Picasso, fot¨®grafo fotografiado
El museo barcelon¨¦s del pintor repasa la compleja relaci¨®n del artista con la imagen
Entre mayo y agosto de 1909 un joven Picasso pasa el verano en la peque?a localidad de Horta de Sant Joan. All¨ª se instal¨® junto a su compa?era Fernande Olivier, cargado de material de pintura y una c¨¢mara de fotos, con la idea de evadirse del agobio de Par¨ªs, donde viv¨ªa desde 1904. Picasso pint¨®, y mucho, tal y como puede verse en las fotograf¨ªas que realiz¨® para mand¨¢rselas a su amiga y coleccionista Gertrude Stein y a sus marchantes y clientes.
En las im¨¢genes realizadas en su habitaci¨®n del hostal Trompet aparecen sus obras cubistas con l¨ªneas tan geom¨¦tricas como los tejados de las casas de este lugar apartado de Tarragona que Picasso conoc¨ªa bien porque all¨ª hab¨ªa estado seis meses entre 1898 y 1899 para reponerse de escarlatina. En una de las fotos que seguro realiz¨® Olivier, Picasso posa sentado con las piernas abiertas mostrando con descaro sus atributos bajo el pantal¨®n. El pintor, repetir¨¢ este esquema a lo largo de su vida apareciendo delante de su obra, en casi todos los estudios que tuvo en vida, orgulloso y provocativo, junto a las pinturas que acaba de realizar y que tanta fama le estaban dando. Una decena de las 45 placas que Picasso hizo en Horta de Sant Joan ven por primera vez la luz en la exposici¨®n Picasso, la mirada del fot¨®grafo que inaugura el Museo Picasso de Barcelona (hasta el 24 de septiembre) en la que se muestra la compleja y fruct¨ªfera relaci¨®n entre el pintor y la fotograf¨ªa, delante y detr¨¢s de la c¨¢mara. ¡°La exposici¨®n habla del Picasso fot¨®grafo haciendo colaboraciones con otros fot¨®grafos, y siendo fotografiado, como actor de su propio personaje. Es un paseo po¨¦tico en nuevo cap¨ªtulos en torno al lugar m¨¢s ¨ªntimo de Picasso, el de la creaci¨®n¡±, explic¨® el director Emmanuel Guigon.
En 1992 los herederos de Picasso donaron al estado franc¨¦s el archivo fotogr¨¢fico del pintor, proporcionando un material ingente ya que Picasso lo guardaba todo, por m¨ªnimo y nimio que fuera. En total, m¨¢s de 200.000 documentos manuscritos o impresos y cerca de 18.000 fotograf¨ªas, de los que un millar son anteriores a 1920 y atribuibles al propio pintor y a muchas de las mujeres que vivieron con ¨¦l.
Seg¨²n Violeta Andr¨¦s, comisaria de la muestra, ¡°Picasso practic¨® la fotograf¨ªa y experiment¨® con reconocidos fot¨®grafos de profesi¨®n. Picasso es un ojo, una mirada, y antes de todo necesita crear y experimentar. Y experiment¨® con la t¨¦cnica fotogr¨¢fica como con cualquier otra t¨¦cnica¡±. Andr¨¦s, que asegura que ¡°Picasso era fotog¨¦nico, y desde muy joven ten¨ªa conciencia de ello, de modo que pon¨ªa en escena a un personaje¡±, repasa cronol¨®gicamente los diferentes talleres en los que trabaj¨® y que permiten ver su evoluci¨®n y crecimiento; de Horta de Sant Joan a Mougins, pasando por sus talleres parisinos hasta 1919, en un edificio m¨ªsero y bohemio de Montmartre, Boulevard de Clichy, en el que abundan las obras cubistas y objetos de arte africano, en Boulevard Raspail y Rue Schoelcher donde realiz¨® construcciones ef¨ªmeras, collages y pos¨® delante de ellas vestido como un boxeador. Los lugares donde cre¨® en compa?¨ªa de la bailarina rusa Olga Khokhlova en Motrouge, dando comienzo al estilo neocl¨¢sico del pintor.
La exposici¨®n recorre todas estas estancias a partir de las fotograf¨ªas conservadas realizadas por el pintor y sus parejas y amigos suyos. ¡°Lo guardaba todo, pero no hay ninguna imagen de sus talleres en Barcelona¡±, explic¨®.
En el periodo de entreguerras, entre 1918 y 1937, Picasso y Olga se mudan a un apartamento burgu¨¦s de La Bo¨¦tie, junto a su galerista. De ese momento son algunas de las im¨¢genes del estudio realizadas por Man Ray y Brassa? que tambi¨¦n public¨® por primera vez (en el primer n¨²mero de la revista Minotaure) las esculturas de escayola que realizaba en Normandia de su amante secreta Marie-Th¨¦r¨¨se Walter. Brassa? es el primero de una larga lista de fot¨®grafos que captaron al artista, como Ren¨¦ Douglas Duncan, Herbert List, Arnold Newman y Edward Quinn, entre otros. Ninguno consigui¨® lo que Dora Maar, que lo inmortaliz¨® (para la revista Cahiers d¡¯art) pintando una de sus obras. Nada menos que el Guernica, en 1937 en la buhardilla que alquilaron juntos en la rue des Grands Augustins de Par¨ªs, en los que Picasso pas¨® los a?os oscuros de la ocupaci¨®n nazi.
Picasso se instala tras la guerra en Antibes en 1946 y dos a?os m¨¢s tarde, junto con su nueva compa?era Fran?oise Gilot, en Vallauris para pasar, en 1955, a La Californie de Cannes, con Jacqueline Roque. Aqu¨ª recibe la visita de Leopoldo Pom¨¦s que le realiza unas im¨¢genes, in¨¦ditas hasta ahora, de las que se incluyen cuatro en la exposici¨®n. Su peregrinaje por casas y estudios le lleva en 1958 al castillo de Vauvenargues, momento en el que las fotograf¨ªas son cada vez menos frecuentes, pese a que mantiene su esp¨ªritu creador. Por fin, en 1961 se instala en Mougins, donde hasta 1973 en el que muere solo recibe a allegados. Las ¨²ltimas fotograf¨ªas de Roberto Otero, yerno de Alberti, lo muestran al final de su vida. En una de 1964, con 83 a?os aparece orgulloso y con el poder de seducci¨®n que ten¨ªa con 28, durante su estancia en Horta de Sant Joan.
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