reconocer que tantos esfuerzos no se pueden desperdiciar sin hallar antes un significado. Si adem¨¢s se dirigen a los adversarios, para advertirles de la persistencia de sus ideas y proponerles la v¨ªa de la transacci¨®n, bienvenidos sean. Repitamos con ellos: no era un sufl¨¦, han venido para quedarse. O dicho de otra forma: hay que contar con ellos, al menos como parte de la realidad y en alg¨²n momento habr¨¢ que entrar en tratos, en negociaciones y en acuerdos. Impecable. As¨ª debe ser. Mejor el ment¨ªs al sufl¨¦ que el voto contra Iceta.
Pero hay que regresar a los or¨ªgenes para aclararnos. La confusi¨®n ha sido la gu¨ªa de la discusi¨®n p¨²blica. Discusi¨®n y pelea de gatos. Jam¨¢s se ha producido un debate deliberativo, en el que cada parte escucha y atiende las razones del otro e intenta superarlas con las propias, hasta compartir al fin la posibilidad de una conclusi¨®n aceptable para todos. Desde el principio, sus promotores tiraron por la calle de en medio, rehuyendo toda oportunidad de discusi¨®n honesta. Sus objetivos y m¨¦todos estaban claros. Todo estaba ya decidido y se trataba de adherirse o aceptar pasivamente el papel de adversario unionista, necesario para convencer a unos, disuadir a otros y marginar a los aut¨¦nticos disidentes de tan disparatado proyecto. Hubo un sufl¨¦, s¨ª, y ha quedado deshinchado. Era la independencia. A plazo e inevitable. Determinada en hojas de ruta y fechas inaplazables que han ido amonton¨¢ndose y desminti¨¦ndose. Basada en un c¨¢lculo ciego y err¨®neo sobre la realidad de Espa?a, la correlaci¨®n de fuerzas en Catalu?a y los apoyos en Europa y el mundo.
Fue sufl¨¦ desde aquel oto?o de 2014, cuando Artur Mas fracas¨® en su envite electoral para obtener una ¡°mayor¨ªa indestructible¡±. Se le llam¨® sufl¨¦, pero merec¨ªa otro nombre, fanfarronada, puesto que part¨ªa de la idea irreal y sin fundamento emp¨ªrico de que exist¨ªa una mayor¨ªa social y pol¨ªtica independentista cuando en ning¨²n momento ha habido m¨¢s mayor¨ªa que la que se necesita para la investidura de un gobierno auton¨®mico, apenas para gobernar la autonom¨ªa y ni siquiera para cambiar la ley electoral o reformar el Estatut.
Quienes tanto se han equivocado se deleitan en el recordatorio de los errores ajenos, aunque sean imaginarios. Y hay que decirlo claro: si no hubo sufl¨¦, es decir, enga?o flagrante, entonces hubo una acumulaci¨®n colosal de errores, aunque lo m¨¢s probable es que hubo abundantes raciones de ambas cosas, errores y enga?os.
El error de c¨¢lculo fue multifuncional respecto a las fuerzas propias y ajenas, a las interiores y las exteriores. Eso fue lo esencial del sufl¨¦ y en eso se expres¨®, en una falsa declaraci¨®n de independencia, inconsecuente y vac¨ªa, que explot¨® y se deshinch¨® como globo pinchado.
Resultado del error es la aparici¨®n, en Catalu?a, de una divisi¨®n in¨¦dita y dif¨ªcil de reconocer desde la ortodoxia independentista. El consenso catalanista, que hab¨ªa abarcado a toda la sociedad en forma de un consentimiento pasivo de la poblaci¨®n de origen no catal¨¢n, se ha esfumado del todo, como ha explicado Anton Costas en su art¨ªculo El final del consentimiento (La Vanguardia, 16 de mayo de 2018).
La independencia era un sufl¨¦ pero no lo era el independentismo, que ha llegado para quedarse. Pero el antiindependentismo tambi¨¦n. Y tampoco es un sufl¨¦, de forma que habr¨¢ que contar con ¨¦l a partir de ahora y no habr¨¢ ya pasividad en los consensos, que exigir¨¢n un trabajo a fondo.
Ahora se necesitar¨¢ el debate y la deliberaci¨®n que el independentismo eludi¨® cuando tir¨® sin tr¨¢mites ni explicaciones por la v¨ªa unilateral del fracaso. No es un detalle marginal que las hojas de ruta evitaran o pospusieran cualquier etapa deliberativa abierta y participativa, que habr¨ªa hecho aparecer en p¨²blico la confrontaci¨®n de ideas y la pluralidad catalana que se quer¨ªa ocultar. Cuando regrese la Catalu?a abierta y plural, capaz de debatir civilizadamente sobre su futuro sin excluir a nadie, podremos olvidarnos del in¨²til debate sobre el sufl¨¦. Pero no basta con esperar a que regrese sola, sino que hay que actuar para que regrese. Exactamente lo contrario de lo que est¨¢ haciendo ERC, que trabaja para que no regrese.
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