El PP hace doblete en Madrid
Jos¨¦ Luis Mart¨ªnez-Almeida ser¨¢ el nuevo alcalde de la capital e Isabel Ayuso la tercera mujer del partido conservador que gobierne la Comunidad
El mapa de Madrid vuelve al azul popular. Si Madrid era la batalla de todas las batallas que se dilucidaban este domingo, el PP sali¨® vencedor. En su peor momento, recupera ox¨ªgeno y salva dos plazas importantes; eso s¨ª, con sus peores cifras. Es el resultado de una implantaci¨®n territorial trabajada durante d¨¦cadas, sobre todo en la regi¨®n. Consigue el doblete, algo impensable hace un mes, con dos candidatos poco conocidos, un abogado del Estado (Jos¨¦ Luis Mart¨ªnez-Almeida), tenaz opositor, fontanero al servicio de otros, y una periodista (Isabel D¨ªaz Ayuso), sin carrera pol¨ªtica y con problemas para colocar adecuadamente su discurso.
La victoria del PP tiene, en cualquier caso, un precio, compartir el poder con Ciudadanos, un socio que no va a ser tan c¨®modo como hace alg¨²n tiempo. Y escuchar a Vox. Quedar¨¢n en la cuneta dos personajes diferentes del perfil del pol¨ªtico al uso, la irrepetible Manuela Carmena y el fil¨®sofo ?ngel Gabilondo. Y cierto sector de la izquierda tendr¨¢ que preguntarse cu¨¢l es su verdadero papel en este enredo.
Finaliza el intervalo hasta cierto punto refrescante de una alcaldesa fuera de norma como Carmena, inspiradora para muchos de sus fieles. Y deja unos cuantos, que la recordar¨¢n durante mucho tiempo hasta convertirla en un s¨ªmbolo. Ser¨¢ el punto final de su biograf¨ªa pol¨ªtica porque as¨ª lo ha dispuesto ella. Habr¨¢ que ver si Gabilondo, hombre paciente, querr¨¢ aspirar a una nueva oportunidad. Y acabar¨¢ el dominio absoluto que durante tantos a?os ha ejercido el PP en la regi¨®n con todos sus presidentes y presidentas, tan poderosos en su momento como desacreditados ahora. Almeida y D¨ªaz Ayuso tendr¨¢n que fabricarse ahora un carisma y, sobre todo, distanciarse de un pasado que todav¨ªa les perseguir¨¢.
La izquierda no gobernaba en ambas Administraciones desde hace 30 a?os. Desde que Juan Barranco y Joaqu¨ªn Leguina compart¨ªan ambos despachos, all¨¢ por 1989, cuando una moci¨®n de censura acab¨® con el alcalde socialista. La izquierda tendr¨¢ que esperar. Una espera que se le va a hacer demasiado larga es el riesgo de que las luchas internas sigan siendo norma de conducta en todo su amplio y parcelado espectro.
Como tendr¨¢ que esperar Ciudadanos. Su ansiado sorpasso no acaba de llegar, quiz¨¢s porque la ciudadan¨ªa no sabe todav¨ªa cu¨¢l es su estilo de gobierno: no hay un modelo que sirva de ejemplo. No hay un molde. Y su dial¨¦ctica es cambiante, demasiado apegada a las encuestas y las estrategias de campa?a. Ignacio Aguado ha sido un socio muy c¨®modo para el PP, incluso cuando sobrevino el caso del m¨¢ster de Cifuentes y se trag¨® su argumentario sobre la regeneraci¨®n. Y Bego?a Villac¨ªs ha ejercido una oposici¨®n solvente en la capital, pero no lo suficientemente rotunda como para ganar un espacio propio: entre Almeida y Villac¨ªs era dif¨ªcil ver la diferencia. Eso s¨ª, Ciudadanos, m¨¢s que Vox, va a ser la llave de todas las combinaciones de gobierno. Va a poner un alto precio por su apoyo.
A la izquierda del PSOE, llega el momento de la reflexi¨®n... o de proseguir en las luchas cainitas. Podemos queda en la marginalidad y puede empezar a reunir los pedazos de sus confluencias para ver lo que le queda. Y nace un nuevo liderazgo, el de Errej¨®n, tard¨ªo e insuficiente por el momento, pero tiene la ventaja de su juventud. Y Vox aparece en escena. Dispuesto a hacer ruido. Habr¨¢ que estar atento a sus imposiciones.
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